Una imagen de Charli Hermida junto a una fotografía de Rosalía.

Una imagen de Charli Hermida junto a una fotografía de Rosalía.

Ciencia

Así es vivir con TDAH, el trastorno que hace que Rosalía olvide sus letras: "Es como si se desenchufara mi cabeza"

Este trastorno supone despistes, dificultades para organizar tareas, para regular emociones o para gestionarse el tiempo, además de problemas de atención.

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El altavoz del que gozan muchas celebridades puede ser la herramienta perfecta para dar voz y visibilidad a situaciones, trastornos o patologías que no cuentan con la atención necesaria o que, incluso, pueden tener cierto estigma. Es lo que ocurre con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y Rosalía.

La cantante está de estreno con el lanzamiento de su nuevo álbum, 'Lux', y hay quien lo ha usado para hablar sobre la condición con la que vive. No es ningún secreto, ya que la catalana lo ha reconocido más de una vez en público ante sus fans, en conciertos y firmas de discos, con total normalidad.

En concreto, a ella le afecta sobre todo a su capacidad para poner atención o para recordar algunas cosas. Igual que la cantante, entre el 3% y el 10% de la población convive con TDAH cada día.

Desde Focaliza TDAH, centro de Madrid especializado en el trastorno, cuentan que, además, esos problemas de atención, supone despistes, dificultades para organizar sus tareas, para regular las emociones o para gestionarse el tiempo.

Estas personas también presentan dificultades para realizar tareas sin una recompensa inmediata y suelen tener olvidos y perder cosas de manera frecuente, agregan las directoras del centro en conversación con EL ESPAÑOL.

"Es como que mi cabeza se desenchufa", describe Charlie Hermida (Alcantarilla (Murcia), 20 años). Le diagnosticaron el trastorno hace un año, aunque antes ya veía signos que le indicaban que algo en él era diferente. Durante los primeros años estudiando el joven no tenía demasiados, pero la cosa cambió a partir de tercero de la ESO.

En ese curso el nivel de exigencia subió, tenía que estudiar mucho más y empezó a experimentar muchas dificultades para concentrarse. "Cada vez que me sentaba [a estudiar] me distraía un montón, se me iba la cabeza", rememora.

Mantuvo esa situación, sin cuestionarse mucho ni buscar una respuesta, hasta hace un año y medio. Su pareja también sufre TDAH y observándole, creyó que él podía tener lo mismo, así que se lo comentó a su psiquiatra. Le hicieron pruebas, se confirmó el diagnóstico y comenzó un tratamiento con medicación.

Sandra García (Madrid, 25 años) también obtuvo un diagnóstico tardío. A los 21 años, concretamente. Eso sí, para ella fue todo un alivio recibirlo porque todo encajó. Pudo ponerle nombre y entender muchas dificultades o comportamientos que tenía y para los que no encontraba explicación. "Pensaba que era rara".

Una de las cosas que pudo comprender es por qué tiene menos energía social que los demás. "Cuando hago planes por la mañana, por la tarde estoy exhausta", relata. Esto hace que, incluso en medio de una quedada, si hay mucha gente, necesite apartarse durante un rato porque se agobia.

Una de las cosas que peor le hacían sentir y que ha podido entender gracias a saber que tiene TDAH son sus lagunas mentales. Esto era algo que la hacía tener problemas con sus amigos porque podía olvidar conversaciones por completo. "Es como si, de repente, hubiera vacíos [en su memoria]".

A ella el TDAH le ha llevado a perder algunas amistades. Le cuesta mucho estar pendiente de WhatsApp y a veces, incluso, olvida responder a los mensajes. "Si no tengo a esa persona delante, puedo olvidarme de ella". No es que no quiera ser una buena amiga, explica: "Es que el cerebro no puede con todo".

El estigma

Tanto Hermida como García coinciden en que, quizá, el área más afectada por el TDAH es la académica. La madrileña cuenta como la llegaron a tachar de vaga o de inútil sus propios profesores en las tutorías con sus padres.

"Les decían que no hacía nada en clase, que me olvidaba de entregar algunos trabajos y que no tenía ningún interés en los estudios", lamenta la joven. Esto acababa acompañado de una regañina de sus padres y eso, además de frustrarla, también la confundía. "No lo entendía porque yo estaba dando todo de mí".

El murciano reconoce que él en ese sentido tuvo más suerte y recibió más apoyo por parte de sus profesores, aunque cree que puede deberse a que también está diagnosticado con autismo desde los 10 años. Aun así, reconoce que no es lo habitual y conoce casos en los que los centros educativos no lo ponen fácil.

José Ángel Alda, jefe de Psiquiatría en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, lamenta que esto siga ocurriendo y que el TDAH siga cubierto de cierta capa de estigma. Esto acaba provocando que muchas personas se vean afectadas emocionalmente y piensen que no sirven para nada.

"He tenido pacientes en consulta que me han dicho que son idiotas", ejemplifica Alda para mostrar cómo pueden afectar estos mensajes. Es lo normal, dice, si reciben continuamente el mensaje de que son vagos o unos inútiles por sus dificultades.

María José Mas, neuropediatra, está totalmente de acuerdo y cree que esa falta de comprensión es el principal problema del trastorno. "Es difícil ponerse en el lugar de la persona con TDAH y, a menudo, se confunde su manera de procesar la información y de responder con mala educación, falta de interés o pereza".

García y Hermida reconocen que, a pesar de las dificultades en primaria y secundaria, todo cambió en niveles superiores. Para la primera en bachillerato, cuando eligió la rama artística, y para el segundo al entrar en la carrera de diseño gráfico.

Esto no es extraño, explica Alda. Las personas con TDAH tienen muchas dificultades para mantener la atención, pero cuando algo les interesa mucho, pueden entrar en lo que se conoce como hiperfoco. Un estado en el que mantienen la concentración enormemente. "He tenido pacientes que se han olvidado de comer", cuenta.

Por este motivo, siempre recomienda a las personas a las que trata que elijan unos estudios que le gusten al acabar secundaria. Si consiguen encontrarlos, esas dificultades se minimizarán.

Aun así, no es ningún camino de rosas, reconocen Hermida y García. Ambos coinciden en que puede ser muy frustrante, ya que las notas no suelen reflejar su trabajo. Los exámenes son algo complicados para ellos, aunque se los adapten.

El murciano cuenta que el silencio, el papel en blanco y la falta de estímulos en el aula que se da en estas situaciones le complica mucho el poder concentrarse para hacer bien la prueba.

Lo mismo le pasa a la madrileña, que cuenta que llega un momento en el que no es capaz de mantener la atención y necesita mirar a otros lados para descargar un poco el cerebro. "Acababa mirando al reloj de la pared o a mi compañero que escribe, a cualquier cosa que hiciera ruido".

Todas las áreas afectadas

Además del área académica, la social y la familiar también pueden verse afectadas. La impulsividad y la baja tolerancia a la frustración que suele acompañarles puede ser una fuente de conflictos. Por otra parte, los adultos pueden ver impacto en su vida laboral.

En algunos casos pueden sufrir cambios de trabajo no deseados, pero en otros pueden ser ellos mismos quienes los propicien. El TDAH hace que quienes lo tienen se aburran con facilidad, por lo que algunos pueden sentir la necesidad de pasar de un trabajo a otro.

No todo es malo, explican desde Focaliza TDAH. Son personas muy divertidas, que cuando disfrutan de algo lo hacen de forma muy intensa y eso suele gustar mucho a la gente que les rodea. Además, aunque se cansen más pronto de lo que les gustaría, prueban muchas cosas diversas y desarrollan muchas facetas diferentes, "lo que les hace muy interesantes".

Incluso esa impulsividad puede tener un lado positivo, explican desde el centro: "Son personas claras, directas y espontáneas", explican las dos directoras.

Afortunadamente, todo esto puede abordarse con un tratamiento multimodal con psicoterapia e incluso combinarlo con fármacos, explican Mas y Alda. La neuropediatra hace hincapié en la importancia de la psicoeducación para que el paciente pueda entender bien lo que le ocurre.

En el caso de los niños, pacientes con los que está especializada la experta, también es importante hacer ese ejercicio con los padres y los profesores para que puedan comprender bien a los menores, agrega.

Tanto García como Hermida toman medicación para controlar el TDAH y han desarrollado pautas en su día a día que les ayudan a minimizar las dificultades. Esto último es la clave para ellos. "Es un proceso que puede ser frustrante, pero hay que hacerlo como se pueda y tener paciencia con uno mismo", dice la madrileña.