El neurocientífico Javier de Felipe es investigador en el investigador del Instituto Cajal del CSIC.

El neurocientífico Javier de Felipe es investigador en el investigador del Instituto Cajal del CSIC. P.G.S.

Salud

Javier de Felipe, neurocientífico de 72 años: "Hay personas de 50 años que parecen más mayores porque ni leen ni meditan"

"El cerebro de cada uno de nosotros es la historia de nuestra vida" / "Está demostrado que el ejercicio produce cambios beneficiosos en el cerebro " / "Tener mucha memoria no es ser sabio" / "La edad no puede ser un límite para la investigación"

Más información: Hito de la neurociencia: crean el primer mapa de un cerebro adulto con todas sus conexiones neuronales

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Lo que más le "fastidia" últimamente a Javier de Felipe es la edad. A sus 72 años, este neurocientífico en activo del Instituto Cajal del CSIC no comprende que sea una barrera para llevar a cabo nuevos proyectos.

Cree que lo importante es que se valore la actividad profesional. En su caso, ha estado protagonizada por grandes logros como el de haber participado en el Human Brain Project, la iniciativa europea cuyo objetivo era comprender los misterios que aún esconde el cerebro.

Ahora, además de seguir investigando (aunque sólo pueda hacerlo, por la edad, como coinvestigador), también trata de dar a conocer la figura de Santiago Ramón y Cajal, el creador de la disciplina a la que De Felipe lleva dedicado casi medio siglo.

Lamenta que se le conozca más por el nombre de una calle o de un hospital que por todo lo que hizo. Esta ignorancia la extrapola también a la ciencia: "La sociedad no entiende que potenciarla es fundamental para un país".

¿Recuerda en qué momento decidió investigar sobre el órgano más complejo?

Desde pequeño ya me gustaba mucho la investigación, pero no centrada en el cerebro. Yo, de hecho, soy biólogo. Al principio de mi carrera estuve buscando laboratorios de lo que fuera; y caí, de casualidad, en el Instituto Cajal del CSIC, donde comencé a estudiar el sistema nervioso.

Al empezar a analizar el cerebro me quedé atrapado. Es lo que le pasa a cualquiera que lo haga porque estamos hablando de la base de nuestra humanidad. Hasta entonces no había pensado sobre eso. Pero son problemas filosófico-científicos de máximo interés.

Y así llevo más de 45 años estudiando el cerebro.

¿Qué es lo que más le ha impresionado sobre el cerebro en todo este tiempo?

A lo largo de mi carrera he vivido dos veces un antes y un después en la ciencia que nunca imaginé que viviría. Una de ellas es que las espinas dendríticas, cuya estructura es fundamental para la memoria, son dinámicas.

Y la otra fue la llegada de los microscopios Crossbeam, que supuso un avance muy grande porque permite analizar la organización sináptica en tres dimensiones, obteniendo datos que no se habían conocido hasta entonces en el cerebro humano.

La pena es que tengo 72 años. Me gustaría poder vivir otros 70 más porque los avances están siendo espectaculares.

¿Qué pensó la primera vez que tuvo un cerebro humano entre sus manos?

Cuando ves la estructura cerebral, piensas que se trata de una persona que, hace unas horas o unos días, estaba con vida, como nosotros. Y entonces comienzas a preguntarte qué es lo que hay dentro, por qué somos 8.000 millones de habitantes y ningún cerebro puede ser igual.

Hay muchos científicos que piensan que la estructura básica del ser humano es igual que la de otros mamíferos, y que lo que cambia es la complejidad. Yo no estoy de acuerdo: tenemos características que son únicas, pero también hay otras que son comunes para todas las especies.

¿Qué es lo que hace que el nuestro sea tan especial? Aunque los de los perros, los gatos o los caballos también son únicos. Ni mejores ni peores, cada uno tiene sus características.

Muchas veces nos preguntamos qué es lo que nos hace humanos. Si comparamos el cerebro de un ratón y el de un humano, cuanto más se aumenta la observación a nivel microscópico, más difícil es de diferenciarlo.

Javier de Felipe fue coordinador científico en el prestigioso proyecto europeo 'Human Brain Project'.

Javier de Felipe fue coordinador científico en el prestigioso proyecto europeo 'Human Brain Project'. Cedida

Valentín Fuster dice que cuando tiene a un paciente a corazón abierto veía si había hecho deporte y se iba a salvar. ¿Usted sabría decir si una persona ha sido feliz al observar su cerebro?

El cerebro de cada uno de nosotros es la historia de nuestra vida. Cada cual es distinto porque las conexiones y la estructura interna se van modificando con el entorno y con nuestra vida. Pero en nuestro cerebro está guardado toda nuestra historia.

Nuestra historia, así como nuestra memoria, es una propiedad emergente en el cerebro. En algunas cirugías se ha visto que si estimulas una parte, el paciente empieza a tener recuerdos. Lo que sucede es que no sabemos cómo las conexiones de los circuitos y la actividad entre ellos dan lugar a esas propiedades.

¿Cuáles diría que son los principales hábitos diarios para mejorar la memoria?

Hay varias formas de potenciar la memoria y aumentar la reserva cognitiva. El cerebro, como decía Ramón y Cajal, depende de una gimnasia mental.

Está demostrado que el ejercicio produce cambios beneficiosos en el cerebro porque da lugar a una producción de proteínas que hace que el cerebro se 'alimente'. Leer y escribir también mantiene el cerebro activo.

Conozco a personas que tienen 50 años pero parece que tienen mucho más porque ni leen ni estudian ni meditan. También conozco a escritores de más de 80 años con una mentalidad increíble porque son personas que tienen una actividad mental extraordinaria.

Muchos dicen por qué vas a estudiar y leer tanto si hay escritores que tienen alzhéimer. Pero lo que haces con eso es retrasar su aparición.

En los cerebros de personas de más de 60 años, es bastante frecuente que se formen placas beta amiloide y la proteína tau. Yo tengo ahora 72, y lo más seguro es que si me viera mi cerebro ahora a lo mejor me asusto.

Lo importante es la actividad mental. Hay muchos casos de individuos que están en residencias en las que no les incitan a llevar una vida activa, sino que les ponen la televisión con el volumen alto todo el día; y cuando pasas por delante de ellos ni se dan cuenta.

Su colega Óscar Marín ha reconocido que para optimizar su tiempo hacía las compras online. En su caso, ¿ha tenido que sacrificar algo para convertirse en uno de los neurocientíficos más destacados de nuestro país?

En mi trabajo no tengo una obsesión por querer hacerlo todo rápido. Tengo dos nietos y, aunque estoy muy ocupado siempre, si me dicen que los lleve al dentista, yo voy el primero porque son muy importantes para mí.

Mi intención no era ni es ser un gran científico, simplemente es que me encanta. Todos los días me levanto muy temprano, y no porque ponga el despertador, sino porque me acuesto pronto. Siempre estoy dándole vueltas a las cosas.

Ahora mismo, por ejemplo, estoy escribiendo un libro sobre la relación entre el cerebro de la memoria y la sabiduría. Porque tener mucha memoria no es ser sabio. Entonces, ¿qué es ser sabio si no tienes memoria?

¿Cuál es su 'secreto' para haber mantenido la motivación durante tanto tiempo?

No lo sé (se ríe). Sigo con un entusiasmo igual que si tuviera 20 años. Aunque muchas veces en las universidades o cuando estás tratando un gran proyecto lo que me preguntan es cuántos años tengo. Es lamentable que para pedir nuevos proyectos uno de los límites sea la edad.

En España, a la hora de pedir un proyecto, lo tengo que hacer como coinvestigador por mi edad. Es absurdo. En los científicos, la edad no tiene nada que ver con su productividad ni sus capacidades intelectuales.

Justo ahora he publicado un artículo junto con otro científico que tiene 82 años. Cuando hablo con él no estoy pensando en eso. También hay algunos que siguen dirigiendo el laboratorio, mientras que otros lo han dejado a los 40 años.

La edad es lo que más me fastidia ahora.

¿Cree que esta discriminación existe más allá del ámbito científico?

Es un problema de edadismo. En algunos trabajos lo entiendo perfectamente, pero siendo científico tus capacidades físicas no son tan relevantes. La edad no puede ser un límite para la investigación.

Hay investigadores que tienen 40 o 50 años que son irrelevantes, que nunca han hecho nada y quizás nunca lo van a hacer, pero siguen ahí manteniéndose. Lo importante es que valoren tu actividad profesional, no un número.

¿Le preocupa que pueda haber hallazgos en la neurociencia que no se apliquen con fines científicos porque han sido financiados con capital privado?

Hay muchos estudios que indican que ya es posible controlar la mente. Si pones electroshock en el cerebro, puedes estimular a cualquier persona y producirle miedo o aversión.

Por eso en el Human Brain Project firmábamos todos un documento en el que nos comprometíamos a no trabajar para ninguna aplicación con fines militares.

Es algo que no se va a poder parar. Por ejemplo, el potenciar las mentes de las personas.

¿Se refiere a 'crear' personas más inteligentes?

Sí, con más capacidades. Ya hay empresas que están trabajando en ello. A medida que vaya ocurriendo, la brecha en la sociedad va a ser todavía mayor porque se tratará de una tecnología muy costosa.

¿El utilizar más o menos las pantallas también va a influir en esta brecha?

Todo lo que hay a nuestro alrededor influye en el cerebro, que es muy plástico. Pero no todo tiene por qué ser malo. Yo hace poco recordaba 50 números de teléfono. Ahora ya no utilizo esa memoria para potenciar mi cerebro.

Es como en la agricultura y el desarrollo de los tractores. Estamos ante un gran avance de la humanidad, que te hace la vida más cómoda.

Aunque aprendas a sumar, si tienes que hacer muchos cálculos, inventas una máquina que lo hace. Es cierto que hay una parte del cerebro que está involucrada en estas tareas. Pero, ¿para qué quiero mi cerebro para hacer eso si no hace falta? Lo puedo utilizar para meditar, pensar o cosas que una máquina no puede hacer.

¿Cree que en un futuro nos arrepentiremos como sociedad de haberle dado 'vía libre' a los menores con las tecnologías?

El cerebro de un niño es muy plástico. Hasta los 20 años es muy susceptible a los cambios que se producen en su entorno. Por eso es importante que de pequeño aprendan a escribir, a leer y a todo lo que nos hace únicos como seres humanos.

Con los pequeños te das cuenta que se pueden quedar atrapados por las pantallas. No es bueno porque pierden el foco. Ya se está estudiando cuál es el momento más adecuado para que no se distraigan. Una modificación en la formación de las conexiones neuronales de pequeño, puede producir también un cambio de adulto.

¿Piensa que en algún momento la inteligencia artificial superará al cerebro humano?

Lo que estamos haciendo es enseñar a los ordenadores a hacer cosas que nosotros ya sabemos hacer. Lo que sucede es que cuando ellos lo aprenden, lo hacen mejor. Aunque, hoy por hoy, lo que les falta es ese plus de poder romper una regla.

Aun así, ya hay algoritmos que empiezan a crear música y no sabes si es un músico el que lo ha hecho. Son cosas que antes eran únicamente humanas, y ahora ya no lo son.

¿Por qué cree que desde que Santiago Ramón y Cajal recibiera el premio Nobel sólo ha habido otro científico español que haya logrado esta hazaña?

Ser premio Nobel no significa ser una gran figura. Hay premios Nobel que son horrorosos. Da igual que Cajal hubiera sido premio Nobel o no. Lo importante es lo que hizo. Y eso está reconocido en todo el mundo por la neurociencia. Lo que hizo Cajal fue espectacular.

¿Qué se ha hecho mal como sociedad para que sólo un 7% lo nombre cuando se les pregunta por un científico famoso?

Es una pena. Todo el mundo conoce a Cajal por las calles o por el hospital. Hay científicos que incluso tampoco conocen del todo su obra. Pero es que si no sabes qué es lo que se pensaba antes, es muy difícil de entender hacia dónde vas.

Javier de Felipe, en la exposición Museo Nacional de Ciencias Naturales que reúne dibujos originales de Ramón y Cajal.

Javier de Felipe, en la exposición Museo Nacional de Ciencias Naturales que reúne dibujos originales de Ramón y Cajal. MNCN-CSIC

¿Por qué cree que hay gobiernos que deciden recortar la inversión en ciencia?

El problema que hay muchas veces en la sociedad es que no se cree mucho en ella. La investigación cuesta dinero, pero no siempre puedes ver 'el producto'. El potenciar la ciencia y la cultura en un país es fundamental.

Cuando alguien dice que le tienen que hacer un escáner lo hace de la forma más natural, como si siempre hubiera estado ahí. Para desarrollar esta tecnología se ha necesitado inversión económica y el trabajo intelectual de muchísimos científicos.

De hecho, cuando se conoce que un famoso ha aportado una gran cantidad de dinero para investigar sobre una enfermedad, luego resulta que él, o un familiar suyo, la tiene. Porque si no, no la hubiera aportado.

Si tú sabes que la ciencia es fundamental, debes poner más inversión. Pero la sociedad en general no lo entiende. Todo lo que nosotros utilizamos para vivir mejor se basa en avances científicos.

No reflexionamos sobre ello, como tampoco pensamos en que todo está en nuestro cerebro. Considero que mi laboratorio es grande. Ha participado en proyectos importantes como el Human Brain Project y el Blue Brain. Y ahora estoy tratando de mantenerlo y que no se cierre.

Como neurocientífico, ¿qué piensa del nivel intelectual de los políticos de hoy en día?

Para mí es impresionante la poca cultura que hay y lo mal que utilizamos nuestro cerebro para el bien de la humanidad. Lo más absurdo que existe en el ser humano son las guerras.

Si gastásemos todo el dinero que se emplea en los conflictos bélicos en la convivencia, la solidaridad y la cultura, no habría pobres y viviríamos todos como en un paraíso.

Creo que debemos utilizar nuestro cerebro para ser más humanos. Yo soy optimista, y pienso que en un futuro no muy lejano seremos capaces de llegar a ese tipo de conocimiento.

Los gladiadores no parecen horrorosos ahora, pero existieron. Posiblemente las guerras también desaparezcan (si nos da tiempo, a no ser que nos matemos antes). Es una imbecilidad, es lo más estúpido que hacemos en el mundo, destruirnos a nosotros mismos.

Cuando estábamos haciendo el esfuerzo para hacernos con un microscopio ocular pensaba qué caro es. Vale unos 50.000 euros. Luego ves que en una hora lanzan en una guerra 5.000 misiles que valen 300.000 euros cada uno. Con esa hora podrías solucionar el programa de toda la investigación en España.