Una joven es observada por la pediatra.

Una joven es observada por la pediatra. iStock

Salud Enfermedades infecciosas

Del sarampión a la tos ferina: por qué vuelven a Europa enfermedades que se creían controladas

Londres sufre un brote importante con más de 50 niños hospitalizados por sarampión. Dinamarca vivió algo similar en 2023 con la tos ferina. 

18 enero, 2024 02:14

Mientras medio mundo anda inmerso en lo que muchos han bautizado como la "tripledemia" (gripe, covid y VRS), enfermedades que dábamos por controladas parecen resurgir de entre los muertos. Es el caso del sarampión y la tos ferina, dos patologías de gran importancia sobre todo en la infancia y que en los últimos años han protagonizado varias alertas preocupantes en el territorio europeo.

La última se ha producido en Reino Unido, que enfrenta el peor brote de sarampión de los últimos años. Según la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (Ukhsa, por sus siglas en inglés) en 2023 acumularon 1.603 casos sospechosos, el doble de 2022 y cuatro veces más que 2021. Más allá de los números, el problema reside en las altas cifras de hospitalización. Sólo en el Hospital Infantil de Birmingham más de 50 niños han sido ingresados en lo que va de mes.

Los datos comulgan con la tónica de lo que advertía la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado diciembre. Según las últimas cifras actualizadas de su base de información, en Europa los casos han crecido un 3.162,37% este 2023. El número ha evolucionado de los 938 confirmados en 2022 a los 30.601 con los que cerró 2023.

España, afortunadamente, no atraviesa tal panorama. En base al último informe del Instituto de Salud Carlos III, en este 2023 se han comunicado 49 casos de sarampión, aunque en sólo nueve se confirmó la infección. Todos menos uno fueron importados.

La alerta de Dinamarca

Sí que se deben de mirar con más recelo las cifras de otras enfermedades, como la tos ferina, que en 2023 provocó 1.942 infecciones en nuestro país. Es un 737% más que en 2022 (232). Mientras, el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC) lanzaba el pasado año una advertencia relacionada con un brote en Dinamarca. De mayo a septiembre registraron 1.229 casos, que se saldaron con la muerte de un lactante de dos meses. Era el primer fallecimiento por tos ferina en el país desde 2010.

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Javier Álvarez, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y responsable del servicio de Pediatría del Hospital Costa del Sol de Marbella, explica a EL ESPAÑOL que un crecimiento de la tos ferina era algo esperable después de la pandemia. Las medidas de contención favorecieron una menor propagación de la enfermedad, por lo que a su eliminación los datos han ido subiendo. 

Sin embargo, hay algo más. Tanto una como la otra son enfermedades controladas gracias a la vacunación y es precisamente este punto el que más remarcan los profesionales de la salud. "Los casos que tenemos se corresponden a casos que por un motivo u otro no se han vacunado correctamente", comenta Álvarez sobre la tos ferina. Es lo mismo que explicaban a EL ESPAÑOL el epidemiólogo Joan Caylá y el médico Diego García Martínez de Artola acerca del sarampión.

El Ukhsa ha reconocido que en Birmingham el porcentaje es mucho menor que el resto del país (BBC ha llegado a decir que no superaba ni el 5%, aunque el artículo ha sido modificado). Mientras, en verano, lanzaban un comunicado que advertía que de existir un brote en Londres, con los niveles de cobertura existentes, podría producirse un brote de entre 40.000 y 160.000 casos.

Este país fue una de las principales víctimas del conocido como efecto Wakefield, bautizado así por el médico inglés que asoció la vacuna del sarampión al autismoEl 28 de febrero de 1998, Andrew Wakefield publicaba en The Lancet un estudio que implicaba a la vacuna del sarampión (componente de la vacuna triple vírica) en el origen de trastornos neurológicos como el autismo. En 2010 la revista se retractó y reconoció la naturaleza fraudulenta del estudio. Sin embargo, su sombra perdura hasta nuestros días.

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Con la tos ferina ocurre que la eficacia de la vacuna es "limitada", por lo que se van administrando varias dosis a lo largo de la vida del menor. Incluso desde 2016, la vacunación en gestantes está implantada en todo el país, para favorecer la inmunidad de las madres y proteger a los recién nacidos.

Subsanar el error

Esta estrategia comenzó a fraguarse en 2015, año en el que los casos despuntaron hasta los 9.234. Fue el culmen de una tendencia al alza que se había iniciado en 2011, cuando los afectados pasaron de 881 a 3.124. El fenómeno se replicó en otros países europeos, así como Estados Unidos y Canadá. Una población con defectos en la inmunización fue la explicación que se dio.

Aunque Álvarez no cree que la situación con la tos ferina llegue a tales niveles, como miembro del Comité Asesor de Vacunas de la AEP apunta que desde hace años están reclamando que se incluya en el calendario una quinta dosis de refuerzo en la adolescencia, que aumente la protección de la persona y frene su posible transmisión. "En adultos jóvenes suele ser frecuente y además mal diagnosticada, porque muchas veces los internistas o los médicos de familia no tienen la costumbre que podemos tener los pediatras con esta clínica", lamenta.

La tos ferina no sólo afecta a niños, también es una enfermedad de adolescentes y adultos, responsables involuntarios de su propagación, ya que sirven de reservorio de las bacterias. El sarampión tampoco es una enfermedad exclusiva de la infancia, aunque sí es más mortal en esta etapa. En su caso, la ventana vacunacional nunca se cierra, por lo que los expertos instan a todos aquellos que no la recibieran en su momento subsanen el error y eviten situaciones como la que vive actualmente Reino Unido.