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    Pequeñas mujeres rojas, Marta Sanz

    Sanz es una autora que piensa a través de la lengua, una intelectual en pugna constante contra el amarillismo, contra el eslógan, contra la cultura del espectáculo. También -hay que decirlo- contra la filosofía de la revancha y del colmillo afilado que sólo sirve cuando sangra. Con este libro, pequeñas mujeres rojas (Anagrama), cierra su trilogía negra de Arturo Zarko tras Black, black, black y Un buen detective no se casa jamás. Aquí indaga en los desaparecidos del franquismo, en los feminicidios y en la violencia ejercida contra el cuerpo de las mujeres -entre otros abismos y pánicos- sin olvidar en ningún instante ser “profundamente literaria”, porque ella cree que el estilo es político. “Esto no es una novela sobre la Guerra Civil, o no sólo: es una novela que habla de ese ADN siniestro que se puede volver a reproducir en una sociedad futura y distópica… o incluso que puede volver a reproducirse en este momento, porque no hemos hecho bien nuestros deberes con la memoria”, contó a este periódico. 

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    Nuestra parte de la noche, Mariana Enríquez

    Es una de las novelas más sorprendentes de los últimos tiempos, una de las que más ha dado que hablar conforme ha ido ganando lectores a partir de convertirse en el Premio Herralde de Novela 2019 (Anagrama). Se trata de una historia de terror sobrenatural que acaba colindando con pánicos muy cotidianos: relata los devenires de un padre y su hijo que atraviesan Argentina a carretera, de Buenos Aires hasta la frontera norte con Brasil, en plenos años de la junta militar. Gaspar, que es el niño, se ve, por sus dones, envuelto en una secta que aspira a la vida eterna mediante rituales terroríficos -¡hasta humanos!-.

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    A corazón abierto, Elvira Lindo

    Hace diez años que Elvira Lindo no escribía una novela: ya nos impacientábamos. “Empezó como una especie de inseguridad y se prolongó en el tiempo. No quería forzarlo tampoco. Hay gente que piensa que tiene que publicar y publicar un novela tras otra”, contaba la autora a este periódico. Regresa con A corazón abierto (Seix Barral), donde narra esa cuestión trenzada y espinosa en la que no estamos acostumbrados a pensar: el amor de nuestros padres. Nuestros padres como seres deseantes, como seres románticos, como hombres y mujeres que sentían más allá de nosotros y que se eligieron antes de nuestra propia existencia.

    A partir de ese romance -férreo, celoso, complejo, hermoso terriblemente-, Lindo acaba dibujando a su padre, un ser excepcional, un personaje literario en sí mismo, un tipo expansivo, aficionado a la barra del bar, a la calle, a las charlas triviales de las gentes, un tirano tiernísimo en el fondo que no soportaba la soledad y que tenía un don para que los demás se pusiesen enseguida a su servicio. Con sus virtudes y sus horrores. Para eso último hay que atreverse. 

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    Ava en la noche, Manuel Vicent

    Vicent presentó hace poco Ava en la noche (Alfaguara), donde regresa novelísticamente a las madrugadas aquellas de los primeros años sesenta, cuando esos personajes del arte, el cine y la literatura se pegaban la juerga -no tan glamourosa como hoy parece, apunta-, mientras que el españolito medio tragaba opresión, penuria y disgusto. “Ava Gardner fue un símbolo de la libertad, a su aire, protegida por la propia policía. Su libertad era un espectáculo vista desde fuera, por los ciudadanos que sufrían la dictadura. Y, como la propia libertad, cuando te acercabas a ella, se disolvía… se convertía en bruma huidiza. Ava era una metáfora”.

    El protagonista de esta novela, David, un joven buscavidas, “nunca llega a verla ni a conocerla, pero ella es el sustento, el señuelo de toda la historia”. Imperdible Vicent, para quien "el placer también es una patria". 

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    Salvar el fuego, Guillermo Arriaga

    Guillermo Arriaga es todo pulso narrativo, en el guión como en la novela. En Salvar el fuego (Premio Alfaguara 2020) aborda en una historia de violencia en el México contemporáneo “donde el amor y la redención aún son posibles”, dice. Aquí los lazos entre Marina -la protagonista convencional, rigurosa, coreógrafa, en matrimonio, con tres hijos- y José Cuauhtémoc -un asesino condenado a cincuenta años de cárcel, irascible, marginal, siempre a punto de arrancarle al de enfrente la yugular-. ¿Quién iba a decir que cada uno de ellos llevaría a un sitio tan lejano al otro?

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    Dicen que Nevers es más triste, Angelica Liddell

    No se sabe ya si es narrativa, poesía, diario o ensayo: Angelica Liddell siempre hace lo que quiere. En esta obra editada por La Uña Rota, la artista se recrea en una declaración de amor mítico hacia su madre y hacia su padre. Por cierto, ¿qué es Nevers? Muchas cosas que siguen: “Una ciudad de Francia. También es una calle de París. El personaje femenino de Hiroshima mon amour es de Nevers. Asimismo, desvela un estado de ánimo, Nevers, una de las múltiples formas de nombrar el desvanecimiento, la orfandad, el duelo”.

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    Todo esto existe, Iñigo Redondo

    En este verano sórdido no vale olvidarse de una de nuestras últimas revelaciones literarias, el bilbaíno Íñigo Redondo, arquitecto de profesión que ha dado el pelotazo con un debut sublime titulado Todo esto existe (Literatura Random House), una historia ambientada en la Ucrania de los años ochenta, entre la perestroika y Chernóbil. Dibuja un escenario caótico y enloquecido donde el comunismo cae en picado y los protagonistas sobreviven prolongando su agonía. Especial atención al director de un colegio -recién abandonado por su esposa- y a una alumna bien rarita y distante que terminan acercándose dentro de su soledad. “No nos conocemos. Restregamos la vida de los unos contra la de los otros pero no nos conocemos”, arranca.

    Lo han llamado “hallazgo editorial” y las críticas le han tildado de diamante no tan en bruto, y eso que su libro había sido rechazado numerosas veces por numerosos sellos, hasta que Carmen Riera, leyéndole sólo cinco páginas, quedó embelesada por su prosa. Trabajó durante ocho años en esta novela.

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    El infinito en un junco, Irene Vallejo

    Ensayo revelación: Premio el Ojo Crítico de Narrativa 2019, Premio Las Librerías Recomiendan de No Ficción 2020, Premio Búho al Mejor Libro de 2019, que otorga la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, Premio Acción Cívica. De su brillante autora se ha escrito de todo, pero lo resume muy bien Luis Alberto de Cuenca: "Se puede ser una filóloga magistral y además escribir como los ángeles".