Carlos Ruiz Zafón, en una foto de archivo.

Carlos Ruiz Zafón, en una foto de archivo. David Ramos Planeta

Cultura

Las pistas que dejó Carlos Ruiz Zafón en sus relatos inéditos: 'La ciudad de vapor', su obra póstuma

Planeta publica once cuentos del fallecido autor, cuatro de ellos inéditos, donde Zafón lanza guiños y señuelos sobre el pasado de algunos de sus personajes más legendarios. 

17 noviembre, 2020 17:13

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Entre las cosas hermosas que se llevó 2020 sin pedir permiso; entre sus cosas irreemplazables, estaba la voz narrativa de Carlos Ruiz Zafón, que había hecho adictos a millones de lectores en todo el mundo, que se había convertido en un clásico instantáneo, que le había convertido en el español más leído después de Cervantes. Fue traducido a más de cincuenta idiomas. Fue conocido por todos en la forma de Marina, en la forma de la saga del Cementerio de los Libros Olvidados, en la forma de la Trilogía de la Niebla.

El propio Stephen King dijo de Zafón que había que ser un romántico de verdad para llegar a apreciar todo su valor. Dijo también que cada escena de La sombra del viento parecía salida “de uno de los primeros filmes de Orson Welles”. Dijo que sus lecturas eran deslumbrantes.

Ahora, en La ciudad de vapor, Carlos Ruiz Zafón resucita siendo cuento. Aquí once de sus relatos llenos de claves que desvelan pasadizos entre La Sombra del Viento, El Juego del Ángel, el Prisionero del Cielo y El laberinto de los espíritus. “Esta aportación viene a completar su obra, y, a la vez, a reafirmar la amplitud el universo zafoniano”, recuerdan desde Planeta, su editorial. Cuatro de los títulos que se publican son inéditos y sin embargo todos embaucarán al lector con su pulpa de fantasmas, de presencias guerracivilistas, de rascacielos y áticos oscuros y entramados imposibles de la ciudad gótica.

La mujer de vapor

Qué evocador el cuento de La mujer de vapor, donde un hombre recién salido de la cárcel busca un lugar donde quedarse y se ve acogido por una noble comunidad de vecinos. Especialmente, amado por una de ellos, la ayudante del administrador de fincas, Laura. Es ella quien le besa cada noche, quien acude puntual a entregarse a su cuerpo y a dedicarle palabras de amor.

Entre todos le alimentan, le cuidan, le hacen sentirse en casa, le humanizan. Hasta que un día llegan a su viejo ático unos señores diciéndole que tienen que derruir el edificio, que él es un okupa y que el inmueble fue bombardeado en 1939, en las postrimerías de la Guerra Civil española.

Ya lo avisó David Foster Wallace: “Todas las historias de amor son historias de fantasmas”. En qué poco espacio podía Zafón dibujar todo lo importante. Para muestra, un botón. “Laura, que tenía besar de tango”; “a nuestro paso, el edificio crujía como los barcos viejos”; “los vecinos tenían esa amabilidad mansa que confiere la miseria”; “yo soñaba en blanco y negro, como los perros y los malditos”. O una frase tan sencilla y perfecta como “aquel verano fue el mío”.

Pistas antiguas

En los cuentos que ahora se publican hay guiños, señuelos, pistas diminutas que conducen al pasado de algunos de sus protagonistas más legendarios. Será un viaje familiar para el lector que le ha frecuentado. Y el que no, se zambullirá por vez primera en su universo inconfundible. Hay de todo por aquí. En Sin nombre, una misteriosa muchacha de blanco asistirá a una parturienta que se arrastra desde las puertas del Cementerio del Este a la vieja fábrica de libros.

En Una señorita de Barcelona tenemos como protagonista a Laia, una chica que consigue convertirse en personas difuntas… y su padre, un fotógrafo mediocre, hace uso de ese extraño don para sacarle rentabilidad. En Gaudí en Manhattan, Zafón versiona la historia de Gaudí cuando proyectó un rascacielos en Manhattan y un estudiante de arquitectura le acompaña a Nueva York. Allí tendrán que cerrar el trato con un inquietante potentado.

En otro de los cuentos aparece Sempere -les sonará-, un impresor obligado, “bajo amenaza de tormento”, a traducir un cuaderno maldito. Y en El príncipe de parnaso vuelve a aparecer un ancestro de los Sempere que acompaña en Barcelona a Miguel de Cervantes Saavedra. Ahí una profecía del autor del Quijote: “Algún día caerán las murallas y Barcelona se esparcirá bajo el cielo como una lágrima de tinta sobre agua bendita”.

Hay un homenaje a Dickens en Leyenda de Navidad y una resurrección del terror de todas las épocas en Hombres de gris: los malvados ahora actúan en la Barcelona de 1942 contra los vencidos. Estos cuentos llevarán al lector por el barrio gótico, por la avenida del Tibidabo, por el castillo de Montjüic, por el Borne, por el cementerio del Este, por el hotel Oriente y la calle Santa Ana. Por la Sagrada Familia y el corazón del Barrio Chino. Quién volviese a pasear con Zafón por tantos sitios otra vez.