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    De temporada

    Nuestra cesta de la compra debe estar integrada en su mayor parte por fruta y verdura si queremos llevar una dieta sana que proteja la salud. De hecho, los vegetales deben ocupar la mitad de cada plato, según el Plato para Comer Saludable de Harvard. Para que estos sean los más sabrosos, nutritivos, económicos y ecológicos, lo mejor es apostar por aquellos que estén de temporada, o sea, que se hayan producido dentro de su ciclo natural.

    Así lo señalan desde el Ministerio de Consumo de España: “Comer de temporada respeta el ciclo natural de crecimiento y nos asegura alimentos con más sabor”. A continuación, desde la institución señalan las frutas de temporada en abril para comer más sano, barato y sostenible. Estas son algunas de ellas y sus propiedades nutricionales:

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    Fresón

    Los fresales florecen desde finales del invierno hasta principios del verano, según las variedades, por lo que los frutos maduran durante toda la primavera y bien entrado el verano. Pero, ¿qué nos aportan desde el punto de vista nutricional?

    Según explican desde la Fundación Española de Nutrición (FEN), el principal componente tanto de fresas como de fresones, después del agua, son los hidratos de carbono pero contienen una cantidad moderada, alrededor de un 7% de su peso, fundamentalmente: fructosa, glucosa y xilitol. De ahí su bajo aporte energético, unas 40 kilocalorías por cada 100 gramos. La fibra representa un 2,2% de su composición. 

    Además, son fuente de vitamina C, con un porcentaje superior al de la naranja. Mientras una ración media de fresas, de unos 150 gramos, contiene 86 mg de estas vitamina, una naranja mediana, de unos 225 gramos, contiene 82 mg. La ingesta diaria recomendada de vitamina C es de 60 mg. Además, hay que destacar su aporte de ácido cítrico.

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    Frambuesas

    Se trata de una de las frutas con más alto contenido en fibra, según el informe Estado de Situación sobre Frutas y Hortalizas: Nutrición y Salud en la España del S. XXI de la FEN. Aporta unos 6,7 gramos de fibra por cada 100 gramos. Le superan en este parámetro el coco fresco (10,5 gramos), el níspero (10,2 gramos) y la grosella negra (6,8 gramos). Por su alto contenido en fibra, las frambuesas son un eficaces contra el estreñimiento. 

    Además, contiene cantidades importantes de vitamina C. Para ser exactos, 32 mg por cada 100 gramos. También es apreciable su contenido en niacina, ácido fólico y vitamina E. Entre los minerales, destacan el magnesio, el hierro, y el fósforo.

    Así, las frambuesas se consideran una fruta con poder antioxidante, además de por su aporte de vitamina C y E, por su alto contenido en compuestos fenólicos. De ahí se desprende su importante papel a la hora de prevenir la enfermedad cardiovascular y algunos tipos de cáncer. Además, entre sus beneficios se les asocia la acción antimicrobiana, potenciadora del sistema inmune y reguladora de la presión arterial y la glucemia.

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    Pomelo

    Como la mayoría de frutas y verduras, el agua es el principal componente del pomelo, por lo que su aporte calórico es bajo, unas 35 kilocalorías por cada 100 gramos. Su aporte de fibra es escaso (1,6 gramos), que se localiza sobre todo en la parte blanca entre la pulpa y la corteza.

    Sí es considerable su aporte de vitamina C, unos 36 mg por cada 100 gramos de este cítrico. ¿Qué beneficios aporta esta vitamina? Pues bien, la vitamina C interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones.

    Los pomelos también aportan, aunque en menor medida, ácido fólico, el cual interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis material genético y la formación anticuerpos del sistema inmunológico.

    En aquellas variedades que tengan la pulpa de color rojo oscuro será destacable su contenido en carotenoides, un pigmento natural de las plantas, que se transforma en vitamina A en nuestro organismo, cuya función es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el pelo, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Ambas vitaminas, tanto la C como la A, cumplen además una función antioxidante.

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    Limón

    El limón se compone por un 88,9% por agua, 9% de hidratos de carbono y un 1% de fibra. Aporta unas 30 kilocalorías por ración. Sí es destacable su aporte de vitamina C, unos 50 mg por cada 100 gramos de limón. También aporta ácido cítrico y compuestos fenólicos como los ácidos cafeico y ferúlico, que son potentes antioxidantes.

    Según señalan desde la FEN, tanto la capa blanca que se encuentra debajo de la corteza como la pulpa, presentan flavonoides (citroflavonoides) entre los que destaca la hesperidina y otros flavonoides (diosmina, naringenina, eriocitrina). Como señalamos más arriba, los flavonoides tienen poder antioxidante y se les asocia un papel protector contra el cáncer y enfermedades cardiovasculares, además de favorecer el buen funcionamiento del sistema inmunológico.

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    Piña

    Si la piña sabe ácida probablemente sea porque ha sido recolectada antes de tiempo. Según explican desde la FEN, esta fruta sólo madura satisfactoriamente en la planta. De hecho, su contenido en azúcar y en nutrientes se duplica en las últimas semanas de maduración, de ahí que si se recolecta prematuramente resulten menos sabrosas y pobres.

    Si está en su punto, contiene alrededor de un 11% de hidratos de carbono. Además, esta fruta es fuente de vitamina C y yodo, que contribuye al metabolismo energético normal, a la producción de hormonas tiroideas y a la función tiroidea normal. También contiene bromelina, una enzima de acción proteolítica capaz de romper las moléculas de proteína dejando libres los aminoácidos que las forman.

    No obstante, la recomendación es consumirla fresca. Si se compra en conserva resultará más calórica, ya que el almíbar es una solución a base de azúcar. Además, durante el procesado de la fruta pierde gran parte de la enzima bromelina, ya que se degrada con facilidad.

Alba Moraleda