Bacteria cultivada en una placa de Petri. Courtesy of Pacific Northwest National Laboratory

Bacteria cultivada en una placa de Petri. Courtesy of Pacific Northwest National Laboratory

Salud

Golpe a las superbacterias: un nuevo antibiótico logra frenar a algunas de las cepas más resistentes

La crisomicina, la nueva molécula sintética, no ha sido probada todavía en un ensayo médico como tratamiento contra las infecciones.

15 febrero, 2024 20:04

Un nuevo antibiótico creado por investigadores de la Universidad de Harvard ha logrado superar los mecanismos de resistencia de las bacterias que se han vuelto inmunes, provocando una crisis sanitaria mundial. El estudio, dirigido por el profesor de Química y Bioquímica Andrew Myers y publicado en la revista Science, demuestra que su compuesto sintético, la cresomicina, acaba con cepas resistentes de bacterias altamente infecciosas como la Staphylococcus aureus y la Pseudomonas aeruginosa.

Estas dos bacterias están incluidas en la lista de las seis especies que la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA) considera especialmente peligrosas, debido a su virulencia y a sus posibles mecanismos de resistencia a múltiples fármacos. Agrupadas bajo el acrónimo ESKAPE, las otras cuatro son la Enterococcus faecium, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii y Enterobacter spp.

"Todavía no sabemos si la cresomicina y sus fármacos derivados son lo bastante eficaces y seguros como para usarlos en tratamientos con pacientes", aclara Myers. Sin embargo, "los resultados han demostrado que mejora significativamente la actividad inhibitoria contra una larga lista de cepas bacterianas patógenas responsables de la muerte de más de un millón de personas cada año", precisa.

La nueva molécula ha sido creada gracias a una beca por valor de 1,2 millones de dólares del Acelerador Biofarmacéutico para combatir las Bacterias Resistentes a los Antibióticos (CARB-X), con sede en la Universidad de Boston. Ha demostrado una capacidad superior para adherirse a los ribosomas bacterianos, las 'maquinas moleculares' que controlan la síntesis de las proteínas. Los antibióticos tradicionales interrumpen ese proceso, pero varias especies han desarrollado defensas.

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Los investigadores se inspiraron en las estructuras químicas de las lincosamidas, un tipo de antibióticos que incluye a la clindamicina. Este fármaco se elabora mediante una semisíntesis que modifica complejos productos aislados de la naturaleza con fines sanitarios. El compuesto producido por Harvard, por el contrario, es completamente artificial e incluye modificaciones químicas que no serían posibles de otra manera. "Usando el poder de la síntesis orgánica, el único límite para crear nuevos antibióticos es nuestra imaginación", afirma el investigador Ben Tresco.

La resistencia de las bacterias a los antibióticos que atacan a los ribosomas opera a través de genes productores de unas enzimas denominadas 'metiltransferasas de ARN ribosomal'. Estas enzimas embolsan las moléculas del fármaco diseñadas para aferrarse al ribosoma y neutralizarlo, lo que les permite sobrevivir al tratamiento. Myers y su equipo diseñaron entonces una forma rígida para su molécula que se acopla con mayor solidez a su objetivo. La definen como "preorganizada", ya que no necesita gastar energía para amoldarse a la forma del ribosoma.

La técnica empleada para desarrollar la cresomicina ha sido impulsada por el laboratorio de Myers y recibe el nombre de 'síntesis basada en componentes'. Consiste en fabricar grandes compuestos moleculares de complejidad equivalente y unirlos como paso final. El ejemplo sería como construir un gran modelo de Lego fabricando primero algunas partes por separado. Esto les permite desarrollar no solo una molécula, sino centenares de ellas en base a las combinaciones posibles

"Los antibióticos son los cimientos de la medicina moderna", declara Kevin Wu, otro de los investigadores. "Sin antibióticos, muchas de las técnicas médicas de vanguardia como las cirugías, los tratamientos para el cáncer y los trasplantes de órganos no podrían hacerse". Sin embargo, en palabras de Curtis Keith, el jefe científico de la aceleradora de Harvard, "estas investigaciones tienen potencial como para desarrollar nuevas terapias que algún día resolverán necesidades globales".