Blanca García-Orea, nutricionista.

Blanca García-Orea, nutricionista.

Ciencia

Blanca García, nutricionista, sobre el atún claro: "Tiene más mercurio, lo ideal es no comer más de 1 o 2 latas por semana"

El atún claro destaca por su elevada capacidad de acumular mercurio a causa de su tamaño, por lo que la experta aconseja limitar su consumo.

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Las claves

El atún claro en lata contiene más mercurio que otras especies, por lo que se recomienda no consumir más de una o dos latas por semana.

La especie etiquetada solo como "atún" suele ser más pequeña, acumula menos mercurio y es una alternativa más segura al atún claro.

Las mujeres embarazadas, lactantes y niños deben evitar peces grandes como el atún rojo y el pez espada debido al riesgo de metilmercurio.

Optar por envases de vidrio y alternar con conservas de pescados pequeños como melva o caballa ayuda a reducir la exposición a metales pesados.

El atún en conserva es un alimento fundamental en la despensa española y es la estrella del país. Sin embargo, su facilidad de uso esconde una preocupación creciente en seguridad alimentaria: la presencia de metales pesados. Por ello, la popular nutricionista Blanca García-Orea (blancanutri en Instagram) advierte sobre la qué tipo de atún debemos evitar.

La clave está en el origen del pescado y en reconocer las especies. La nutricionista insiste en que debemos saber identificar qué atún presenta menor concentración cuando vamos al supermercado. Tal como explica, "entre las mil de latas de atún podemos encontrar dos especies", el atún claro y el que "sólo se llama atún".

El riesgo se concentra en la especie de mayor tamaño. "La que se llama atún claro por su tamaño es el atún con mayor contenido en mercurio de los que encontramos enlatados", advierte García-Orea. La razón es la bioacumulación: el atún claro puede alcanzar los 200 kilos, y "cuanto mayor tamaño tiene el pescado, más cantidad de mercurio puede acumular".

La alternativa más segura es la lata rotulada simplemente como Atún. Este pescado es de menor tamaño, con un peso aproximado de "unos 35 kilos", siendo el listado (Katsuwonus pelamis) el más habitual. Las conservas suelen elaborarse con ejemplares de 20-25 kilos, lo que reduce notablemente su concentración de mercurio frente al atún rojo fresco.

Esta distinción sustenta la recomendación central de la experta. En cuanto a la frecuencia, García-Orea es tajante. "Lo ideal sería no consumir más de una o dos latas de atún a la semana". El riesgo procede del metilmercurio (MeHg), la forma más tóxica de este metal pesado, asociado a efectos adversos sobre el sistema nervioso.

La normativa europea permite una concentración máxima de 1 mg/kg en el atún, un límite tres veces superior al establecido para pescados pequeños como la sardina o el bacalao. Aunque el nivel medio detectado en conservas españolas (0,26 mg/kg) queda lejos de este máximo legal, la controversia sigue siendo notable y genera debate científico y social.

Un informe de las ONG Bloom y Foodwatch señaló que, pese a que el 90% de las latas cumplen la ley, el 57% superaría el límite de 0,3 mg/kg si el atún no dispusiera de una excepción legal. De ahí que los autores aseguren que “los poderes públicos han acordado con los atuneros licencia para contaminar”, una afirmación que reaviva la discusión pública.

Pese a la alarma, la evidencia científica proporciona cierto margen de tranquilidad para el adulto promedio. El tecnólogo alimentario Mario Sánchez estima que una persona de 70 kilos podría consumir seis o siete latas semanales sin superar el límite tolerable de la EFSA. Aun así, advierte: “no comer latas de atún como si no hubiera un mañana”, y recuerda que la variedad es esencial.

Minimizar los riesgos

La recomendación de la nutricionista cobra especial relevancia para los grupos sensibles, ya que el metilmercurio puede afectar al desarrollo neurológico del feto y de los niños. La AESAN aconseja que mujeres embarazadas o lactantes y menores de 0 a 10 años eviten por completo peces grandes y depredadores como pez espada, atún rojo, tiburón o lucio.

Para la población general, la agencia recomienda no exceder las tres o cuatro raciones semanales de pescado, alternando especies grasas y magras como caballa, sardina o merluza. Este equilibrio permite obtener los beneficios nutricionales del pescado reduciendo el riesgo asociado a la exposición continuada a metales pesados.

García-Orea plantea dos estrategias para disminuir la exposición a contaminantes sin renunciar a las conservas. La primera es optar por el envase de vidrio, que considera la opción ideal. De este modo, “nos ahorraremos los metales pesados del proceso de envasado a los que añadiríamos los metales pesados del propio pescado”. En cuanto al líquido, asegura que aceite, escabeche o natural son opciones válidas.

La segunda estrategia es seleccionar pescados más pequeños. La melva y la caballa destacan como alternativas recomendables, pues presentan menor bioacumulación de mercurio. La melva alcanza “un kilo y medio” y la caballa unos dos kilos, situándose en niveles bajos de la cadena trófica, lo que disminuye su exposición a contaminantes.

La conclusión de los expertos es que el atún en lata es seguro y saludable, pero siempre teniendo en cuenta la variedad. Alternar especies y formatos permite mantener la ingesta de metilmercurio muy por debajo del límite tolerable y disfrutar del pescado sin comprometer la seguridad alimentaria.