Mario Vargas Llosa tenía un piso de 380 metros cuadrados en la calle Flora de Madrid.

Mario Vargas Llosa tenía un piso de 380 metros cuadrados en la calle Flora de Madrid. Montaje de EL ESPAÑOL.

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Así es el piso de Mario Vargas Llosa en Madrid: un edificio del siglo XIX que fue su 'búnker' tras su ruptura con Isabel Preysler

El Nobel de Literatura se refugió en su vivienda de 340 metros cuadrados tras poner fin a su sonado romance con la 'socialité'.

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Cuando Mario Vargas Llosa conoció a Isabel Preysler (74), en 1986, jamás imaginó que ambos iban a mantener una relación sentimental que coparía todos los titulares de la prensa del corazón. Un idilio que comenzó en mayo de 2015 y que, tras ocho años de intenso romance, llegaría a su fin de la peor de las maneras. A finales de 2022, el Nobel de Literatura hizo las maletas y se marchó la casa en la que ambos vivían - la exclusiva mansión de Puerta de Hierro-, para instalarse en su piso de Madrid.

Al parecer, los constantes ataques de celos del escritor acabaron colmando la paciencia de la filipina. El último arranque de furor por parte de él hizo que ella lo invitara a abandonar la residencia. Despechado, al autor de novelas como La ciudad y los perros, Los cachorros o Cinco esquinas no le quedó más remedio que instalarse en la espectacular vivienda que tenía en el centro histórico de la capital, al lado del Monasterio de las Descalzas Reales y a menos de 200 metros del Teatro Real, al que tantas veces había acudido con la socialité.

Así, aquel piso que compró en 2002 estando casado con Patricia Llosa (80), se convirtió de la noche a la mañana en su refugio. Fue en su exclusivo piso próximo a la Puerta del Sol, con una superficie de 340 metros cuadrados y una terraza de 30 metros, en el que sofocó su mal de amores. La vivienda se convertiría en un auténtico búnker donde, arropado por su familia, haría frente al tsunami mediático que vino tras el final de su affaire.

Vargas Llosa tenía un piso en el número 1 de la calle Flora, en el Madrid de los Austrias.

Vargas Llosa tenía un piso en el número 1 de la calle Flora, en el Madrid de los Austrias. GTRES

Como todo el mundo recuerda, tras su sonada ruptura, a Vargas Llosa le tocó dar la cara a los medios de comunicación. La prensa, ávida de conocer de su boca cuáles habían sido los motivos de la crisis, solía hacer guardia cada día en el portal de su piso, en el número 1 de la calle Flora, para obtener nuevas declaraciones del Nobel.

Lo cierto es que Vargas Llosa se mostró siempre muy amable. Nunca tuvo reparos en aclarar, con la mayor educación del mundo, que la historia había terminado. No se mostraron tan cordiales algunos de sus seres queridos: su hija Morgana (51) y, de manera especial, la que fue su segunda mujer. Porque, poco después de finiquitar el noviazgo con la Preysler, Patricia Llosa entró en acción.

Mario Vargas Llosa, en su piso de Madrid.

Mario Vargas Llosa, en su piso de Madrid. Redes sociales

La esposa del genio de las letras volvió por sus fueros de manera felina. En su afán por defender a quien siempre consideró su marido, -aún estando con la Preysler-, no le tembló el pulso para arremeter contra la prensa. Incluso llegó a propinar un golpe con su bolso a un reportero. Un momento en el que perdió los papeles y pareció emular el mítico bolsazo de Margarita Seisdedos, madre de la cantante Yurena (55).

Todo aquel caos tuvo lugar en febrero de 2023. Para entonces, sus familiares formaban fila en su piso, ubicado en la tercera planta de un edificio del siglo XIX y a unos minutos a pie del Palacio Real, en el Madrid de los Austrias. Juntos, y haciendo piña, empezaron a acompañar a Vargas Llosa en sus salidas y entradas a su exclusiva propiedad.

Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa, en el piso del escritor en el centro de Madrid.

Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa, en el piso del escritor en el centro de Madrid. Redes sociales

El piso, con dos habitaciones y dos baños, albergaba la biblioteca del escritor, que trasladó desde Londres de manera expresa a la capital. El inmueble siempre fue uno de sus espacios favoritos. Un lugar donde no solo albergaba su valiosa colección de libros: allí se inspiraba cada día para dar rienda suelta a su imaginación y sentarse delante del papel. Porque Vargas Llosa no escribía con ordenador. Ni con máquina. Lo suyo era plasmar su talento con tinta. Y sobre el papel.

En aquella vivienda que atesoraba tantos recuerdos, el escritor gustaba de disfrutar de paseos por el centro, desde el Parque del Oeste hasta Plaza de España o el Templo de Debod, lugares de interés histórico y turístico en los que le encantaba perderse siempre que tenía tiempo libre.

También era aficionado a visitar librerías o compartir con sus allegados de almuerzos o cenas en cafés y restaurantes de la zona. También le encantaba ver desde el salón una corrida de toros, una de sus pasiones, o un partido del Real Madrid, equipo del que era forofo.

Mario Vargas Llosa, con su hija Morgana, a las puertas de la residencia del escritor en la capital.

Mario Vargas Llosa, con su hija Morgana, a las puertas de la residencia del escritor en la capital. GTRES

Por lo general, era su hijo Álvaro (59) quien lo retrataba en escenas cotidianas que posteriormente compartía en las redes sociales. Gracias a sus tuits y posts pudimos conocer algunos momentos íntimos de su biografía, así como rincones de su querida vivienda en el corazón de Madrid.

Tras la muerte de Vargas Llosa, el pasado 13 de abril, sus herederos recibirán el millonario legado del autor. Además del capital que tenía invertido o las importantes cantidades de dinero que percibía en concepto de derechos de autor, también tenía casas en París, Nueva York, Punta Cana (República Dominicana) y Lima (Perú), donde perdió la vida el pasado 13 de abril a los 89 años.