Chris Cotton, paciente de cáncer de vejiga.

Chris Cotton, paciente de cáncer de vejiga.

Salud

Me diagnosticaron cáncer de vejiga incurable a los 50 años: el síntoma común en España al que deberías prestar atención

Cada año se diagnostican más de 20.000 casos de cáncer de vejiga en España, pero el diagnóstico llega tarde a muchos pacientes.

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El cáncer de vejiga es una de las neoplasias más comunes en el mundo, aunque rara vez recibe la atención mediática que acompaña a otros tipos de cáncer. Según datos de Globocan, en 2022 se diagnosticaron 614.298 nuevos casos a nivel mundial, lo que lo sitúa en el noveno lugar en frecuencia considerando ambos sexos. Su incidencia muestra claras diferencias geográficas: es mucho más común en Europa occidental -incluida España- y en América del Norte, en comparación con Asia o Europa del este.

En nuestro país, el cáncer de vejiga fue el quinto tumor más diagnosticado en 2023, con 17.364 casos detectados en hombres y 4.496 en mujeres, según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Sin embargo, a pesar de esta elevada incidencia, ocupa el octavo lugar en mortalidad, con 4.434 fallecimientos ese mismo año. Esta discrepancia entre frecuencia y letalidad subraya la importancia del diagnóstico precoz y de no pasar por alto sus síntomas, por comunes que parezcan.

Ese fue precisamente el caso de Chris Cotton, un padre de familia de 50 años, cuya historia ilustra cómo señales aparentemente menores pueden ocultar una enfermedad grave, del que se ha hecho eco el medio británico Daily Mail. Todo comenzó en octubre de 2022, cuando acudió a su médico de cabecera tras notar molestias al orinar y un aumento en la frecuencia con la que necesitaba ir al baño. Los síntomas eran compatibles con una infección urinaria, por lo que le recetaron antibióticos. Chris también tomó zumo de arándano, un remedio casero habitual para este tipo de afecciones.

El hallazgo

Al principio, pareció funcionar. “Desapareció por un tiempo”, recuerda. Pero los síntomas volvieron meses más tarde, con la misma intensidad. Pese a sus esfuerzos por controlarlos -“bebía zumo de arándano, pensando que eso eliminaría lo que estuviera causando el dolor, pero no tuvo mucho efecto”-, el malestar persistía. Fue entonces cuando, tras varias visitas al médico, se le derivó a un especialista del Hospital Leighton en Crewe.

Allí, tras realizarle escáneres y una biopsia, se descubrió un tumor de 10 centímetros en la vejiga. El diagnóstico fue contundente: cáncer de vejiga con invasión muscular. Poco después, nuevas pruebas revelaron que se encontraba ya en estadio cuatro, con metástasis en los ganglios linfáticos pélvicos y en un vaso sanguíneo cercano a la vejiga. “Me preparé para que pudiera ser cáncer. Después de que el médico se fue, me impactó y estuve triste un rato”, confiesa Chris.

El diagnóstico definitivo llegó el 3 de enero, un día después de su 50 cumpleaños: incurable. “La oncóloga dijo que era incurable. Pregunté de cuánto tiempo estábamos hablando… Ella dijo que si aceptamos que el cáncer se está diseminando, y otras opciones no funcionan, estaríamos hablando de 12 a 24 meses”.

Factores de riesgo y cómo tratarlo

Según la AECC, el tipo más común de cáncer de vejiga es el carcinoma de células transicionales, que se origina en las células que recubren el interior de la vejiga urinaria. Aunque es menos frecuente, también puede aparecer en otras partes, como los uréteres o la uretra. En sus primeras fases, suele crecer hacia el interior de la vejiga formando lesiones tipo pólipo o verruga, que pueden ser extirpadas si se detectan a tiempo. Sin embargo, si el cáncer progresa, puede penetrar en capas más profundas de la vejiga e incluso diseminarse, lo que reduce significativamente las opciones de tratamiento y las probabilidades de curación.

El principal factor de riesgo es el tabaco, en cualquiera de sus formas. De hecho, se han detectado sustancias cancerígenas en la orina de usuarios de cigarrillos electrónicos, aunque su papel específico en el cáncer de vejiga aún no está del todo claro. El segundo factor de riesgo es de tipo ocupacional, relacionado con la exposición prolongada a sustancias químicas como aminas aromáticas y ciertos hidrocarburos, lo que representa aproximadamente el 10% de los casos.

Actualmente no existen campañas de cribado para la detección precoz dirigidas a la población general, lo que dificulta identificar la enfermedad en sus primeras fases. El síntoma más importante es la hematuria -sangre en la orina-, aunque no siempre se presenta y, cuando lo hace, suele ser indolora, lo que lleva a muchos pacientes a ignorarla.

El diagnóstico se confirma mediante distintas pruebas: citología urinaria, ecografía, TAC y especialmente la cistoscopia, que permite visualizar el interior de la vejiga. A esto se añade la biopsia, que determina el tipo y grado del tumor.

El tratamiento depende de la fase en la que se detecte. Si el tumor no ha invadido la capa muscular, se puede tratar mediante resección transuretral (RTU) y tratamientos intravesicales como la mitomicina o la BCG, con una buena probabilidad de curación y menor impacto en la calidad de vida del paciente. En cambio, si el cáncer ha alcanzado el músculo vesical o se ha diseminado, el abordaje suele ser más agresivo e implica cirugía radical (como la cistoprostatectomía), quimioterapia, inmunoterapia y/o radioterapia.

Por todo ello, como advierte la AECC, la prevención y el diagnóstico temprano siguen siendo claves. Evitar el tabaco es la principal medida preventiva, y no ignorar síntomas como los cambios al orinar o la presencia de sangre puede marcar la diferencia entre un tratamiento curativo o paliativo.