De los chutes de 'caballo' a las sobredosis por lorazepam: así han cambiado las muertes por drogas en España en 40 años
En 2022 hubo 1.266 muertes por reacción aguda a sustancias psicoactivas, la mayor cifra desde 1996, pero la cifra esconde una realidad distinta.
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En la memoria colectiva española, las muertes por la droga se asocian a un extrarradio en los años 80, a juventud, jeringuillas y madres sufridoras. Más de 40 años después, las drogas ya no matan a adolescentes pero siguen siendo un problema de salud pública: 1.266 personas murieron por sobredosis en 2022, último año con datos y la mayor cifra desde 1996.
Así lo recoge el último informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, que ofrece una panorámica de los fallecimientos por reacción aguda a sustancias psicoactivas, "que es equiparable a una sobredosis, pero necesita confirmación médico-forense y mediante análisis toxicológico", explica a EL ESPAÑOL su directora, Begoña Brime.
"Antes, en los años 80, [la víctima de una sobredosis] era gente joven que consumía heroína inyectada, eso ha cambiado totalmente", aclara. "El perfil actual es de gente más mayor —la media ha aumentado en 10 años— y por otro tipo de sustancias, generalmente por policonsumo".
Las estadísticas españolas de fallecimientos comenzaron en 1983, con el apogeo de la heroína, el 'caballo', y son incompletas: lo que hay son estimaciones. El pico de muertes se produjo a finales de los 80 y principios de los 90: se calculan 1.833 para 1991.
Las cifras fueron disminuyendo poco a poco. En 1996 se contabilizaron 1.310 defunciones; una década después, en 2007, se registraron 703, la cifra más baja de la serie histórica.
No obstante, a partir de 2015 la tendencia es, de nuevo, al alza. En 2019 se volvió a superar el millar de fallecidos y en 2022 se contabilizaron 1.266, cifra equiparable a la de los años duros.
Brime matiza estas cifras. "El indicador ha ido variando. Antes solo miraba las muertes por heroína y cocaína, que eran las que causaban problemas en España y de ahí surgió el Plan Nacional sobre Drogas".
En 1996 se amplió a cualquier sustancia y se empezó a notificar cualquier muerte, pero "solo entre los 15 y los 49 años, que era la franja de edad de riesgo". En 2003 esta franja se hizo más amplia, entre los 10 y los 64 años, "y a partir de 2020 se contabiliza desde los 10 años, sin límite de edad".
El cambio social y la ampliación de la edad ha dejado una sensación agridulce. Dulce porque las muertes por opioides (es decir, por heroína) han caído enormemente. Agria porque ha revelado una realidad que no se quería ver.
"Desde 2013 incluimos los hipnosedantes y hemos visto muchas sobre todo en personas mayores de 65 años, presumiblemente suicidios".
El informe del Observatorio apunta que, si hace 20 años la evidencia de suicidio estaba presente en el 8,8% de los casos,en 2022 fue del 18,5%.
Según los datos de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, el 10% de las personas que murieron por suicidio en 2022 lo hicieron mediante envenenamiento por fármacos: unas 420.
El peso de este método es diferente según el género: en las mujeres supuso el 18,7% de los suicidios, mientras que en los hombres fue el 7,1%.
De la heroína a los hipnosedantes
Esta realidad ha cambiado el perfil de persona fallecido por drogas en España. En lo que va de siglo, la edad media de la víctima ha pasado de 36 a 47 años y la abrumadora mayoría de varones entre las víctimas se ha matizado: las mujeres han pasado de representar el 16,1% de los casos al 22,3%.
Las sustancias presentes en los análisis también varían. En mujeres, en el 76,8% de los casos se encontraban hipnosedantes como el lorazepam o el alprazolam, seguidos de opioides (56,1%) y cocaína (45,1%). En hombres era más prevalente la cocaína (64,2%), seguida de hipnosedantes (62,8%) y opioides (49,6%).
En total, las benzodiacepinas estuvieron presentes en el 66% de los casos registrados en 2022, por el 47,7% que se contabilizaba en 1996. En cambio, los opioides se encontraban en el 90,4% de los casos. Ahora, en el 51,2%.
Begoña Brime hace una puntualización: la adicción y las muertes por fentanilo son un fenómeno marginal en España. "Hubo 33 muertes en 2022, 17 en 2021 y 20 en 2020, pero el perfil es de personas mayores que no consumen otras sustancias ni consiguen el fentanilo de forma ilegal sino que son tratadas con el opioide y les genera adicción".
Y añade que la crisis que está viviendo Estados Unidos con esta potentísima droga sería distinta en España o Europa: aquí el sistema sanitario nos protege y hay accesibilidad a tratamientos sustitutivos como la naloxona, la persona en menos de cuatro días puede tener su cita y recibir tratamiento".
Sin embargo, la cocaína sigue siendo una constante en nuestro país. "Es el mayor estimulante, en Europa se usan más las metanfetaminas", cuenta Brime. "Tenemos gente que lleva muchos años consumiendo y las muertes se producen en personas cada vez más mayores".
En 1996, la cocaína se encontraba en el 32,7% de las muertes, pero este porcentaje aumentó rápidamente y se mantiene cercano al 60% desde entonces. Entre otras cosas, porque "ahora es mucho más fácil relacionar una muerte por cocaína con un ictus o un fallo cardíaco de forma directa", gracias a las mejoras en la detección.
Brime recuerda que las muertes por drogas en España es habitual el policonsumo. "Gente toma cocaína cuando se va de fiesta y luego, para dormir, un hipnosedante. A la mañana siguiente compensa los efectos tomando anfetaminas y así". De ahí también que haya aumentado la presencia del cannabis en los informes del Observatorio.
En este policonsumo hay un fenómeno relativamente nuevo: el chemsex, gente que toma psicoactivos para mantener relaciones sexuales en un mismo entorno con múltiples personas en un periodo prolongado de tiempo. Con todo, "las muertes que se registran tras chemsex son solo unas pocas, de momento".
La directora del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones apunta que el consumo y las muertes por alucinógenos son marginales, igual que el éxtasis. Sin embargo, hay un auge de los cannabinoides sintéticos y nuevas sustancias psicoactivas del que todavía no se conoce el impacto.
"Los cannabinoides sintéticos están causando unos daños tremendos, brotes psicóticos... El consumo es pequeño pero no dejamos de mandar alertas. Hay un lobby pro-cannábico y pro-legalización de las drogas que tiene mucho dinero y se mueve muy bien. Pero nosotros estamos a la batalla".