El cuerpo del Papa Francisco expuesto en la Basílica de San Pedro.

El cuerpo del Papa Francisco expuesto en la Basílica de San Pedro. Alessandro di Meo / Reuters

Investigación

'Fluytan', el secreto fúnebre del Vaticano que preserva el cuerpo del Papa Francisco: "Más seguro e higiénico que el formol"

Los innovadores procedimientos funerarios temporales se han empleado tanto en las exequias de Juan Pablo II como de Benedicto XVI.

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Paolo Fava
Publicada

Fue el desastre del embalsamamiento de Pio XII, el 'papa que explotó en su ataúd', lo que convenció a las autoridades del Vaticano de que tenían que modernizar sus procedimientos fúnebres. Tras fallecer el 9 de octubre de 1958, su médico, Riccardo Galeazzi Lisi, le aplicó un procedimiento de su invención consistente en envolver el cuerpo con celofán y hierbas aromáticas.

Esto aceleró su descomposición, liberando gases que provocaron desmayos entre la guardia suiza que velaba el cadáver. La presión fue tal que su tórax acabó reventando cuando era transportado en coche fúnebre. Los embalsamadores no pudieron hacer nada: los restos del Pontífice tuvieron que ser expuestos bajo una máscara dorada.

El trauma fue tal para la Curia Romana fue tal que sus sucesores, Juan XXIII y Pablo VI, pidieron expresamente que sus cuerpos fueran preservados a la manera tradicional para sus funerales. Sin embargo, tanto en el caso de Juan Pablo II como de Benedicto XVI los servicios funerarios del Vaticano han optado por una técnica más moderna. La misma que, según fuentes, se ha utilizado con el Papa Francisco.

Así lo explicaba a la agencia ANSA Andrea Fantozzi, presidente de la Asociación Italiana de Tanatopraxia -el conjunto de técnicas para preparar un cadáver para el velatorio y entierro- y director del Instituto Nacional Italiano de Tanatopraxia (INIT). Los últimos tres pontífices han rechazado ser embalsamados, optando por una conservación temporal de sus cuerpos que permita su natural degradación una vez concluyan los funerales y sean enterrados.

La tanatopraxia incluye procedimientos cosméticos para conservar el aspecto del difunto pese al deterioro de los tejidos y la rigidez. Pero la prioridad es detener y atenuar los efectos de la descomposición, que incluyen el olor a putrefacción, las emanaciones de gases nocivos y la pérdida de fluidos. Existen tratamientos químicos que retrasan la autolisis -destrucción celular- y la propagación bacteriana, y tradicionalmente se ha empleado el formol o la formalina.

Sin embargo, los productos a base de formaldehído son tóxicos y potencialmente mutagénicos, por lo que la exposición aumenta el riesgo de cáncer. Además, implican la sustitución completa de la sangre -que se drena por la yugular- por la sustancia química, bombeada por las arterias. Según Fantozzi, los restos mortales de los últimos papas han sido verosímilmente tratados con un compuesto diferente denominado Fluytan y patentado por el INIT, que implica entre otras ventajas que los cadáveres no necesitan ser exanguinados por completo.

La principal diferencia es que el Fluytan se aplica de forma tópica, directamente sobre el cuerpo mediante una esponja u otro instrumento, donde tiene efecto "bactericida, trombolítico -disuelve los coágulos- y lipolítico", lo que contribuye a preservar los tejidos y eliminar olores. Esta sustancia se utiliza también en la investigación médica y forense, explica Fantozzi, ya que preserva mejor el ADN orgánico. También es una solución en caso de cadáveres que van a ser repatriados, y que por tanto van a tardar en ser inhumados.

El Fluytan también se inyecta directamente a nivel arterial donde se diluye y decolora. "Es un tratamiento mucho más eficaz para el difunto, que permite un resultado altamente higiénico a la vez que garantiza un aspecto más presentable de los cuerpos", aseguraba el experto en tanatopraxia en una entrevista. "Yo he trabajado diez años con el formol y puedo decirte que es un monstruo".

El especialista aprovechaba la conversación para reivindicar los aspectos éticos y humanos de la tanatopraxia. "Se trata fundamentalmente de cuidar la última imagen que nos llevamos de nuestros seres queridos, la que nos queda dentro. He asistido a despedidas finales traumáticas. Hay quien se ha llevado consigo un recuerdo óptico atroz sumado al dolor de la muerte".