La enfermera Raquel Montesinos.
Raquel, enfermera española que trabaja en Holanda: "Se cobran hasta 4.000 euros en brutos sin extras; luego, vas sumando"
La sanitaria asegura que el bruto mensual es sólo el punto de partida de un sistema en el que los pluses marcan la verdadera diferencia con España.
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¿Cuánto cobra una enfermera en Países Bajos? La cifra no es única ni estática: cambia según el ámbito en el que se trabaje (hospital general o universitario, atención municipal, salud mental, residencias o cuidados a domicilio) y, sobre todo, según la disposición a asumir turnos poco “amables” —tardes, noches, fines de semana y festivos— que activan complementos regulados por convenios colectivos y pueden mover de forma notable el total de fin de mes.
Con ese marco en mente, la enfermera española Raquel Montesinos, afincada allí, ha respondido en TikTok a la pregunta que más le hacen: pone números concretos y deja claro que el bruto mensual es solo el punto de partida de un sistema en el que los pluses y el calendario que cada profesional decide cuidar marcan la verdadera diferencia.
La joven insiste en ese segundo componente —las horas irregulares— porque es donde de verdad se separan las trayectorias. En los hospitales holandeses, las enfermeras que cubren domingos y festivos tienen un complemento que puede llegar al 60% del salario por hora trabajada en esas franjas, un porcentaje fijado en el propio convenio colectivo hospitalario: la NVZ, patronal del sector, lo detalla por tramos horarios y confirma ese 60% para domingos y festivos y determinadas horas de Nochebuena y Nochevieja. Es decir, el mismo puesto, con el mismo sueldo base, puede acabar generando ingresos muy diferentes si se eligen noches, fines de semana o festivos con regularidad.
En su caso, cuenta que hace un mes y medio empezó a trabajar para el Ayuntamiento de Ámsterdam en una función de pediatría. Ahí la cosa cambia: la jornada es de lunes a viernes —o comprimida en menos días— y no hay noches ni festivos; por eso, el salario es “base” y sin extras: entre 3.160 y 4.500 euros brutos mensuales, según describe. Las tablas oficiales del propio país permiten ubicar esa horquilla: por ejemplo, la escala 9 de la ciudad va, a jornada completa, de 3.426 a 4.908 euros brutos al mes desde el 1 de abril de 2025, lo que sitúa su rango declarado dentro de lo razonable para roles técnicos sanitarios municipales.
Cuando se mira a los hospitales generales, su resumen es directo: bases en el entorno de 2.800 y pico a 4.000 euros brutos al mes, sin pluses; a partir de ahí, el diferencial lo construyen los turnos. Es exactamente la lógica que recogen los convenios hospitalarios: además del salario base, se suman los complementos por horas irregulares y, de forma separada, la paga extra de vacaciones y la de diciembre.
La propia web del convenio colectivo explicita que la paga de diciembre es del 8,33% del salario anual, y en la práctica la mayoría de hospitales también aplican un 8% de paga de vacaciones. En otras palabras: aunque en Holanda no se hable de “14 pagas” como en España, el esquema de un 8% en mayo y un 8,33% en diciembre acaba funcionando como una doble paga extraordinaria anual.
Montesinos subraya que, a igualdad de categoría, una enfermera con mucha experiencia que solo quiera mañanas puede cobrar neto similar a otra con menos trienios pero con una agenda salpicada de noches y fines; y su propia estrategia —“a mí me gustaban las noches, hacía noches extra”— ilustra esa economía de incentivos.
En términos de jornada, muchos hospitales holandeses siguen considerando 36 horas como tiempo completo, un estándar que condiciona cómo se computan los pluses y el descanso compensatorio. Esa configuración permite comprimir semanas, abrir huecos para formación o conciliación y, llegado el caso, enfocar el calendario hacia las franjas mejor remuneradas.
Otra nota que deja clara: las cifras que maneja son “brutas, por mes y sin extras” y no incluyen las dos pagas extraordinarias del año. En el contexto neerlandés, esas “pagas extra” equivalen al 8% de paga de vacaciones (generalmente en mayo) y a un 8,3% de paga de fin de año (en diciembre). La propia normativa y los portales de las universidades médicas recogen esos porcentajes, que funcionan como colchón frente a meses con menos turnos y como incentivo de permanencia, y que se calculan sobre el salario anual devengado. Para quien compare con España, conviene no perderse en la semántica: allí no se prorratean en “14 nóminas” por sistema, pero el resultado práctico es parecido.
Para que el lector sitúe estas cifras en un mapa conocido, añadamos dos coordenadas de economía doméstica en España. La primera: el Salario Mínimo Interprofesional vigente en 2025 está fijado por Real Decreto en 1.184 euros al mes en 14 pagas (39,47 euros/día), con un mínimo anual de 16.576 euros, lo que sirve de referencia para el suelo salarial y para múltiples prestaciones. Es una cifra útil para calibrar la distancia entre un empleo sanitario cualificado y el mínimo legal español.
La segunda coordenada es la inflación: en septiembre de 2025, el IPC armonizado de España se situó en el 3% interanual, según el INE, con una subyacente del 2,4%. Esa tasa condiciona la capacidad real de compra de cualquier sueldo y ayuda a entender por qué, en el debate doméstico, no basta con mirar el bruto; hay que cruzarlo con vivienda, energía y cesta de la compra. A igual salario nominal, un 3% de inflación erosiona el margen mensual, y es una presión que sigue muy presente en los hogares españoles.
Hay, además, un contexto del propio sistema sanitario español que explica por qué relatos como el de Montesinos despiertan tanto interés. España arrastra una ratio de enfermeras por 1.000 habitantes inferior a la media europea: el perfil-país de la OCDE para 2023 cifra esa densidad en 6,3 por 1.000 frente a 8,5 en la UE, mientras que las estadísticas del INE, al contar “colegiadas” (no exactamente “en ejercicio”), elevan la ratio a 7,12 en 2023. Es decir, hay menos enfermeras de las que sería deseable, lo que complica la cobertura y la planificación.
Esa escasez tiene un reverso laboral: cuando faltan manos, se tensionan turnos y carteras de pacientes, y el diferencial de condiciones entre regiones o países pesa más en la decisión de emigrar. La propia OCDE ha documentado que la remuneración relativa de las enfermeras frente al salario medio del país varía mucho por sistemas, y que, tras el shock pandémico, los ajustes de 2023–2024 no han sido uniformes.
En esta comparación, los incentivos holandeses por noches, domingos y festivos —junto a las pagas del 8% y 8,3%— componen una propuesta estable, previsible y, para quien no le asuste el calendario y emigrar, atractiva.