Clásico Barcelona-Real Madrid, 2 de abril de 2016.

Clásico Barcelona-Real Madrid, 2 de abril de 2016. Alberto Estévez Efe

Fútbol

Zidane recupera el molde de Mou con los modales de Ancelotti

El equipo blanco ganó el Clásico con ideas y jugadores del técnico portugués. En tres meses 'Zizou' ha reformado la mentalidad del grupo sin estropear la complicidad con las estrellas.

6 abril, 2016 01:39

Noticias relacionadas

Zidane aterrizó en el vestuario del primer equipo el lunes 4 de enero y dio una rueda de prensa presidida por una idea: "La 'BBC' es imprescindible. Jugarán siempre". Fuese una idea propia o aprendida, la frase zanjó un debate muy extendido en el madridismo: las cifras del trío eran contundentes, pero el equipo caía en picado. Ni siquiera el 10-2 ante el Rayo alegraba a la afición.

En su segunda comparecencia, el francés rescató los valores tradicionales del madridismo (“buen juego, trabajo, esfuerzo”) y afirmó: “Quiero que los jugadores se lo pasen bien”. “Hay que estar cerca de los jugadores”.

En la tercera, empezó a hablar de la importancia de "jugar sin balón". La falta de compromiso defensivo del trío atacante era patente y terminaba afectando al rendimiento del dúo medular, Modric y Kroos.

Un Clásico a lo Mourinho

Quien haya tenido la oportunidad de repasar el Clásico del pasado sábado habrá reparado, ante todo, en lo juntas que estaba las líneas blancas. A ras de la línea divisoria, Cristiano, Benzema y Bale basculaban en bloque en una zona poco querenciosa para ellos, habiendo digerido una de las convicciones fundamentales de José Mourinho durante su trienio merengue: situarse más atrasados conformaba un bloque más compacto y les daba una ventaja comparativa al contraataque, dada la velocidad del luso.

Gol de Ronaldo en el Clásico, 2 de abril de 2016.

Gol de Ronaldo en el Clásico, 2 de abril de 2016.

Después, si se llegaba bien al minuto 65-70, se sacaba un jugador de refresco para 'matar' al rival a la contra. En el célebre Clásico de 2011, por ejemplo, la expulsión de Pepe invalidó el plan blanco. El sábado pasado, Casemiro hizo de Pepe: hizo todo lo posible por secar a Messi (con buen desempeño). Fichado por Mourinho, ha regresado del Oporto para hacerse con un  hueco fijo en el 'once' titular y permitir un mayor desahogo de Modric (otro fichaje de Mourinho) y Kroos.

El resto, sobre todo, ha sido persuasión. La inexperiencia del francés como entrenador viene compensada sobradamente (pensó la directiva en enero) por su prestigio inmenso como jugador y su peso en el imaginario merengue: no hay nadie en el vestuario que se permitiera 'toser' al técnico francés. Las frases de alabanza hacia la sustitución no tardaron en surgir de los exponentes de la plantilla. Sin embargo, la euforia inicial se convirtió en una resaca dolorosa cuando se comprobó que el equipo seguía siendo el mismo unas semanas después, incluso con peores registros que en la era Benítez.

Zidane, entonces, recurrió a Casemiro, un hombre de Mourinho muy apreciado por Benítez, prolongó las dudas de este hacia James y se deshizo de otro 'jugón', Isco, una vez que el público del Bernabéu comprendió que había sobrevalorado al malagueño.

"Cariño para todos"

En paralelo, 'Zizou' siguió pregonando el "cariño para todos" y reivindicó el estilo de gestión que mejores frutos ha dado al florentinismo: tanto Vicente del Bosque como Carlo Ancelotti, entrenadores ganadores de las dos últimas Copas de Europa blancas (2002 y 2014), son más recordados por su extraordinaria capacidad de administrar individualidades, de darles espacios para la libertad o incluso el disfrute, que por sus innovadoras propuestas tácticas. Con una excepción: para ser competitivos es imprescindible aprender a correr en defensa, ganar en "solidaridad", aprender a jugar sin balón. No es necesario enredarse en complicaciones tácticas excesivas (como hacía Benítez) en presencia de jugadores tan talentosos.

La victoria del sábado fue el primer golpe de autoridad del Zidane técnico. Asumiendo postulados de Mourinho (no le importó tener un 30% de posesión en la primera parte) e integrándolos en una filosofía general que recuerda poderosamente a Ancelotti (de quien Zidane fue ayudante una temporada). Es decir: buena relación con las estrellas, motivación para todos (“los suplentes hacen mejor a los demás, les obligan a ser mejores”), buenos modales y entrenamientos creativos que entretengan a los futbolistas.

Final del Clásico, 2 de abril de 2016.

Final del Clásico, 2 de abril de 2016. Juan Medina

La gran desventaja del francés comparado con Benítez era su inexperiencia. A favor, en principio, tenía todo lo demás. Cuenta con el respeto del vestuario y conoce su lenguaje. No necesitaba ganarse el respeto de la plantilla. Este miércoles, en Alemania, jugará el segundo partido de la minitemporada que puede dar al club, en un mes y medio, lo que no ha conseguido en dos temporadas: dar una auténtica alegría a su afición. Tiene ante sí el panorama menos feo desde que llegó: cuatro partidos (dos en principio asequibles) hasta la final de Milán.

Respeto extra

Cuenta, además, con el respeto agrandado de su victoria en Barcelona. El Madrid  ganó (con diez hombres), terminó con la imbatibilidad culé, estropeó una jornada identitaria capaz de convertirse en un calvario para su equipo y, sobre todo, se comportó por fin como un equipo indudablemente solidario. Hubo muestras palpables de generosidad por parte de todos los 'galácticos'. 

Zidane prescindió en Barcelona de los 'jugones', James e Isco, y utilizó hacia el final la velocidad de Jesé y Lucas para la acometida final: un remedo del papel que jugaba Callejón en el Madrid de 'Mou'. El francés llevaba semanas destacando que "una cosa es jugar con balón y otra sin balón", pidiendo (con buenas maneras) más esfuerzo, intentando modificar la mentalidad y los mecanismos de repliegue colectivo sin quebrar su idilio con la plantilla. Dentro de seis semanas podrá hacerse un primer balance serio de su trabajo. Pero ya ha dado su primer golpe de autoridad.