Un partido coral y una defensa soberbia colocaron a estos Lakers en el lugar para el que fueron diseñados. A la aportación básica de LeBron y Davis, los angelinos añadieron una tropa de segundo plano eficacísima, que peleó por cada balón y redujo a un espejismo el juego alegre y dinámico de Miami. Pocas horas después de que Nadal sacara de la pista a Djokovic, los Lakers hicieron lo propio con los Heat.

Con más regularidad que sus adversarios en la cúspide de la NBA, los Boston Celtics, los Lakers son capaces de recomponer su franquicia para seguir sumando anillos. Volver a la gloria con tanta frecuencia es un mérito que sólo este equipo de Los Ángeles es capaz de conseguir y en este caso con una plantilla contra los tiempos que corren. Una vuelta al pasado, al baloncesto de hombres altos que los Warriors de Curry y Thompson pretendieron extinguir.

También es un plantel excepcional, con jugadores curtidos en batallas decisivas, como Danny Green y Rajon Rondo. Sin ir más lejos, Rondo fue el encargado de descerrajar el partido con nueve puntos seguidos que dejaron atrás la igualdad que marcaba un 17-16. Tras un tiempo muerto de Frank Vogel, un entrenador interesado en la defensa, el entramado de los Lakers se contrajo sobre Butler y se expandió sobre los tiradores de Miami con la elasticidad propia que explican los cánones defensivos.

Los jugadores de Los Ángeles Lakers, arrodillados en la previa de la final de la NBA

Los jugadores de Los Ángeles Lakers, arrodillados en la previa de la final de la NBA

Hay que darle el reconocimiento necesario a Vogel, que ha conseguido un conjunto equilibrado y correoso que corona su labor defensiva con fulgurantes contraataques comandados con frecuencia por LeBron. Y que fabrica opciones para todos, pues no se limita a surtir de balones al recién citado o a Davis, sino que ayer optaron por un juego colectivo en manos de Rondo que resultó muy productivo. Por cierto, que Rondo será el único jugador que ha conseguido ser campeón con los Celtics y los Lakers.

Enfrente han tenido a un equipo valiente y decidido que llegó exhausto al sexto partido. Las lesiones de Adebayo y Dragic redujeron sus rotaciones y obligaron a un esfuerzo desmedido a sus compañeros. Un equipo más lúcido en apariencia, pero más corto y con notable inferioridad física en relación al poderío de su oponente. Por ahí se ha decidido la serie, pues cuando los Lakers apretaron a fondo el acelerador, los Heat, maniatados, se quedaron sin recursos.

En cualquier caso, han sido dignos rivales de unos Lakers poderosísimos e insaciables, que a falta de un minuto y medio y con veinte puntos de ventaja continuaba con sus mejores hombres en la cancha. Una fiesta en una burbuja, una exhibición de baloncesto en cualquiera de sus facetas y un triunfo con el que los Lakers ya son tan legendarios como los Celtics.