Donald Trump en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Donald Trump en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Europa Press

Ciencia

Los siete golpes letales que Trump ha asestado a la ciencia: "Es un regreso a un oscurantismo medieval"

Los expertos alertan de que las decisiones del gobierno del magnate ponen en peligro la colaboración en la ciencia y la producción de conocimiento.

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Las claves

Trump ha retirado a EE.UU. de la OMS y recortado 2.000 millones de dólares, afectando la respuesta global ante pandemias y programas contra VIH, polio y malaria.

El gobierno ha reducido la financiación a universidades y ONGs, presionado revistas científicas y restringido visados, lo que ha provocado migración de investigadores y debilitamiento de la ciencia.

Se han impulsado campañas contra las vacunas, eliminando fondos para investigaciones y promoviendo teorías infundadas sobre el autismo, afectando la salud pública y la credibilidad científica.

Miles de páginas de información científica han sido eliminadas de agencias oficiales, dejando a la población sin acceso a datos clave sobre salud pública y favoreciendo la desinformación.

Este año ha sido algo más que movidito para el mundo de la ciencia gracias a Estados Unidos. Donald Trump tomaba posesión de su segundo mandato al frente del país el 20 de enero y con ello empezaban sus embates contra la salud pública y la investigación.

Solo un día después, el 21 de enero, llegó la primera decisión, que ya presagiaba el ambiente convulso que se podía esperar para 2025: Trump sacaba a la principal potencia global de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

No se quedó solo ahí, siguió avanzando y pronto llegaron los recortes a programas humanitarios para combatir enfermedades como el VIH, la polio o la malaria. No hay que olvidar las presiones a revistas científicas y universidades para que se amoldaran a su ideología ni su lucha contra las vacunas y el empeño por relacionarlas con el autismo.

"Ha sido un año terrible para la salud mundial y para la evidencia científica", lamenta Daniel López-Acuña, epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS. "Para mí es un regreso a un oscurantismo medieval."

Ese primer paso, dejar la OMS, le supuso a la institución mundial una pérdida de, aproximadamente, 2000 millones de dólares en financiación, dice el experto. La pérdida se ha traducido en una reducción en torno al 20% del personal y a tener que recortar numerosos proyectos, añade.

Las consecuencias de este acto no han sido solo económicas. La salida de Estados Unidos reduce la capacidad mundial para poder mantener una adecuada preparación sanitaria para poder dar respuesta a muchos problemas sanitarios, como una futura pandemia.

En la misma línea, un mes después, Estados Unidos suspendió la financiación a través de USAid (siglas en inglés de Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) de programas internacionales que luchan contra el VIH (como ONUSIDA), la polio o la malaria, entre otros.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calculó entonces que esta decisión tendría consecuencias en 55 países. Uno de ellos es Sudáfrica, donde la ONG Desmond Tutu HIV Foundation, calculó que podía morir medio millón de personas por culpa de esos recortes

Ataques a la investigación

Los envites continuaron tras estos dos primeros asaltos. 2025 también ha sido el año de la guerra contra las universidades. El gobierno estadounidense les ha aplicado recortes millonarios a muchas de ellas y ha abierto investigaciones por supuestas violaciones de normas federales.

Además, ha llegado a retirar el visado a estudiantes internacionales y a ejercer presiones ideológicas que amenazan la autonomía institucional. No son las únicas, las revistas científicas fueron asimismo víctimas del magnate y su equipo.

López-Acuña reconoce que, aunque ha habido resistencia de las universidades amenazadas, sobre todo por parte de Harvard, los efectos ya se han notado con investigadores que han migrado a Europa o con problemas financieros.

Esa oposición se puede mantener hasta cierto punto, continúa el epidemiólogo, sobre todo cuando está en juego la financiación pública de las instituciones, su mayor fuente de ingresos, o cuando se destituye a las voces más contestatarias. "Vivimos tiempos muy difíciles para la comunidad científica, para la salud pública y para sobrevivir en esta administración".

En mayo, un fiscal federal en Washington acusó a tres revistas, entre ellas The New England Journal of Medicine (de gran prestigio), de ser "partidarias en varios debates científicos". Lo hizo a través de cartas que contenían preguntas acusatorias sobre sesgo y una selección de artículos partidaria.

Ataques a la academia como estos trascienden las fronteras estadounidenses. Sus efectos se notan a nivel global, ya que disminuyen todos los esquemas colaborativos de la ciencia, de la producción de conocimiento y de su difusión, sostiene López-Acuña.

Trump contra las vacunas

Uno de los mayores objetivos del gobierno de Trump son las vacunas. Su equipo lleva todo el año luchando para desacreditarlas, acusarlas de causar autismo y frenar el desarrollo de nuevas vías de inmunización.

En agosto, Estados Unidos retiró 500 millones de dólares destinados a investigar vacunas de ARN mensajero (ARNm), la tecnología que permitió desarrollar rápidamente la inmunización contra la Covid.

"Los datos muestran que estas vacunas no protegen eficazmente contra infecciones de las vías respiratorias superiores como la Covid y la gripe", argumentó entonces Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos del país norteamericano (figura similar al ministro de Sanidad en España).

Sin embargo, no es así para la mayoría de expertos. En un artículo publicado entonces por EL ESPAÑOL, los expertos consultados calificaban la decisión como un disparate. "Es un mazazo a toda una investigación pionera y con mucho futuro", llegó a lamentar uno de ellos.

El experto habla de Robert F. Kennedy Jr. como una de las figuras clave del actual gobierno negacionista y anticientífico de Estados Unidos, sobre todo en su cruzada contra las vacunas.

El secretario de Salud y Servicios Humanos del país norteamericano llegó al cargo con una postura abiertamente antivacunas, conspiranoica y negacionista de enfermedades como el VIH.

El sobrino del presidente asesinado en 1963, John F. Kennedy, obligó recientemente a los Centros para el Control y la Prevención de enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) a actualizar su página web con afirmaciones sobre una posible conexión entre las vacunas y el autismo.

Este trastorno del neurodesarrollo ha sido otra de sus obsesiones este año. En septiembre, el propio presidente desaconsejó el uso de paracetamol en embarazadas, concretamente la fórmula comercial Tylenol, por esta causa.

Él y su equipo decían haber encontrado una posible relación entre su empleo en las primeras etapas del embarazo y un mayor riesgo de autismo en niños, algo que la ciencia ya ha desmentido en más de una ocasión.

Los mensajes sobre vacunas y autismo no son lo único para lo que han modificado la página web. Claudia García-Vaz, coordinadora de Análisis de Políticas del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), recuerda que a principios de 2025 el Departamento de Salud y Servicios Humanos borró información científica de las webs de sus agencias.

Esto incluye a los CDC, pero también a los Institutos Nacionales de Salud (NIH), que dejaron de mostrar temas como el VIH, la salud reproductiva o la identidad de género. La orden se tradujo en la pérdida de 8.000 páginas.

La investigadora recuerda que ambas son la principal referencia en materia de salud pública para sus ciudadanos. "Sin esta información, el público pierde una fuente fundamental de información, quedando vulnerable."

Una guerra abierta contra la ciencia

Para López-Acuña todas estas embestidas son muestras claras de una guerra abierta contra la ciencia. Todo esto, defiende, "está asociado con la gran deriva autoritaria que supone un gobierno populista como el de Trump".

El epidemiólogo agrega que tras esta deriva hay una intención de hacer que la ciencia respalde de una manera o de otra su ideología y sus intenciones, independientemente de lo que diga la evidencia científica.

García-Vaz considera que en el contexto estadounidense hay una cierta identificación de la ciencia como una élite intelectual que habla un idioma diferente y tiene intereses distintos a los de la gente de a pie.

"El gobierno ha sabido aprovecharse de ello para aumentar la brecha de desconfianza y justificar ataques a la salud pública y a la ciencia que hace unos años parecían inconcebibles".

López-Acuña expone que, aunque es muy complicado, el resto de naciones pueden intentar contrarrestar los envites que le está dado Trump a la ciencia. La clave, sostiene, está en "invertir mucho más en salud, cooperación al desarrollo de esta y preparación pandémica", sobre todo por parte de la Unión Europea.

La investigadora del ISGlobal subraya que es vital encontrar alternativas estables y sostenibles que blinden la investigación frente a los bandazos de este y otros gobiernos anti-ciencia. "En riesgo está nuestra capacidad para no dejarnos más vidas por el camino mientras intentamos responder a crisis sanitarias que ya existen, como el VIH, y a las que vendrán."