Reconstrucción de un Tyrannosaurus rex.

Reconstrucción de un Tyrannosaurus rex.

Ciencia

Los dinosaurios no estaban en declive: unos fósiles en Nuevo México muestran que fueron aniquilados por el meteorito

La comunidad científica lleva años debatiendo si desaparecieron de forma súbita o, por el contrario, llevaban tiempo extinguiéndose.

Más información: Así fue el tsunami causado por el asteroide que arrasó a los dinosaurios: 30.000 veces mayor que el de 2004

J.A. Gómez
Publicada
Actualizada

Las claves

Un estudio reciente liderado por el profesor Andrew Flynn muestra que los dinosaurios no estaban en declive antes del impacto del asteroide, sino que fueron aniquilados de manera repentina.

El análisis de fósiles del Miembro Naashoibito en Nuevo México revela que los dinosaurios eran contemporáneos de los de la Formación Hell Creek, con una fauna diversa y sin señales de declive ecológico.

Los nuevos datos cuestionan la idea de ecosistemas uniformes en el Cretácico tardío, sugiriendo que las regiones mantenían faunas diferenciadas, lo que indica que los dinosaurios seguían evolucionando hasta el impacto.

Durante décadas, los científicos han debatido si los dinosaurios desaparecieron de forma súbita tras el impacto del asteroide que marcó el final del Cretácico o si, por el contrario, ya llevaban tiempo en declive. Una nueva investigación publicada esta semana aporta pruebas sólidas a favor de la primera hipótesis: los dinosaurios no estaban desapareciendo lentamente, sino que fueron aniquilados de golpe.

El estudio, liderado por Andrew Flynn, profesor de la Universidad Estatal de Nuevo México y su equipo, ha reexaminado un yacimiento fósil del noroeste de Nuevo México, conocido como el Miembro Naashoibito, una capa rocosa de la Formación Kirtland que hasta ahora había sido difícil de datar con precisión.

Gracias a nuevas técnicas de geocronología —el estudio de las edades de las rocas mediante isótopos radiactivos—, los investigadores han determinado que estos fósiles tienen entre 66,4 y 66 millones de años, es decir, se formaron apenas unos 340.000 años antes del límite Cretácico-Paleógeno, cuando un asteroide de más de 10 kilómetros de diámetro impactó contra la Tierra.

Esta datación sitúa a los dinosaurios de Nuevo México como contemporáneos de los de la Formación Hell Creek, en el norte de Estados Unidos (actuales Montana y Dakota del Norte), uno de los lugares más estudiados del mundo para entender el final del reinado de estos animales.

"Los fósiles del Miembro Naashoibito muestran una fauna diversa, con dinosaurios de diferentes tamaños, dietas y linajes, lo que indica que no había signos de un declive ecológico antes de la extinción", explican los autores en el estudio.

Entre los restos analizados figuran fósiles de ceratópsidos (dinosaurios con cuernos), hadrosaurios (de pico de pato) y terópodos carnívoros, lo que refleja una comunidad ecológicamente compleja y saludable.

Ecosistemas distintos hasta el final

Los nuevos datos también cuestionan otra idea extendida en paleontología: la de que los ecosistemas de dinosaurios del final del Cretácico eran prácticamente uniformes en toda Norteamérica.

Los análisis ecológicos realizados por el equipo de Flynn muestran lo contrario: incluso en los últimos cientos de miles de años antes del impacto, las distintas regiones mantenían faunas diferenciadas, adaptadas a sus condiciones locales.

"Esto sugiere que los dinosaurios seguían evolucionando y diversificándose regionalmente hasta el mismo final del Cretácico", indica el estudio. Según los investigadores, esta diferenciación ecológica refuerza la idea de que no hubo un declive global, sino una extinción repentina y catastrófica.

Hasta ahora, los mejores registros del tránsito entre el Cretácico y el Paleógeno procedían del norte de las Grandes Llanuras de Estados Unidos, en las formaciones Hell Creek y Fort Union.

Pero los resultados obtenidos en esas zonas habían generado conclusiones contradictorias: algunos equipos veían un descenso progresivo de las especies, mientras que otros defendían una desaparición abrupta.

El nuevo trabajo, al sumar un punto geográfico clave en el suroeste de Norteamérica con dataciones más precisas, inclina la balanza hacia la hipótesis del cataclismo repentino.

En un comentario que acompaña al artículo, la paleontóloga Lindsay Zanno analiza el impacto de estos hallazgos: "La nueva cronología del Miembro Naashoibito llena un vacío importante del registro fósil y refuerza la imagen de un mundo todavía lleno de dinosaurios vibrantes y diversos, justo antes de que un día lo cambiara todo".

Evidencias menos precisas de otros continentes, como Asia o Sudamérica, apuntan en la misma dirección: los dinosaurios no se estaban extinguiendo lentamente, sino que prosperaban hasta que el asteroide golpeó lo que hoy es la península de Yucatán.

Las consecuencias fueron inmediatas: incendios globales, tsunamis y un "invierno nuclear" que acabó con el 75% de las especies del planeta.

El nuevo estudio ayuda a resolver uno de los debates más duraderos de la paleontología moderna. "Todo indica que los dinosaurios no murieron de forma lenta, sino de manera repentina, víctimas de un evento imprevisible", concluye Flynn.