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    La batalla de las Navas de Tolosa

    Las tropas de Pedro II de Aragón, Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra se unieron en 1212 en una cruzada contra los ejércitos de la media luna que capitaneaba al-Nasir. Los cristianos reunieron a unos 70.000 soldados contra los más de 100.000 almohades del califa y consiguieron la victoria gracias, sobre todo, a una carga del rey navarro contra la tienda roja de al-Nasir, defendida por la Guardia Negra. La batalla, desarrollada en el norte de Jaén, fue el impulso definitivo hacia la Reconquista.

    Para representar este enfrentamiento, Ferrer-Dalmau no recurre, sin embargo, a ningún cruce de armas ni de ejércitos, sino que retrata a Pedro II antes de iniciarse las hostilidades en una actitud reflexiva y orgullosa, junto a su gran escudo con las barras rojas y amarillas de Aragón.

    Augusto Ferrer-Dalmau
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    El milagro de Empel

    El 7 de diciembre de 1585, el Tercio de Francisco Arias de Bobadilla está sitiado por las tropas holandesas en la isla de Bommel. Los españoles, fieles a su espíritu indomable -"¡Santiago y cierra, España!" era su lema- rechazan la capitulación. Los enemigos deciden entonces abrir los diques de los ríos colindantes para inundar el campamento español, quedando solo un trozo de tierra firme, el pequeño monte de Empel.

    Con la muerte acechando, un soldado del Tercio que cavaba una trinchera halla un tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción, a quien colocan en un altar y comienzan a rezarle. Por la noche, el río se congeló y las tropas españolas atacaron y derrotaron a los holandeses, cuyo almirante proclamó: "Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro". 

    Ferrer-Dalmau
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    Rocroi, el último tercio

    Los tercios españoles fueron el corazón armado de la casa de los Austrias y son considerados el primer ejército moderno y la mejor infantería de la historia. Eran los guardianes del imperio en el que no se ponía el sol, disciplinados, profesionales y temidos por todas las potencias enemigas desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del XVII. 

    Su ocaso va en paralelo a la pérdida de poder de España en el plano internacional y enroca con una batalla concreta, la de Rocroi (1643). Acaecida en las Ardenas, Francia, los tercios sucumbieron de forma épica ante las tropas francesas. De hecho, la derrota está envuelta en un aura heroica que ha sido comparada con el cerco de Numancia. La obra del Pintor de Batallas ha sido equiparada a 'Las lanzas', de Velázquez.

    Ferrer-Dalmau
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    Por España y por el Rey, Gálvez en América

    Este cuadro muestra la batalla de Pensacola (1781), capital de Florida, en la que las tropas españolas apoyaron a las Trece Colonias estadounidenses en su revuelta contra Inglaterra, vencedora de la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Bernardo de Gálvez, entonces gobernador de Luisiana, fue atacando todos los puestos que los británicos tenían aguas arriba en el Misisipi hasta llegar a la bahía de Pensacola.

    El buque insignia de la armada encalló, pero Gálvez decidió seguir el ataque con su barco. Entró en puerto clamando: “El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con el 'Galvez-town' para quitarle el miedo”. La ciudad se rindió en diez días y fue un hito en las batallas por la independencia de EEUU. Ferrer-Dalmau explica que “he pintado a Gálvez en lo alto del parapeto, orgulloso, firme y sereno, viendo cómo huye el enemigo. Sus soldados muestran la sucidedad, el sudor y el polvo en sus uniformes, y muchos pequeños detalles que nos permiten viajar en el tiempo hasta esa época”.

    Ferrer-Dalmau
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    La Degollá

    La Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica es otro tema que Ferrer-Dalmau ha retratado con enorme precisión. Esta obra representa la victoria de las tropas españolas en una batalla registrada en Mijadas, un pequeño pueblo de Cáceres, en marzo de 1809, en la que los Dragones de Almansa, cercados por los enemigos, decidieron morir antes de retirarse y cargaron con tanta furia que provocaron numerosas bajas en los destacamentos franceses.

    El Pintor de Batallas deja a un lado el paisaje, un componente fundamental de sus lienzos, para centrarse en la carga de caballería de unos jinetes perfectamente definidos. Estos soldados, al mando del general Henestrosa, convirtieron su embestida en una gesta no solo de la Guerra de la Independencia sino también en la historia de la caballería española.

    Ferrer-Dalmau
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    Orgull

    La Guerra de Marruecos no solo se resume en el desastre de Annual de 1921, también retratado por Ferrer-Dalmau. En 1860, durante el reinado de Isabel II, tuvo lugar la guerra hispano-marroquí, donde destaca la victoria de las tropas españolas en la batalla de Tetúan. Allí, un contingente de voluntarios catalanes dirigidos por el general Prim y Prats se lanzaron contra las posiciones rifeñas logrando el cese de los ataques a las ciudades de Ceuta y Melilla.

    El Pintor de Batallas recuerda este episodio con su emocionante 'Orgull', un lienzo en el que se puede ver a los militares catalanes, uniformados con el traje tradicional y tocados con la barretina, levantando un ‘castell’ para superar la alcazaba y acceder al interior. También se iza en ese momento la bandera española en la fortaleza marroquí. El objetivo de Ferrer-Dalmau, según explica, era representar la unidad entre el soldado catalán y la defensa de España.

    Ferrer-Dalmau