Yuka, la cría de mamut de la que se ha extraído el ARN más antiguo conocido.

Yuka, la cría de mamut de la que se ha extraído el ARN más antiguo conocido. Grigory Gorokhov

Investigación

Científicos suecos liderados por un español extraen de una cría de mamut el ARN más antiguo conocido

Han obtenido siete tipos de ARN distintos, involucrados en la expresión de más de mil genes.

Más información: Investigadores españoles recuperan el ADN intacto de una hembra de mamut de hace 52.000 años

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Un equipo de investigadores de la Universidad de Estocolmo, liderados por el español Emilio Mármol, ha descubierto las moléculas de ARN más antiguas hasta el momento.

Pertenecen a Yuka, una cría de mamut lanudo que murió hace casi 40.000 años y cuyo cuerpo, conservado en el permafrost (la capa de suelo congelada de forma permanente) siberiano, fue extraído en 2010.

El logro es casi milagroso, pues la vida media del ARN "puede variar de entre unos cuantos minutos a unas pocas horas", explica Mármol a EL ESPAÑOL.

Aunque la molécula básica de la vida es el ADN, necesita el ARN para todo lo demás, desde replicarse hasta 'activar' las funciones de los genes.

Mientras que la característica básica del ADN es la estabilidad, el ARN no la necesita, pues su papel es meramente funcional: una vez cumple su cometido, se degrada.

Científicos examinan muestras de mamut

Por eso, el aislamiento y secuenciación de moléculas de ARN conservadas en el permafrost es un paso gigantesco para entender el funcionamiento del ADN antiguo.

En el estudio, publicado en la revista Cell, Mármol (que ahora trabaja en el Globe Institute de Copenhague) y su equipo describen el procedimiento de extracción del material e identificación de las moléculas.

"Nos hemos centrado en siete tipos diferentes de ARN", apunta. Hay muchos tipos distintos pero estos siete "son los mayoritarios en todas las células eucariotas y con las funciones biológicas más relevantes y estudiadas".

El genoma de los mamuts contiene unos 20.000 genes. "En Yuka hemos detectado, con cierta fiabilidad, la expresión de 60 genes microARN, casi 350 genes codificantes de proteína (que dan lugar a ARN mensajeros) y unos 900 genes no codificantes".

Esto les ha permitido 'interpretar' parte del genoma del pequeño mamut. Así, las moléculas identificadas están relacionadas con la contracción muscular y la regulación metabólica bajo condiciones de estrés.

Megafauna y virus

Esto "no resulta sorprendente, ya que investigaciones anteriores sugirieron que Yuka fue atacado por leones de las cavernas poco antes de morir", afirma Mármol.

Los 40.000 años del ARN secuenciado parecen pocos en comparación con el más de un millón de años de la muestra de ADN más antigua identificada.

Sin embargo, el nuevo hallazgo casi multiplica por tres el anterior récord de ARN más antiguo, encontrado en un cánido "de unos 14.300 años que vivió en el Pleistoceno tardío en la región de Tumat", en el noreste siberiano.

El investigador español considera que la combinación de ARN prehistórico con ADN, proteínas y otras biomoléculas "podrían transformar radicalmente nuestra comprensión de la megafauna extinta y de otras especies, revelando las múltiples capas ocultas de la biología que han permanecido congeladas hasta ahora".

No solo puede revolucionar el estudio de la megafauna sino también de los seres microscópicos.

Los dos tipos de virus respiratorios que más alarmas han encendido en los últimos años, el SARS-CoV-2 y el de la gripe, están basados en ARN.

La capacidad de aislar y secuenciar estas moléculas permite, además, trazar su prehistoria escrita en el permafrost.

"El estudio de virus ARN en muestras antiguas, en caso de que estudiemos tejidos de individuos que murieron con dicha infección, nos permitiría trazar el origen evolutivo de estos virus en el pasado y ayudarnos a entender cómo cambian y evolucionan en el presente", señala Mármol.

También puede ayudar a "descubrir el origen de pandemias pasadas para las cuales tenemos registro de que existieron, pero no sabemos realmente qué las causó ni cómo fue la patogenia que las provocaron".

Con todo, la imaginación popular se mueve hacia otros lados. Si podemos saber qué genes estaban activos en los mamuts, ¿podemos interpretar su ADN de forma que nos permita desextinguir la especie?

Este es el reclamo de varias compañías orientadas a revivir animales extintos, como Colossal Biosciences. Este año anunció la 'desextinción' del lobo terrible, aunque los críticos señalan que era más bien un perro genéticamente modificado.

Mármol recuerda que su trabajo no está ligado a estas iniciativas, "aunque sí es cierto que hemos compartido información y datos con ellos, y algunos de mis antiguos y actuales mentores y colaboradores forman parte de su comité científico asesor".

Las iniciativas de desextinción, continúa, se han enfocado en aplicar unas pocas ediciones génicas pero "necesitan una mayor información funcional sobre las consecuencias biológicas de estas ediciones".

Además, hace falta entender "cómo los genomas de estas especies extintas se expresaban, qué genes estaban más o menos activos, qué genes estaban siendo regulados o no".

En este sentido, "conocer la biología del mamut más allá del ADN, así como aplicar nuestros métodos tanto en laboratorio como a nivel computacional, podría serles de ayuda en sus objetivos".

El investigador se muestra escéptico con los objetivos de estas empresas.

"Si bien desextinguir un animal como tal no va a ser posible, sí que puede serlo el desextinguir ciertos caracteres expresados en animales modernos".

Para el caso del mamut, "podríamos obtener elefantes asiáticos más lanudos, o con orejas más pequeñas o una capa grasa más abundante, aunque ello implique consideraciones éticas muy importantes que deberían ser tenidas en cuenta".