Ana Belén, musa de diseñadores y maestra del buen estilo.

Ana Belén, musa de diseñadores y maestra del buen estilo. Gtres

Nutrición

El único alimento que toma para cenar Ana Belén, 74 años, desde hace décadas: "Por eso usa la misma talla que cuando la conocí"

Víctor Manuel, cantante y marido de la artista, revelaba hace algún tiempo uno de los secretos gastronómicos mejor guardados de su mujer.

Más información: El alimento que despreciamos en España pero contiene más probióticos que el yogur

J.A. Gómez
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Ana Belén es, desde hace muchos años, un icono de la cultura española. La intérprete de algunos himnos como La puerta de Alcalá, Contamíname o El hombre del piano forma, junto a su marido Víctor Manuel, un tándem que siempre se ha caracterizado por una carrera profesional llena de éxitos y una vida ordenada. Tal vez en estas dos variables se encuentre el secreto para alcanzar una vida plena y saludable en un matrimonio que lleva más de 50 años unido.

Precisamente, hace algún tiempo, Víctor Manuel reveló en su libro Antes de que sea tarde algunas de las costumbres gastronómicas que la actriz cumple a rajatabla y que le permiten usar la misma talla desde hace años. “A menos que haga cena fuera o en casa, ella por la noche sólo toma un yogur y algo de dulce: un mantecado, algo de chocolate y ya. Por eso usa la misma talla que cuando la conocí”, relataba el artista.

No ocurre lo mismo con la primera comida del día. Según contó Víctor Manuel, su esposa se toma muy en serio el desayuno desde hace años y es el momento del día en el que más disfruta con la comida. La actriz suele tomar un café bien cargado con “papaya y alguna otra fruta de temporada, tostadas con mantequilla y mermelada”. Un producto este último que él mismo prepara y que se elabora “casi siempre con grosella, mora roja o zarzamora”.

Víctor Manuel también relataba que su mujer “excepcionalmente come carne”, pero sí toma “mucha verdura, sopas, pescado y casquería de vez en cuando”. Un menú que, a excepción de los alimentos cargados de azúcar como las mermeladas, podría considerarse saludable y encajaría perfectamente en la dieta de cualquier ciudadano medio.

Pero, ¿realmente es correcto cenar única y exclusivamente un yogur? La nutricionista y divulgadora Paloma Quintana abordaba este asunto hace algún tiempo. “No podría decir que está bien o mal cenar lácteos fermentados porque todo depende del contexto, de la persona y del resto de comidas que se hayan hecho a lo largo del día”, comentaba la especialista en un post en sus redes sociales.

Si nos encontramos con un individuo que ha desayunado un café con leche y ha comido una ensalada en todo el día, seguramente sea una opción “muy pobre”. La cena debería incluir algunos alimentos más, de tal manera que se cumpliera el aporte de proteínas recomendado.

La cosa cambia si, tal y como ocurre con Ana Belén, se suele hacer un desayuno contundente y posteriormente se ha comido también de forma correcta, cumpliendo las recomendaciones del Plato de Harvard. “Si una persona ha hecho un desayuno contundente de huevos revueltos, aguacate, jamón, tomate y café, ha comido una lubina con verduras y dos tajadas de sandía, ha merendado algo contundente como frutos secos… Si llega a casa y se toma un kéfir o un par de yogures no está mal”, relataba la experta.

Los nutricionistas llevan años luchando contra todo tipo de mitos relacionados con la alimentación. Uno de ellos es el que dice que es mejor hacer cinco comidas en lugar de tres. Lo cierto es que se pueden realizar dos comidas en todo el día y que la dieta siga siendo saludable, ya que lo importante es cubrir las necesidades nutricionales de cada persona.

Así, el yogur (natural o griego) es uno de los lácteos más valorados por los nutricionistas. La gran mayoría poseen un alto contenido en azúcar, por lo que favorecen la obesidad. Sin embargo, no ocurre lo mismo con las variedades natural o griego, que están cargadas de probióticos y además tienen un contenido reducido en azúcar. Por esta razón, su consumo se ha vinculado con la prevención del sobrepeso. Eso sí, siempre que su consumo no sustituya al de fruta como postre habitual.