El humo de un incendio sobre Abejera de Tabara (Zamora), la semana pasada.

El humo de un incendio sobre Abejera de Tabara (Zamora), la semana pasada. Susana Vera Reuters

Salud

'Generación incendio': el humo puede dejar secuelas en el desarrollo de hasta el 4,4% de los bebés nacidos este verano

Diversos estudios advierten de los riesgos en el embarazo y para recién nacidos de la exposición al humo de los incendios.

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En los últimos cinco años han nacido, a lo largo del verano, unos 3.800 bebés en las provincias más expuestas al humo de los megaincendios que están asolando España este agosto.

Son el 4,4% de los que nacerán en nuestro país en los meses estivales y el humo al que han estado expuestos podría tener consecuencias no solo en su salud sino en su desarrollo.

Las llamas han arrasado miles de hectáreas en las provincias de Cáceres, León, Orense y Zamora. El humo, además, ha trascendido a otras zonas, principalmente provincias aledañas como Asturias, Ávila, Palencia o Salamanca.

Según los datos publicados por el INE, en los últimos cinco años han nacido de media 86.759 niños en junio, julio y agosto. De ellos, 1.700 lo han hecho en las provincias con las que se han cebado los grandes incendios.

A ellos se suman otros 2.100 de Asturias, Ávila, Palencia y Salamanca, si bien la extensión del humo ha llegado a otras muchas áreas muy alejadas.

De hecho, según el sistema europeo de vigilancia por satélite Copernicus, las emisiones de carbono generadas en una sola semana de agosto por los megaincendios ha hecho que 2025 sea el año con más emisiones desde 2003.

El carácter puntual de los incendios hace que sus mayores efectos sean inmediatos, pero varios estudios realizados últimamente ponen énfasis en que algunas consecuencias podrían mantenerse a largo plazo, sobre todo en las generaciones más vulnerables.

"Está claro que el humo de los incendios, como el de las industrias o el tabaco, tiene características nocivas, porque contiene diversas sustancias perjudiciales", explica Antonio Moreno, presidente de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica.

Estas sustancias son "el monóxido y dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles y otras partículas pequeñas".

El pediatra apunta que los riesgos más conocidos son la irritación de garganta, tos, bronquitis o exacerbaciones de problemas previos como el asma, que son problemas agudos.

Consecuencias a largo plazo

Las consecuencias a largo plazo "están menos estudiadas porque la exposición es aguda. Lógicamente, si están expuestos más tiempo, va a provocar más afectación".

No obstante, diversos trabajos van apuntalando cómo esta exposición al humo puede afectar de múltiples maneras a los más vulnerables.

Las secuelas comienzan en el embarazo. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford concluía que el humo procedente de incendios forestales puede provocar nacimientos prematuros.

Cada día adicional de exposición aumentaba el riesgo y una semana completa lo incrementaba en un 3,4%. El impacto era mayor si la exposición ocurría entre las semanas 14 y 26 de gestación.

Otros trabajos han asociado la exposición a las emisiones de los incendios con un mayor riesgo de abortos involuntarios y un menor peso de los recién nacidos.

A su vez, el bajo peso al nacer —generalmente, menos de 2.500 gramos— se relaciona con una mayor mortalidad neonatal, hipoglucemia, dificultades respiratorias y problemas neurológicos y digestivos, entre otros.

En el largo plazo pueden aparecer dificultades en el aprendizaje, retrasos en el desarrollo físico e intelectual y un sistema inmune menos desarrollado que conduce a una mayor vulnerabilidad frente a las infecciones.

También se ha observado una asociación entre la exposición al humo de incendios durante el embarazo y un mayor riesgo de trastornos del espectro autista y TDAH, similar al identificado por la exposición a la polución urbana.

Al tratarse de estudios observacionales, no obstante, los investigadores no pueden establecer una relación causa-efecto entre el humo de los incendios y mayor riesgo de ciertos trastornos.

Este es el principal problema de la investigación sobre los efectos de los grandes fuegos forestales. Solo se pueden inferir sus consecuencias y no establecer una relación directa.

Esto es debido a que no se pueden eliminar otros factores que podrían influir en el resultado, como unas características poblacionales determinadas o la exposición a otros productos (por ejemplo, el gas radón).

Efectos en el aprendizaje

Con todo, hay otras formas de inferir los efectos del humo de incendios. Estudios en animales han mostrado cómo la inhalación de humo provoca inflamación en el hipocampo, una estructura cerebral vital para el aprendizaje y la memoria.

Otras investigaciones hacen hincapié en el efecto inmediato del fuego en las consultas y los ingresos por enfermedades respiratorias.

Un estudio publicado en The Lancet Planetary Health y liderado por investigadores de ISGlobal concluyó que, al día siguiente de un incendio forestal, las visitas hospitalarias en niños del sur de Mozambique aumentaban un 6% y lo hacían en un 12% si eran por causas respiratorias.

Aunque está por determinar la influencia a largo plazo de estos problemas agudos, los expertos consideran que existe un riesgo de alteraciones en el desarrollo por la toxicidad de las partículas finas, sobre todo las PM2.5.

Estas partículas, consideradas especialmente perjudiciales por la Organización Mundial de la Salud, pueden permanecer en suspensión en las semanas posteriores a los incendios.

Por eso, Antonio Moreno, presidente de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica, hace hincapié en que debe evitarse la exposición al humo en la medida de lo posible.

"Los niños pequeños no pueden ponerse mascarillas FFP2 —las quirúrgicas no filtran los suficiente— pero sí que pueden permanecer en casa, salir poco, usar el aire acondicionado con mecanismo de recirculación o filtros HEPA".

En niños mayores, el pediatra apunta que es importante "que los niños no jueguen con la ceniza, porque puede ser irritante".