Las patatas fritas son ingredientes esenciales de la tortilla de patatas.

Las patatas fritas son ingredientes esenciales de la tortilla de patatas.

Nutrición

Harvard zanja el debate sobre la patata: por qué la favorita de España es la única que debes erradicar de tu dieta

El estudio de la prestigiosa universidad aleja los temores sobre consumir con asiduidad patata en la dieta, con una notable excepción.

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P. Fava
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Cada español consume aproximadamente 26,2 kilos de patatas al año, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a los que hay que sumar 1,36 kg solo en forma de bolsas de patatas fritas. En comparación con otras formas de prepararlas -en puré, hervidas o al horno-, la patata frita es la favorita de los hogares. Pero desde luego no es la idónea, como certifica ahora un estudio de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.

Consumir tres raciones de patatas fritas a la semana aumentaría el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2, concluye el estudio publicado en The BMJ, mientras que tomar la misma cantidad de patata preparada de cualquiera de las otras tres maneras no tiene este efecto. Por otro lado, reemplazar estas raciones por cereales integrales, poseedores de carbohidratos complejos, contribuiría a reducir el riesgo de sufrir problemas metabólicos.

"Nuestro estudio aporta ideas profundas y completas tras examinar diferentes tipos de patatas, sumado al seguimiento de la dieta durante décadas y a los efectos de intercambiar alimentos por otros", declara Seyed Mohammad Mousavi, investigador postdoctoral en el Departamento de Nutrición. "Ya no nos preguntamos si 'las patatas son malas o no', sino 'cómo podemos prepararlas mejor, y qué podríamos comer en su lugar?".

Los investigadores partieron de los datos médicos de 205.107 hombres y mujeres inscritos en los Estudios de Salud de las Enfermeras y en el Estudio de Seguimiento de Profesionales Sanitarios, dos grandes cohortes en EEUU. Durante más de 30 años, los participantes informaron mediante cuestionarios alimentarios de su consumo de patatas fritas, hervidas, asadas y en puré.

También informaron sobre su consumo de alimentos de grano entero (cereales integrales), y de otros factores de estilo de vida y demográficos. Del mismo modo, se registró cuántos participantes desarrollaban diabetes de tipo 2, que fueron un total de 22,299. Los investigadores determinaron así que consumir tres raciones semanales de patatas fritas aumentaba el riesgo un 20%.

Las patatas al horno, hervidas y en puré no se asociaron significativamente con el riesgo diabetes. Sin embargo, consumir cereales integrales —como pasta, pan o harina integral— en lugar de cualquier tipo de patata reducía este mismo riesgo en un 4%. Si las reemplazadas eran las patatas fritas, el riesgo se desplomaba un 19%.

Para confirmar estos resultados, los investigadores realizaron un doble meta-análisis. Para el primer caso, se basaron en datos de 13 cohortes centradas en el análisis del consumo de patatas, y para el segundo incluyeron 11 cohortes que investigaron los cereales integrales.

Cada una de estas revisiones abarcó más de 500.000 participantes y 43.000 diagnósticos de diabetes a lo largo de cuatro continentes. Su conclusión fue que los resultados eran "muy consistentes" con los de su nuevo estudio.

"El mensaje para la salud pública es simple y potente: los pequeños cambios en nuestra dieta diaria pueden tener un impacto importante en el riesgo de diabetes tipo 2", valora Walter Willett, profesor de epidemiología y nutrición. "Limitar el consumo de patatas —especialmente las fritas— y elegir fuentes saludables e integrales de carbohidratos puede reducir el riesgo de diabetes tipo 2 en toda la población".

"Para los encargados de dictar las políticas sanitarias, nuestros hallazgos subrayan la necesidad de ir más allá de las categorías generales de alimentos, prestar atención a cómo se preparan y fijarnos en qué están reemplazando", concluye. "No todos los carbohidratos —ni siquiera todas las patatas— son iguales, y esa distinción es crucial al elaborar las guías alimentarias".