Aurelio Rojas, cardiólogo, advierte sobre el antiinflamatorio más común.

Aurelio Rojas, cardiólogo, advierte sobre el antiinflamatorio más común.

Salud

Aurelio Rojas, cardiólogo, confirma las peores noticias: "El ibuprofeno es de los fármacos más dañinos para el corazón"

Los expertos coinciden en que el paracetamol y, en algunos casos, el naproxeno a dosis bajas son alternativas más seguras que el ibuprofeno para quienes presentan riesgo cardiovascular.

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El ibuprofeno es uno de esos medicamentos que todos tenemos en casa. En España, el ibuprofeno es el analgésico más solicitado entre los 26 y los 50 años. Según los datos disponibles, “casi 9 de cada 10 personas (88,5%) lo piden directamente” sin receta. Alivia el dolor, baja la fiebre y parece inofensivo.

Sin embargo, según el cardiólogo Aurelio Rojas, se trata de “uno de los peores fármacos para el corazón”. En un vídeo en Instagram, el especialista advierte sobre su uso indiscriminado con un mensaje claro: el ibuprofeno puede ser peligroso, sobre todo en personas con antecedentes o factores de riesgo cardiovascular.

La principal preocupación de Rojas está en su mecanismo de acción. Como otros antiinflamatorios no esteroideos (AINE), el ibuprofeno bloquea la enzima COX-2. Esto “reduce las prostaciclinas, sustancias vasodilatadoras y antiagregantes”. En otras palabras, interrumpe una defensa natural de las arterias.

Como consecuencia de ello, advierte Rojas, se genera un entorno propicio para el daño cardiovascular: “mayor tendencia a la agregación plaquetaria, la vasoconstricción y esto es un terreno perfecto para los infartos y las trombosis”, señala.

Pero el peligro no termina ahí. El ibuprofeno también interfiere en la función renal. “El fármaco sube la presión arterial y empeora la insuficiencia cardíaca”, señala Rojas. Lo hace al favorecer la “retención de sodio y agua en nuestros riñones”. Este exceso de líquido, advierte, puede ser “un grave problema si tu corazón no está bien”.

Otro efecto en los riñones es que “al inhibir las próstaglandinas renales, reduce la perfusión glomerular”. Es decir, disminuye el flujo de sangre en los riñones, lo que desencadena un círculo vicioso: “más hipertensión, más sobrecarga de líquido y a medio plazo más riesgo de infarto e ictus”.

Rojas insiste en un mensaje clave: el riesgo depende de tres factores —la dosis, la duración y el perfil de quien lo toma—. En personas sanas, su uso ocasional apenas plantea problemas. “En gente joven, sana y para un uso puntual, por ejemplo dolor de cabeza, el riesgo es mínimo”, explica.

Pero advierte que en otros casos puede ser peligroso. “En pacientes con factores de riesgo como hipertensión, que ya tienen problemas de corazón o riñón, conviene evitarlo o buscar alternativas más seguras.” Entre esas opciones, el especialista cita el paracetamol y el naproxeno a dosis bajas, siempre bajo consejo médico.

La clave está en las dosis

Las agencias reguladoras europeas llevan años analizando el perfil de riesgo del ibuprofeno y sus efectos sobre el sistema cardiovascular. Tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA) como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) han llegado a conclusiones coincidentes: el problema está en la dosis.

La AEMPS fue clara al establecer su umbral de seguridad. El riesgo de infarto o trombosis arterial “se asocia principalmente al uso de dosis altas de ibuprofeno, iguales o superiores a 2.400 mg diarios”. A partir de esa cifra, la probabilidad de sufrir un evento cardiovascular grave se incrementa de forma notable.

En cambio, el uso ocasional y en dosis moderadas no parece presentar un peligro significativo. Según la AEMPS, “no se ha observado un incremento del riesgo cardiovascular con dosis de hasta 1.200 mg/día”, que equivale a las presentaciones más comunes disponibles sin receta (dos tomas de 600 mg).

El riesgo aumenta cuando el ibuprofeno se combina con tratamientos cardioprotectores. La AEMPS advierte que “disminuye el efecto antiplaquetario del ácido acetilsalicílico” (aspirina), una interacción que puede reducir la eficacia preventiva frente a infartos o trombosis en pacientes que la toman a dosis bajas.

Aunque esta interferencia “no se ha demostrado clínicamente significativa en todos los casos”, los expertos recomiendan evitar la administración conjunta y prolongada sin supervisión médica. En pacientes con patología cardiovascular, ese pequeño margen de error puede ser decisivo.

La advertencia cobra especial relevancia en determinados perfiles de pacientes. Según la Fundación Española del Corazón (FEC), “en personas con hipertensión arterial, arritmias cardiacas, insuficiencia cardiaca e insuficiencia renal, no es recomendable su uso porque puede empeorar la situación basal del paciente”.