Hamburguesa y patatas fritas de comida rápida: ultraprocesados por definición.

Hamburguesa y patatas fritas de comida rápida: ultraprocesados por definición. Isaac Taylor

Salud

España, en la lista negra de la dieta ultraprocesada mundial: su consumo se ha triplicado desde los años 80

Una gran revisión internacional que publica 'The Lancet' sitúa a nuestro país entre los más perjudicados por los alimentos ultraprocesados.

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Las claves

El consumo de alimentos ultraprocesados en España se ha triplicado desde los años 80, pasando del 11% al 32% en la cesta de la compra.

Una revisión internacional publicada en The Lancet asocia el auge de ultraprocesados con más de 90 factores de riesgo para enfermedades crónicas como obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Expertos advierten que el incremento de ultraprocesados desplaza los alimentos frescos y está impulsado por grandes corporaciones mediante márketing y lobby político.

El informe recomienda políticas públicas firmes, como las implementadas en comedores escolares brasileños, para limitar ultraprocesados y priorizar productos frescos en la dieta.

Los alimentos ultraprocesados están conquistando los hábitos dietéticos de todo el mundo, desplazando patrones alimentarios saludables basados en productos frescos y mínimamente procesados. Esta es la conclusión de una gran revisión a cargo de 43 expertos internacionales que publica la prestigiosa revista The Lancet, y que alerta del auge de las enfermedades crónicas relacionadas.

España sale particularmente mal parada de esta revisión. El equipo del epidemiólogo Carlos Monteiro, profesor de la Universidad de São Paulo en Brasil, calculó la proporción de ultraprocesados en la cesta de la compra de varios países a lo largo de las tres últimas décadas. Para ello usaron la clasificación 'NOVA', acuñada por el propio Monteiro.

La lista NOVA determina el nivel de procesamiento de un producto alimentario en base a los ingredientes baratos de origen industrial que incorporan, como grasas hidrogenadas, proteínas aisladas o siropes de glucosa y fructosa.

También se incluyen los aditivos destinados a incrementar la palatabilidad del alimento sin contribuir a su valor nutricional, como los edulcorantes, los emulsificantes o los azúcares añadidos. Se trata de sustitutivos de nutrientes más importantes, como la fibra alimentaria o los carbohidratos complejos, que introducen a cambio más calorías vacías.

El estudio longitudinal ha permitido determinar que, en los últimos 30 años, la proporción de ultraprocesados en la cesta de la compra en España se ha triplicado, pasando del 11% al 32%. En China, ha crecido del 4% al 10% en el mismo periodo, y en México y Brasil, del 10% al 23% en 40 años. En Estados Unidos y Reino Unido ya supera el 50%.

"El consumo creciente de alimentos ultraprocesados está reformulando las dietas en todo el mundo, desplazando a los productos frescos", denuncia Monteiro. "Este cambio alimentario viene impulsado por grandes corporaciones mundiales que obtienen grandes beneficios, con un extenso apoyo de márketing y una amplia actividad de 'lobby' político para frenar las políticas de salud pública".

Una revisión sistemática asociada en base a 104 estudios a largo plazo determinó que existen al menos 92 factores de riesgo relacionado con diversas enfermedades crónicas asociados a este incremento de consumo de ultraprocesados. Estas incluirían la obesidad, la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, la depresión y la muerte prematura por cualquier causa.

El segundo de los trabajos recogidos en esta edición de The Lancet se ha centrado en las políticas de salud pública para reducir y regular la producción, el márketing y el consumo de ultraprocesados. Un ejemplo reseñado es el de los comedores escolares brasileños, que establecen por ley un mínimo de 90% de productos frescos en el menú diario.

"Mejorar las dietas en todo el mundo requiere de políticas a medida de cada situación nacional y en función de cuánto se han infiltrado los ultraprocesados en los hábitos diarios", valora una autora, la profesora Marion Nestle de la Universidad de Nueva York.

"Las prioridades pueden ser distintas", insiste Nestle, "pero se requiere de una acción urgente para regular las comidas ultraprocesadas mientras se mantienen las iniciativas para reducir las grasas insanas, la sal y los azúcares añadidos".

El tercero y último de los artículos señala que el consumo de ultraprocesados no responde únicamente a una elección personal de los consumidores, sino que deriva de un sofisticado conjunto de tácticas emprendidas por las corporaciones. Estas incluyen las labores de lobby para bloquear las políticas de salud pública, la promoción de grupos de opinión y los litigios en los tribunales.

La profesora Karen Hoffman, de la Universidad del Witwatersrand en Sudáfrica, se muestra tajante en este artículo. "Al igual que nos enfrentamos a la industria del tabaco hace décadas, necesitamos una respuesta global valiente y coordinada para doblegar el poder desproporcionado de estas empresas, y construir redes alimentarias que prioricen la salud y el bienestar".