La salud de gobernantes, como Boris Yeltsin, Mao Zedong o Ronald Reagan, ha sido analizada en un reciente estudio.

La salud de gobernantes, como Boris Yeltsin, Mao Zedong o Ronald Reagan, ha sido analizada en un reciente estudio.

Investigación

De Mao a Reagan: la relación preocupante entre las armas nucleares y la salud de los líderes que pudieron lanzarlas

Una investigación advierte que los gobernantes mundiales con problemas de salud pueden aumentar el temor a una posible guerra nuclear.

Más información: La leucemia que simboliza la paz en Hiroshima

Pablo García Santos
Publicada
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Entre el 6 y el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos arrojó bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

El presidente estadounidense, en el momento del bombardeo, era Harry S. Truman, quien gozó de un buen estado de salud durante su mandato.

En realidad, la ausencia de problemas médicos entre los gobernantes que tienen acceso a armas nucleares no suele ser habitual.

El presidente estadounidense Harry S. Truman no tuvo graves problemas de salud durante su mandato.

El presidente estadounidense Harry S. Truman no tuvo graves problemas de salud durante su mandato. Wikipedia

Así lo ha demostrado un reciente estudio en el que se ha analizado el estado de salud de 51 líderes ya fallecidos de países que poseían armas nucleares.

Depresión, demencia y alcoholismo

Los autores destacan que muchos de ellos llegaron a tener dolencias médicas incluso cuando se encontraban en el cargo.

Estos problemas "aumentan las sospechas sobre su habilidad para tomar decisiones mientras tenían acceso para poder lanzar armas nucleares".

Ocho de los líderes murieron por enfermedades crónicas estando en el cargo (cinco de ellos por ataques al corazón o infartos).

Muchos líderes tenían otros graves problemas, también estando en el poder, como demencia, desórdenes de personalidad, depresión y problemas de adicción con drogas y alcohol.

De los que dejaron el cargo mientras aún vivían, en hasta 15 de ellos se confirmó —o, al menos, existían sospechas— que los problemas de salud aceleraron su salida.

"Es probable que en este grupo las condiciones de salud influyeran en su actuación en el cargo", señala Nick Wilson, el investigador de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) que ha dirigido este estudio.

Hay casos en los que el deterioro fue preocupante, como sucedió con el ex primer ministro israelí, Ariel Sharon, entró en coma tras sufrir un derrame cerebral estando en el cargo.

El ex primer ministro israelí, Ariel Sharón, falleció en 2014 tras haber estado ocho años en coma por un derrame cerebral.

El ex primer ministro israelí, Ariel Sharón, falleció en 2014 tras haber estado ocho años en coma por un derrame cerebral.

Otro ex primer ministro israelí, Menachem Begin, sufrió una depresión tan grave que llegó a estar su último año como líder aislado en su casa.

En el caso de Richard Nixon, los autores apuntan a los episodios de consumo excesivo de alcohol que le afectaron incluso durante una crisis nuclear en Oriente Medio.

Se mantiene en secreto

Ha habido ocasiones en las que la información sobre el estado de salud de los presidentes se ha mantenido en secreto mientras sucedían los problemas.

Es lo que ocurrió con varios presidentes de Estados Unidos, como Dwight D. Eisenhower, cuyo médico describió su ataque cardíaco de 1955 como "un malestar digestivo".

Con Ronald Reagan, se ocultó tanto el alcance de las lesiones que tenía por los disparos que sufrió en 1981, como los posibles signos de demencia que tenía al final de su mandato.

Wilson asegura que John F. Kennedy tuvo un mal estado de salud durante sus dos primeros años en el cargo. Además, sus asesores mintieron sobre su enfermedad de Addison.

El investigador entiende que este trastorno, junto con el dolor de espalda y el consumo de esteroides anabólicos y anfetaminas, afectó a su rendimiento.

Pone como ejemplo la fallida invasión de Bahía de Cochinos a Cuba o su "pobre desempeño" en una cumbre de la Guerra Fría con Nikita Khrushchev en Viena.

Precisamente el mal estado de salud mental del líder soviético "contribuyó a que ambos desencadenaran tanto la crisis de Berlín como la de los misiles de Cuba".

Evaluaciones previas al cargo

En Francia, François Mitterrand se aferró al poder hasta el final de su mandato en 1995.

Un año antes, su médico ya consideraba que no era capaz de ejercer sus funciones porque sufría un avanzado cáncer de próstata que se mantuvo en secreto.

Wilson advierte que con el aumento de la inestabilidad internacional tras la invasión rusa de Ucrania, se ha vuelto "más importante" garantizar un buen liderazgo en aquellos países con armas nucleares.

Uno de los ejemplos más evidentes es el de Estados Unidos, donde un líder puede autorizar el lanzamiento de armas nucleares por sí solo (lo cual se conoce como "monarquía nuclear").

Para reducir el riesgo que suponen aquellos gobernantes cuyo juicio está en duda, plantean una serie de medidas, como que el lanzamiento requiera la autorización de varias personas.

Los investigadores también proponen que se les realicen exámenes médicos y psicológicos a los líderes antes de asumir el cargo y durante su mandato.

Joe Biden, una excepción

El citado estudio continúa la línea de investigación de un trabajo previo, publicado este año, y en el que también aparece Wilson como uno de sus autores.

En él, también demuestran que el rendimiento de al menos cuatro ex primeros ministros de Nueva Zelanda se ha visto afectado por problemas de salud y por consumo excesivo de alcohol.

Los autores señalan a la retirada a última hora de Joe Biden como la muestra más reciente de los riesgos que supone para la seguridad de un país el deterioro de su líder debido a una enfermedad.

En este caso, el líder demócrata sí que tomó la decisión de no presentarse a las elecciones del pasado año. Esto no suele ser habitual, incluso estando en el poder.

Y es que, como demuestra el estudio realizado a los líderes neozelandeses, ninguno renunció a su cargo pese a que sus colaboradores les presionaban.

Los consideraban incapaces de poder tomar decisiones acertadas debido precisamente a su estado de salud. Dos de ellos, de hecho, fallecieron mientras estaban gobernando.

El secretismo de uno de estos últimos casos fue tal que apenas tres semanas antes de que falleciera, a causa de un cáncer de colon, fuentes de su partido aseguraban a los medios que "estaba en forma, con muy buen aspecto y reuniéndose a diario con sus ministros".

En Estados Unidos, al menos nueve presidentes han ocultado al público información importante sobre su salud. "Los asesores de Joe Biden intentaron ocultar su deterioro reduciendo ruedas de prensa, apariciones en los medios y reuniones con miembros del Congreso", indica Wilson.

"Sus esfuerzos resultaron inútiles cuando millones de espectadores lo vieron titubeando con sus notas y perdiendo el hilo de sus argumentos en el debate presidencial con Donald Trump el año pasado", concluye.