El consumo de benzodiacepinas se ha disparado entre los más jóvenes.

El consumo de benzodiacepinas se ha disparado entre los más jóvenes. Pablo García Santos.

Salud

Los jóvenes pierden la batalla de la salud frente a los 'boomers': sufren más cáncer, diabetes y depresión que sus antecesores

El aumento de los diagnósticos tempranos no solo implican una incidencia mayor, sino una vejez con peor calidad de vida, explican los expertos.

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La generación Z y la del baby boom viven en una comparativa constante. Se habla de condiciones laborales, poder adquisitivo o el acceso a la vivienda. Hay cosas muy claras, como que ahora los jóvenes tardan mucho más en emanciparse o dedican una mayor parte del sueldo para pagar un alquiler o una hipoteca.

En las últimas décadas, la ciencia ha avanzado y, con ella, la esperanza de vida, los tratamientos y la supervivencia a muchas enfermedades. Esto podría llevar a pensar que gracias a ello, los jóvenes han ganado en salud. No obstante, parece que eso no se ha traducido en un incremento frente a sus antecesores.

De hecho, parece que las generaciones millennial y Z están perdiendo también esta batalla. Ahora su salud es peor que la de sus padres o sus abuelos con la misma edad, como afirma Mariana Fernández, investigadora del área de Epidemiología y Salud Pública del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER).

Durante el siglo pasado, explica, predominaban las enfermedades infecciosas, que pueden parecer muy alarmantes, pero son más controlables. En las últimas décadas, esta situación ha cambiado y lo que se ve actualmente es la predominancia de las enfermedades no transmisibles, dice la experta.

"Las enfermedades de carácter ambiental son silentes, inadvertidas, van haciendo daño poco a poco y no dan la cara hasta que ya es demasiado tarde", describe la experta. Todos los cambios ambientales que hemos vivido desde finales de la década de 1990 han propiciado el adelanto de diagnósticos como el de la diabetes tipo 2, la insuficiencia cardíaca o el cáncer.

En cuanto a la diabetes tipo 2, es difícil conocer la cifra exacta del aumento, ya que no hay registros homogéneos a nivel nacional para esta enfermedad en menores. Sin embargo, Marc Saiz, investigador del CIBER, habla de un "aumento importante" a edades tempranas.

Un estudio publicado en 2024 observó una incidencia de cánceres de páncreas, riñón e intestino delgado hasta tres veces mayor en los nacidos en 1990 que en aquellos que llegaron al mundo en 1955. "Ahora diagnosticamos cáncer de mama en mujeres a los 30 años"

Puede parecer paradójico, ya que los jóvenes fuman menos en la actualidad que sus antecesores boomers. En 1987 fumaba el 51,8% de los jóvenes de 16 a 24 años. En 2024 lo hacían el 19,5%, según datos del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, el tabaco es solo uno de los factores de riesgo. Es muy importante, pero no es el único.

Hay otros factores que no han cambiado o, incluso, han empeorado. Algunos de ellos son el aumento de la contaminación, el auge de los alimentos ultraprocesados y el incremento de los niveles de sedentarismo de las últimas décadas, dice Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

En cuanto al consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas, Armenteros sostiene que los niveles no han cambiado mucho, aunque sí lo han hecho las formas.

En cuanto a sustancias psicoactivas, si bien la heroína ya no es protagonista (como sí lo era en la década de los años 80 y 90), ahora el cannabis es la droga más consumida por los jóvenes. Además, aunque en los últimos años se ha reducido, todavía hay una fuerte presencia de las sustancias de diseño (como el éxtasis o la ketamina).

"Ahora hay una generalidad de consumo y un acceso muy grande", advierte Armenteros. Asimismo, cree que el daño de estas sustancias pasa más desapercibido que en la generación del baby boom.

Las décadas de 1980 y 1990 fueron "momentos graves y de gran impacto" por la elevada mortalidad que provocó la crisis de la heroína. Actualmente, las tasas de mortalidad son mucho más bajas, pero estas sustancias multiplican el riesgo de sufrir cáncer y problemas de salud mental, como la esquizofrenia.

"En un futuro cercano esperamos un incremento de la mortalidad en épocas más tempranas y en personas más jóvenes, que serían impropios para el nivel de la ciencia que existe actualmente", cuenta el portavoz de la SEMG.

Una peor salud mental

Quizá una de las cosas que más se destaca de las nuevas generaciones es el aumento de problemas de salud mental a edades tempranas. En España, el 52,3% de los jóvenes manifiesta un estado de ansiedad de moderado a grave, y el 20,6% sufre sintomatología grave.

Con la depresión pasa casi lo mismo. El 54% reconoce tener dificultades relacionadas con el bajo estado de ánimo, más de la mitad. De ellos/as, el 28,5% está en los dos niveles de moderado a grave y severo.

José Guillermo Fouce, presidente de Psicología sin Fronteras y doctor en esta disciplina por la Universidad Complutense de Madrid, manifiesta que en este incremento hay varios agentes implicados. Por un lado, la crisis de covid-19 marcó un antes y un después.

También son una generación con peores condiciones a nivel económico, laboral y, aunque parezca paradójico, se enfrentan más a una soledad no deseada. Aunque pueden enlazar con mucha gente por redes sociales y tener muchas conversaciones, en la mayoría de casos "no se producen conexiones reales", defiende el psicólogo.

El presidente de Psicología sin Fronteras, añade que, actualmente, hay una tendencia a medicalizar este malestar. Prueba de ello es que España es uno de los mayores consumidores de benzodiacepinas del mundo. "Esto puede engordar las cifras si se considera que los jóvenes buscan, quizá, esa píldora de la felicidad que les sane o que les haga sentir bien", argumenta.

Para Fouce la tarea pendiente del sistema actual es hablar sobre cómo manejar ese malestar, cómo enfrentarlo. Esto debe pasar tanto por la prevención como por la accesibilidad del trabajo emocional para que los jóvenes "puedan abordar estas dificultades con una mochila que le permita responder".

Un ambiente que empuja la enfermedad

Fernández, de CIBER, cuenta que este empeoramiento de la salud, sobre todo la física, es fruto de un ambiente que predispone a ello a los jóvenes "desde la barriga". Durante la gestación ya están expuesto a factores que condicionarán su salud.

Los cambios en la alimentación, el aumento de la contaminación, o los niveles de sedentarismo que enmarcan la vida de la madre también comienzan a predisponer al feto a tener una peor salud durante su vida.

Otra paradoja de los jóvenes actuales es que viven en un momento en el que la esperanza de vida está creciendo, pero no está muy claro con qué calidad llegarán a la vejez. Saiz lo tiene claro, las tendencias apuntan a que disfrutarán menos años libres de enfermedad que la generación del baby boom.

Esto significa que no solo se detectan antes las patologías y tienen menos salud actualmente, sino que también es bastante posible que envejezcan con una calidad peor de vida que sus antecesores, si se cumple la predicción.