Cristiano Ronaldo con su hijo mayor.

Cristiano Ronaldo con su hijo mayor. GTRES

Salud

¿A quién se parecen los mellizos de Cristiano? Su madre biológica y la gestante son distintas

La mujer que ha dado a luz a los hijos del futbolista no tiene vinculación biológica con los niños, porque la ley estadounidense lo impide. Los niños podrían ser hermanos biológicos de Cristiano Jr.

12 junio, 2017 17:01

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El pasado domingo se hacía público que Cristiano Ronaldo había vuelto a ser padre, seis años después del nacimiento de su hijo mayor, que comparte nombre con el famoso futbolista. Seguramente las revistas de medio mundo pagarían una millonada por una fotografía de la mujer que dio a luz a los niños, cuya identidad no se ha hecho pública, y que ha firmado un contrato con la estrella de Real Madrid para gestar a dos niños fruto de una fecundación in vitro, una exitosa técnica de reproducción asistida. 

Sin embargo, la imagen, de obtenerse, no diría nada sobre la madre de los nuevos hijos del portugués -que según algunos medios lusos se llaman Eva y Mateo- ya que, según la legislación estadounidense, está prohibido que la gestante lleve en su vientre un embrión fruto de sus propios óvulos

Así, la madre biológica de los hijos de Ronaldo -que no lo será en ningún caso desde el punto de vista legal- es otra mujer, que se sometió a un tratamiento de estimulación ovárica para que los precursores de sus gametos se mezclaran en el laboratorio con el semen del futbolista. Fruto de esa fecundación, se habrían desarrollado los embriones finalmente implantados en el útero de la madre de alquiler

Nada se sabe de las identidades de ambas mujeres, pero las posibilidades son muchas. Podría ser, incluso, que los nuevos hijos de Ronaldo no hubieran sido fecundados recientemente, sino que fueran embriones congelados sobrantes de la FIV de la que nació Cristiano Jr. Estos podrían haberse implantado en la misma mujer que ya fue vientre de alquiler del futbolista o en otra. 

Pero la situación podría ser distinta y que Cristiano hubiera escogido a otra donante para sus nuevo hijos que, en ese caso, sólo compartirían padre biológico con su hermano mayor.  Lo que en ningún caso podría ocurrir, por motivos legales, es que los niños tuvieran algún tipo de relación biológica con la mujer que les ha llevado en su vientre antes de nacer. 

Baby M

Los detractores de la gestación subrogada utilizan siempre una sentencia como ejemplo de cómo todo puede salir mal en esta práctica y es justo ésta la que dio lugar a la actual legislación. 

Esta técnica de reproducción asistida es legal en algunos estados de EEUU desde 1976 -cuando se produjo el primer caso, por inseminación artificial del padre biológico a la madre gestante que, en este caso, lo fue también biológica. Sin embargo, fue en 1986 cuando se produjo la primera gran polémica que saltó a la opinión pública. 

Mary Beth Whitehead, de 29 años y de New Jersey, firmó un contrato el 6 de febrero de 1985 en el que se comprometía a tener un hijo para William y Elizabeth Stern, enferma de esclerosis múltiple cuyos médicos le desaconsejaban el embarazo. El método empleado sería la inseminación artificial del semen de William en el cuerpo de Mary Beth. Ésta se quedó embarazada y dio a luz a una niña, a la que los medios bautizaron como Baby M. A cambio, la mujer recibiría 10.000 dólares 

Sin embargo, tres días después de dar a luz y entregar al bebé a sus padres legales, Mary Beth pidió verla y se escapó con ella a Florida. No devolvió a la niña hasta que se lo exigió la policía. El caso fue a juicio y la sentencia fue agridulce para ambas partes; se reconoció la maternidad biológica de Whitehead, pero se otorgó la custodia al padre biológico y su mujer, que debieron permitir visitas regulares de Baby M a la madre que la había gestado. 

Tras la sentencia del Tribunal Supremo, la gestación subrogada se prohibió en el estado de Nueva York y se generalizó el uso de óvulos de donante en las madres de alquiler, para evitar cualquier vínculo biológico. Por esta razón, la portadora de los hijos de Ronaldo puede no tener tanto interés informativo como algunos creen.