Unos niños comen su menú escolar en una imagen de archivo.

Unos niños comen su menú escolar en una imagen de archivo. Javier Cebollada Efe

Salud

La cruel paradoja de la obesidad infantil en España: por qué los niños pobres tienen más exceso de peso que los 'ricos'

El número de niños con obesidad en familias que ingresan menos de 18.000 euros  al año duplica el de aquellas que ingresan más de 30.000.

Más información: Dos de cada diez niños ya son obesos en España: por qué la epidemia de obesidad va a peor en todo el mundo

Publicada

La intención del Gobierno de establecer por ley una alimentación saludable en la escuela es una antigua reivindicación de los profesionales que trabajan por la salud de la infancia. No solo porque unos dos millones de niños comen a diario en el su colegio, sino porque es una forma de revertir una amarga tendencia: la diferencia de exceso de peso entre niños de familias de mayores y menores ingresos es cada vez más amplia.

Según el estudio Aladino (Alimentación, Actividad física, Desarrollo infantil y Obesidad), promovido la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, el porcentaje de niños y niñas de entre 6 y 9 años con sobrepeso u obesidad disminuyó del 40,6% en 2019 al 36,1% en 2023.

Sin embargo, mientras que en las familias con ingresos superiores a 30.000 euros anuales se observó exceso de peso en un 29,2% de los menores, en aquellas con menos de 18.000 euros alcanzaba el 46,7%.

Además, al mirar solo el porcentaje de niños y niñas con obesidad, la diferencia entre familias 'ricas' y 'pobres' es de más del doble: 10,9% frente al 23,6%.

La desigual situación también se observa a lo largo del tiempo. Entre 2011, que es cuando empezó la primera oleada del estudio Aladino, y 2023, la última, el porcentaje de niños con exceso de peso disminuyó casi diez puntos porcentuales en las familias ricas (del 38,6% al 29,2%), pero solo lo hizo tres puntos en el caso de las pobres (del 49,7% al 46,7%).

"A los pediatras nos preocupa mucho el nivel socioeconómico de las familias", explica Julio Álvarez Pitti, jefe del servicio de Pediatría del Hospital General de Valencia y coordinador del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP). "La obesidad se va a ir convirtiendo en una enfermedad de los que menos pueden".

No hay una única causa para explicar el exceso de peso infantil. Está la genética, factores ambientales como la exposición a disruptores endocrinos, los hábitos de comportamiento alimentario, la actividad física o el entorno.

"Muchos de estos factores se relacionan unos con otros", señala el pediatra, que además es investigador de los Centros de Investigación Biológica en Red sobre Obesidad y Nutrición (Ciberobn).

Aquí es donde entran en juego los ingresos. No se trata solo del precio de una alimentación saludable (la basada en legumbres, verdura o frutas y que elude los productos procesados), pues "los alimentos sanos no son mucho más caros que los poco saludables", sino que afecta al entorno (menos espacios verdes para actividades al aire libre) y las actividades deportivas regladas como apuntarse a un equipo de fútbol.

Además, "cuando estás pensando en solventar tus problemas económicos, la capacidad para educar a tu hijo es menor", apunta Álvarez Pitti. "Es más fácil tener hábitos saludables cuando tienes más recursos".

Así, los niños de familias que ingresan menos de 18.000 euros consumen a diario menos fruta (solo el 36,4% lo hace frente al 53,6% de aquellos con ingresos superiores a 30.000 euros) y menos verduras (19,2% frente al 29,3%), pero también hay mayor consumo de refrescos azucarados (el 7,8% frente al  0,9%).

Menos actividad física, más pantallas

Aunque no hay grandes diferencias cuando se mide la actividad física intensa o el juego diario (aproximadamente tres de cada cuatro niños la practican), sí las hay cuando se miden las actividades físicas extraescolares: el 88,6% de los 'ricos' realiza al menos dos horas semanales, por el 68,7% de los 'pobres'.

También hay diferencias notables en el tiempo que pasan los niños delante de una pantalla: solo el 22,8% de los niños que provienen de familias de altos ingresos les dedica dos horas o más. En las familias con menores ingresos, son casi el doble: 41,4%.

Por eso, el Real Decreto de Comedores Escolares Saludables y Sostenibles aprobado este martes en el Consejo de Ministros es algo positivo para los pediatras. Entre otras cosas, dictamina que los centros tengan que ofrecer de una a tres raciones semanales de pescado, mayor cantidad de legumbres, cereales integrales y proteínas de origen vegetal y fuentes de agua accesibles.

En adición a esto, se prohibirá la venta de bollería industrial y refrescos azucarados en las cantinas y las máquinas expendedoras de los centros.

Con todo, Álvarez Pitti apunta que es una medida necesaria pero no suficiente. "Por ejemplo, deberían abrirse las instalaciones deportivas durante toda la tarde o favorecer el transporte activo a la escuela, además de una mayor inversión en las escuelas de padres".

El pediatra alerta de que la brecha entre los niños de familias con altos ingresos y los de bajos ingresos puede aumentar por otros motivos. "A partir de los 12 años se puede prescribir agonistas de GLP-1 para tratar a niños con obesidad", como la semaglutida (el llamado Ozempic que, en su versión para bajar peso, se conoce como Wegovy).

"Pero estos fármacos no están cubiertos por la sanidad pública, por lo que las familias deberían adquirirlos por entre 300 y 370 euros mensuales. Muy pocas podrán costearse este fármaco", advierte.

Las consecuencias de la obesidad en la población infantil son numerosas. "Afecta a la práctica totalidad de los órganos y sistemas del cuerpo, de la cabeza a los pies".

Se sobrecargan las piernas y hay más riesgo de lesiones, la peor movilidad disminuye la condición física cardiorrespiratoria e incluso favorece las apneas del sueño, que es cuando la respiración se detiene y reinicia muchas veces durante el sueño.

Por otro lado, la acumulación de grasa alrededor y dentro de los órganos favorece la inflamación, que contribuye al riesgo de cáncer y enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

"Y no hay que olvidar el impacto psicológico, el estigma y el bullying. A diferencia de otras enfermedades crónicas, la obesidad se ve. Se ve incrementada la presión social y la prevalencia de trastornos, desde la depresión y ansiedad hasta los trastornos de la conducta alimentaria".

Para los pediatras, la promoción de la alimentación saludable en la escuela es básica para atajar lo que ya se llama 'la pandemia del siglo XXI'. "Es una medida positiva, sin duda", apunta Álvarez Pitti. "Pero no es lo único que se puede hacer, es solo un punto. La obesidad en niños y adolescentes es una enfermedad crónica, lo mismo que el asma o la diabetes y hay que actuar ya frente a ella".