La IA registra los movimientos en todos los puntos para establecer métricas del párkinson. En el recuadro, Álvaro Sánchez Ferro.

La IA registra los movimientos en todos los puntos para establecer métricas del párkinson. En el recuadro, Álvaro Sánchez Ferro. Cedida

Salud

Ver el párkinson desde casa con los 'cinco lobitos' o una sonrisa: así es el proyecto pionero de estos médicos españoles

Un equipo del 12 de Octubre utiliza IA para detectar los primeros signos del párkinson, incluso cuando son imperceptibles al ojo entrenado.

Más información: Golpe al párkinson desde España: la nueva técnica que abre la puerta a terapias revolucionarias

Publicada

Un hombre mueve las manos haciendo círculos. Los dedos, los brazos. Taconea, levanta las piernas, hace muecas, sonríe y se aleja caminando. Una cámara lo graba todo: es la forma en que médicos del Hospital Universitario 12 de Octubre quieren detectar el párkinson.

"Todavía estamos desarrollando el aplicativo", explica Álvaro Sánchez Ferro, neurólogo del centro y uno de los impulsores del proyecto.

"Ahora lo graba un neurólogo, pero la idea es que sea el paciente el que se vaya grabando con la cámara del móvil, mientras la app le dice que haga diferentes tareas: mover las manos como si hicieran los 'cinco lobitos', golpear pulgar e índice... Para medir discinesia".

Sánchez Ferro y su equipo han grabado los movimientos de una treintena de pacientes de párkinson y veinte personas sanas para desarrollar un algoritmo que permita a la inteligencia artificial desentrañar los primeros signos de la enfermedad.

Aunque los legos lo asociamos con un temblor generalizado del cuerpo, el párkinson, como todas las enfermedades neurodegenerativas, empieza con detalles casi imperceptibles, como una mayor rigidez en las extremidades o la expresión facial.

Detectar estos signos y tratarlos cuanto antes es vital. Aunque se trata de una enfermedad incurable, una intervención temprana —con medicamentos o cirugía, principalmente— puede retrasar notablemente el deterioro de la enfermedad y ganar calidad de vida.

El problema es que el proceso para distinguir estos primeros síntomas se basa en algo totalmente subjetivo.

"Nosotros miramos al paciente, le pedimos que haga diferentes tareas, pero lo tenemos que medir con nuestros propios ojos", explica el neurólogo.

"Nuestros ojos están entrenados pero no somos precisos y el proceso es subjetivo. Es difícil tomar estas decisiones porque, a veces, no sabes si una mano es más lenta o puede ser por la edad, porque no es la mano dominante, etc."

A veces, también resulta complicado determinar si el paciente que está siendo tratado está mejorando o no "cuando le ves una vez cada cuatro o cinco meses, a veces no está claro si el tratamiento está funcionando".

De ahí surgió este proyecto, en el que participan en la parte médica, además de Sánchez Ferro, los neurólogos del 12 de Octubre David Pérez Martínez y José Lapeña, y la investigadora de la Universidad Northwestern de Chicago Marina Hernández González-Monje.

A ellos se les une un grupo de ingenieros: Norberto Malpica, Edgar Rangel y Katherine Coutinho, de la Universidad Rey Juan Carlos, y José Carlos Martínez Ávila, de la Politécnica.

Para superar la subjetividad del ojo clínico, han entrenado a una inteligencia artificial para que establezca unas métricas objetivas que adviertan los primeros signos de la enfermedad.

Esta primera parte ya la tienen cerrada. "Hemos mandado ya los primeros resultados para presentarlos en el congreso de la Sociedad Internacional de Párkinson y Trastornos del Movimiento, que se celebra el próximo octubre en Honolulu (Hawaii, EEUU)".

Un ojo 'objetivo' para el párkinson

Sánchez y su equipo no son los únicos que buscan utilizar el ojo 'objetivo' de la inteligencia artificial para detectar el párkinson.

Un trabajo liderado por Ehsan Hoque, de la Universidad de Rochester (Nueva York, EEUU), analizó las expresiones faciales de 1.452 participantes, incluyendo 391 personas con párkinson.

La investigación, publicada en la revista New England Journal of Medicine, concluyó que la sonrisa tenía un valor predictivo a la hora de diferenciar individuos con o sin la enfermedad.

La idea es tener un método económico para permitir a países con pocos neurólogos acceder a un diagnóstico sencillo de la enfermedad.

Aunque España no escasea en neurólogos, Sánchez Ferro y su equipo van más allá. "Pueden pasar entre cuatro y seis meses para que te vea un especialista, y luego pueden pasar otros tantos meses hasta que te hacen las pruebas".

Para confirmar las sospechas diagnósticas, el neurólogo suele ordenar pruebas de imagen como el TAC (tomografía axial computarizada) o el DatScan (una prueba de imagen más específica para detectar la pérdida de neuronas dopaminérgicas en el cerebro).

Con la herramienta desarrollada por el 12 de Octubre, un médico de familia podría hacer una evaluación preliminar e incluso pedir pruebas de imagen, acelerando los tiempos de diagnóstico y permitiendo al neurólogo contar con toda la información cuando llegara el paciente.

El paciente se grabaría en su casa, con su propio teléfono móvil, haciendo distintos movimientos. Solo necesitaría la ayuda de alguien más para grabarse caminando, una de las pruebas a las que se tiene que someter.

La herramienta también puede ser un método de seguimiento del paciente una vez diagnosticado, explica Sánchez Ferro.

Su intención es más ambiciosa. "Podemos extenderlo a otras enfermedades, como las demencias, que se basan en la observación de personas".

"Es un nuevo modelo de hacer medicina que permite hacer un filtrado inicial y ser más objetivo, acortar los tiempos de diagnóstico... En resumen, optimizarlo todo", afirma.

No obstante, el neurólogo del 12 de Octubre, que también coordina el grupo de trastornos del movimiento de la Sociedad Española de Neurología, mantiene los pies en la tierra.

"En la práctica clínica está todo muy regulado, y se tarda entre 4 y 7 años en tener el marcado CE", el sello de aprobación de la Comisión Europea para implantar una tecnología sanitaria.

Y primero tendrían que hacerlo con una indicación. Por eso, Sánchez Ferro y su equipo buscan centrar primero su objetivo en un punto concreto. "Tenemos el horizonte temporal en unos 4 o 5 años".

Cinco años para cambiar la forma de hacer medicina.