Microplásticos en el cerebro. Anna Shvets / Pexels.

Microplásticos en el cerebro. Anna Shvets / Pexels.

Salud

"Ingerimos 250 gramos al año de plástico": un estudio señala los cinco peores efectos de los microplásticos en el cerebro

La cantidad anual de partículas que entra en nuestro organismo es equivalente a "un plato de plástico".

Más información: 15 razones para dejar de utilizar el plástico: EL ESPAÑOL contra el enemigo ambiental número uno

P. Fava
Publicada

Las claves

Un estudio señala que cada adulto ingiere alrededor de 250 gramos de microplásticos al año, equivalentes a un plato entero de plástico.

Los microplásticos provienen de fuentes como mariscos, sal, alimentos procesados, envases, ropa sintética y polvo doméstico, y pueden acumularse en órganos, incluido el cerebro.

La investigación identifica cinco formas principales en las que los microplásticos afectan al cerebro: activación inmune, estrés oxidativo, alteración de la barrera hematoencefálica, daño mitocondrial y neuronal.

Los microplásticos podrían agravar enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, y los expertos recomiendan reducir la exposición cambiando hábitos diarios y eligiendo materiales alternativos al plástico.

La contaminación por microplásticos puede estar incrementando la incidencia de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson. Un nuevo estudio analiza las cinco principales maneras en que las que estas partículas pueden provocar inflamación y daños en el cerebro.

Kamal Dua, profesor asociado de la Universidad de Tecnología de Sídney y coordinador del proyecto, cifra en 250 gramos la cantidad de partículas de plástico que cada adulto del mundo ingiere al año. Esto sería equivalente, sostiene, a consumir un plato de plástico entero.

"Los microplásticos nos llegan de múltiples fuentes, como mariscos, sal, alimentos procesados, bolsas de té, tablas de cortar de plástico, botellas de plástico y comida cultivada en suelos contaminados", enumera. "También de las fibras plásticas en alfombras, polvo y ropa sintética".

Los plásticos más comunes responsables de la contaminación son el polietileno, polipropileno, poliestireno y tereftalato de polietileno (PET). "Los estudios demuestran que parte de estos microplásticos se acumulan en nuestros órganos, incluido el cerebro", advierte Dua.

La revisión sistemática, publicada en la revista Molecular and Cellular Biochemistry, es fruto de una colaboración internacional liderada por investigadores de la Universidad de Tecnología de Sídney y la Universidad de Auburn en Estados Unidos.

Los investigadores destacaron las cinco vías principales por las que los microplásticos atacan al cerebro. Estas consisten en 1) activar las células inmunitarias; 2) generar estrés oxidativo; 3) alterar la barrera hematoencefálica; 4) afectar las mitocondrias; 5) y dañar las neuronas.

"Los microplásticos debilitan la barrera hematoencefálica, volviéndola más permeable. Cuando eso ocurre, las células inmunitarias y las moléculas inflamatorias se activan, causando aún más daño a las células de la barrera”, indica Dua.

A continuación, "el cuerpo trata los microplásticos como intrusos extraños, lo que lleva a las células inmunitarias del cerebro a atacarlos". Factores como toxinas o contaminantes ambientales también generan estrés oxidativo sobre las neuronas.

Los microplásticos aumentan la cantidad de "especies reactivas de oxígeno" -moléculas inestables que pueden dañar las células- y debilitan los sistemas antioxidantes del cuerpo, que en condiciones normales mantienen esas moléculas bajo control.

"Los microplásticos también interfieren en la forma en que las mitocondrias producen energía, reduciendo el suministro de ATP (trifosfato de adenosina), que es el combustible que las células necesitan para funcionar", explica Dua.

"Esta falta de energía debilita la actividad neuronal y puede terminar dañando las células cerebrales", prosigue. "Todas estas vías interactúan entre sí, aumentando el daño en el cerebro.”

El artículo también explora las formas específicas en que los microplásticos podrían contribuir a la enfermedad de Alzheimer, aumentando la acumulación de proteína beta-amiloide y tau. También a la de Parkinson mediante la agregación de α-sinucleína que daña a las neuronas dopaminérgicas.

Keshav Raj Paudel, investigador visitante en la Facultad de Ingeniería de UTS, también está estudiando dentro de este proyecto el impacto de la inhalación de microplásticos en la salud pulmonar.

La evidencia científica sugiere que los microplásticos podrían empeorar enfermedades neurodegenerativas, pero los autores subrayan que se necesita más investigación para demostrar un vínculo directo. Sin embargo, recomiendan tomar medidas para reducir la exposición.

"Necesitamos cambiar nuestros hábitos. Evita los recipientes y tablas de cortar de plástico, no uses la secadora, elige fibras naturales en lugar de sintéticas y consume menos alimentos procesados y envasados", aconseja Paudel.

Los investigadores esperan que los hallazgos actuales contribuyan a diseñar políticas ambientales que reduzcan la producción de plástico, mejoren la gestión de residuos y disminuyan los riesgos a largo plazo para la salud pública.