Cynthia Jones, superviviente de un ataque cardíaco.

Cynthia Jones, superviviente de un ataque cardíaco.

Salud

Me diagnosticaron un ataque cardíaco con 61 años y llevaba una vida saludable: estos son los síntomas que ignoré

Cuando llegó al hospital, la paciente presentaba una obstrucción del 99% en la artería descendente anterior, conocida como la "arteria del viudo".

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A sus 61 años, Cynthia Jones llevaba una vida activa y saludable en Florida. Hacía ejercicio, se alimentaba bien y no tenía antecedentes familiares de problemas cardíacos. Pensar en un ataque al corazón nunca había pasado por su mente, pero un día, sin previo aviso, su corazón falló y la llevó al borde de la muerte. Lo que Cynthia desconocía es que había un factor de riesgo acechando en silencio: el estrés crónico, una de las causas más subestimadas y peligrosas de las enfermedades cardiovasculares.

Aunque su ataque cardíaco pueda parecer una excepción, no lo es. Solo en España, cada año se producen aproximadamente 70.000 infartos de miocardio, de los cuales cerca de 13.643 personas fallecieron, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La gran mayoría de estos eventos podrían prevenirse con revisiones periódicas y una mejor gestión de los factores de riesgo. El problema es que el estrés crónico, como el que esta mujer había estado experimentando durante años, rara vez se identifica como un desencadenante clave.

En retrospectiva, admite que su ataque no llegó sin señales de advertencia. "Un par de días antes del incidente, noté que tenía lo que parecía ardor de estómago, y no desaparecía, ni siquiera después de tomar antiácidos", cuenta. Pensó que era algo inofensivo, una molestia pasajera. Luego comenzó a experimentar un dolor en la espalda, que atribuyó a pasar demasiadas horas sentada frente al ordenador. "Tomé ibuprofeno pensando que era solo por estar sentada demasiado tiempo", recuerda. Pero esas señales eran algo mucho más serio.

El día de su ataque, decidió visitar el hospital, aunque antes quiso pasar por su oficina a recoger unos documentos. Ese pequeño desvío pudo haberle costado la vida. Mientras esperaba en un semáforo, comenzó a sentirse mareada y con náuseas antes de perder el conocimiento. Su pie se deslizó del freno y su coche avanzó hacia una intersección. Cuando recuperó la conciencia, estaba tendida en el suelo, con paramédicos a su alrededor.

En el hospital, los resultados del análisis de sangre parecían normales, pero el electrocardiograma (EKG) mostraba otra realidad. Imran Farooq, cardiólogo del Orlando Health Heart & Vascular Institute, le dijo que había tenido un ataque al corazón y probablemente estaba teniendo otro en ese momento. Exámenes adicionales revelaron una obstrucción del 99% en la arteria descendente anterior, conocida como la "arteria del viudo" debido a su alta mortalidad si no se trata a tiempo. Entonces fue llevada de inmediato a cirugía, donde le colocaron un stent para abrir la arteria y restablecer el flujo sanguíneo.

Estrés sin tratamiento

El diagnóstico fue un shock. ¿Cómo podía ocurrirle algo así a alguien aparentemente tan saludable? Farooq identificó rápidamente el culpable: el estrés crónico. Durante años, había soportado altos niveles de estrés debido a su trabajo. "Creo que la razón número uno por la que tuve este ataque fue el estrés", reconoce ahora.

El vínculo entre el estrés y las enfermedades del corazón está bien documentado. Según un informe de la Fundación Española del Corazón, el cronificado tiene una prevalencia del 17,4% como factor de riesgo cardiovascular, por encima del tabaquismo, que se sitúa en un 15,9%. Diferentes estudios muestran que las personas sometidas a altos niveles de estrés tienen un 27% más de probabilidades de sufrir un ataque cardíaco que aquellas con niveles bajos. El estrés puede aumentar la presión arterial, desencadenar ritmos cardíacos irregulares y causar inflamación, factores que combinados pueden ser devastadores para la salud del corazón. 

Después del ataque, Jones sabía que debía hacer cambios drásticos en su vida. "Renuncié a varios consejos de administración en los que participaba para tener más tiempo para mí", explica. Aprendió a priorizar el autocuidado, algo que había dejado de lado durante mucho tiempo. Ahora dedica tiempo a actividades que la ayudan a relajarse y evitar la sobrecarga emocional.

Además de controlar sus niveles de estrés, sigue cuidando su alimentación, hace ejercicio regularmente y toma medicamentos para proteger su corazón. Cuatro años después, no ha tenido más incidentes y su pronóstico es alentador. Pero la clave ha sido su capacidad para reconocer las señales de su cuerpo y hacer de su bienestar una prioridad.

Por su parte, Farooq subraya que cualquiera puede beneficiarse de revisiones cardiológicas, especialmente después de los 50 años. "No se puede saber quién va a tener un ataque al corazón solo con mirar a alguien", advierte. Las revisiones regulares pueden ayudar a identificar riesgos ocultos antes de que sea demasiado tarde.