Censura, ingeniería social e ideológicamente corrupta: la investigadora que ha dejado plantada a 'Nature'

"Censura", "ingeniería social" e "ideológicamente corrupta": la investigadora que ha dejado plantada a 'Nature'

Ciencia

Krylov, la científica que planta a 'Nature' por 'woke': acusa a la revista de "censura", "ingeniería social" y "corrupción ideológica"

Anna Krylov ha sido apoyada, entre otros, por personalidades como Steven Pinker en su lucha contra la 'coquización' de la ciencia.

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Las claves

Anna Igorevna Krylov, catedrática de Química en la Universidad del Sur de California, ha rechazado colaborar con las revistas del grupo Nature, acusándolas de censura, ingeniería social y corrupción ideológica.

Krylov critica que Nature prioriza políticas de justicia social y diversidad sobre el mérito científico, lo que según ella compromete la integridad de la ciencia.

Entre sus denuncias, señala que se promueve citar trabajos de minorías y se busca activamente la inclusión de mujeres como autoras o revisoras, lo que considera una forma de ingeniería social.

Expertos consultados coinciden en que las políticas de diversidad, equidad e inclusión son comunes en las grandes editoriales científicas y consideran que sirven para compensar desigualdades históricas en la ciencia.

"Los artículos en las revistas de [el grupo] Nature no pueden ser considerados ciencia rigurosa".

Quien esto escribe no es terraplanista, ni antivacunas, ni negacionista del cambio climático, sino una respetada catedrática de Química en la Universidad del Sur de California.

¿Qué es lo que lleva a Anna Igorevna Krylov a afirmar que el grupo editorial científico más prestigioso del mundo no es fiable?

Hace unas semanas, Nature Communications, una de las revistas del grupo, invitó a Krylov a revisar un estudio que iba a ser publicado en sus páginas.

Es el proceder habitual en la ciencia: el editor de una revista encuentra interesante un artículo y lo remite a expertos para que lo revisen y validen sus conclusiones y sugieran mejoras.

Así, se garantiza que lo publicado es verídico y tiene la suficiente calidad para contribuir al conocimiento científico.

El estudio en cuestión llevaba como título 'Gran dicroísmo circular en el rendimiento total de fotoemisión de nanopartículas quirales libres creado por un efecto de dipolo eléctrico puro'.

Aunque usted sea incapaz de desentrañar de qué va el artículo, el campo de estudio encaja perfectamente con la especialización de esta química de orígenes ucranianos.

Sin embargo, en una carta abierta publicada en la newsletter 'Heterodox STEM', Krylov rechazaba participar en la revisión del artículo.

Y no lo hacía de una forma amable.

"A pesar de que el tema está dentro de mi área de conocimiento y normalmente estaría encantada de contribuir con una revisión por pares, debo declinar".

Además, "he decidido no involucrarme en revistas que pertenezcan al grupo Nature en cualquier competencia profesional porque el grupo ha adoptado políticas y prácticas que son incompatibles con la misión de una editorial científica".

Para Krylov, la editorial "ha abandonado su misión en favor del avance de la agenda de la justicia social", algo que encuentra incompatible con la búsqueda de la verdad y la excelencia científica.

Acusa a Nature de haber "institucionalizado la censura, implantado políticas que sacrifican el mérito en favor de criterios basados en la identidad, e inyectado la ingeniería social en las directrices para autores y el proceso de publicación".

Por ejemplo, señala que el grupo pide a los editores hagan un esfuerzo para buscar proactivamente mujeres como autoras de artículos o revisiones.

"No puedo parar de pensar si se me pidió revisar el manuscrito por mi conocimiento de la materia en cuestión o por mis órganos reproductivos".

Politización de la ciencia

También habla de "subversión ideológica" cuando en algunas revistas del grupo se anima a los autores a practicar "justicia en la citación", promoviendo que se citen artículos de minorías no privilegiadas, lo que ve como signo de "ingeniería social".

"Cuando las referencias se eligen no por su relevancia científica o calidad sino para promover el trabajo de grupos de identidad seleccionados, la integridad de la ciencia se ve comprometida", apunta.

Krylov señala, por otro lado, que en otra de las revistas, Nature Human Behavior, los editores declararon "su intención de censurar investigación legítima que puedan considerar potencialmente 'dañina' para ciertos grupos".

Las posturas de la química ante lo que ve como una corrupción del fin último de la ciencia no son nuevas.

Desde la pandemia lleva publicando artículos con un análisis crítico de lo que ella considera la supeditación de la ciencia a la política. Concretamente, a la política identitaria, que se conoce despectivamente como 'woke'.

Esto le ha ganado el aplauso de gente como el psicólogo canadiense de Harvard Steven Pinker, una de las figuras de más renombre entre los académicos liberales y conservadores.

¿Tiene razón Krylov en su lucha contra las políticas igualitarias de Nature? "Hoy en día, todas las grandes editoriales de revistas científicas tienen políticas para favorecer la diversidad, equidad e inclusión", comenta el físico de la Universidad de Málaga Francisco Villatoro.

"Todas salvo, quizás, las editoriales depredadoras y similares, cuya política es monetaria".

Por ejemplo, el grupo Science —la cumbre de la publicación científica junto a Naturetambién las tiene.

Sus revistas "están comprometidas a impulsar la diversidad, equidad e inclusión [DEI, por sus siglas en inglés] entre nuestros autores, revisores y editores", señala en su política editorial.

¿Por qué centrarse en Nature, entonces? Villatoro señala a Magdalena Skipper, directora editorial del grupo desde 2018 y primera mujer en llegar a este puesto.

"Ella ha introducido políticas de género y minorías en la revista, dándole mucho bombo y platillo".

Skipper ha abanderado las políticas de inclusión en el mundo editorial y ha sido una de las voces que más ha criticado el paso dado por el nuevo Gobierno de Donald Trump, que ha eliminado de un plumazo todas las subvenciones a investigaciones que incluyeran las palabras diversidad, equidad o inclusión en sus proyectos.

La cuestión del privilegio no es ajena en la ciencia. Un análisis de los galardonados con el Premio Nobel en categorías científicas desde 1901 señalaba que, además de que la mayoría son hombres blancos anglosajones, la mitad de ellos eran hijos de padres que estaban entre el 5% de los más ricos de su país.

La explicación más obvia no es un talento innato de los hombres blancos ricos sino que ellos tienen acceso a una mejor educación y a más oportunidades para llegar a la excelencia.

"No existe igualdad de oportunidades en la ciencia", afirma tajante Joaquín Sevilla, catedrático de Física de la Universidad de Navarra y coautor de Los males de la ciencia [NextDoor, 2021], un libro donde indagaba los lastres que arrastra la investigación científica.

"Está muy probado con datos que el machismo y el racismo siguen más presentes de lo que nos gusta creer".

Por eso, "tener en cuenta la necesaria igualdad de oportunidades es algo de una mínima decencia en cualquier actividad humana y, salvo que se exagere de forma expresa —cosa que ha ocurrido alguna vez, pero es rarísima— no traiciona ningún ideal científico. Al revés".

"Lo que ahora se considera 'woke', desde la normalización (y victoria electoral en muchos sitios, empezando por EEUU) de la extrema derecha, es lo que normalmente era ser buena persona".

Sevilla reconoce que "claro que hay criterios inclusivos en muchas revistas, universidades y empresas, es una aproximación a compensar las desigualdades injustas que la ciencia ha dejado claro que existen históricamente".

Villatoro, por su parte, señala que las políticas de igualdad en la ciencia, se llamen 'woke', 'corrección política' o 'ideología corrupta', son "una realidad de este siglo que hay que asumir".

"Todos los agentes de la comunidad científica internacional apoyan este tipo de políticas. Todos. Y las editoriales no pueden estar al margen de ello. Que no le gusta a alguien, se siente... Las cosas son como son".