El psicólogo Víctor Amat.

El psicólogo Víctor Amat.

Ciencia

Víctor Amat (61 años), psicólogo, advierte a España: "La felicidad no existe, es el engaño más grande de la sociedad"

El concepto de felicidad puede ser muy abstracto o descriptivo, o incluso inexistente, dependiendo de a quién preguntemos.

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El concepto de felicidad puede analizarse desde diferentes perspectivas, siendo la psicología y la filosofía las que han ahondado más en su posible descripción y enfoque. Sin embargo, también existen estudios basados en la neurociencia que han intentado explicar, al menos en parte, cómo funciona el bienestar y la felicidad en el cerebro humano.

En este aspecto, aunque existen opiniones muy dispares al respecto, el psicólogo Victor Amat reveló recientemente su opinión sobre la felicidad; o más bien, sobre la no existencia de la misma. Si bien es cierto que multitud de empresas han intentado explotar e incluso comercializar con el concepto de felicidad, Amat tiene clara su postura al respecto: la felicidad no existe.

La psicología positiva entiende el concepto de felicidad como un bienestar subjetivo, pero también transitorio. Por su parte, algunos filósofos como Schopenhauer o Nietzsche ya lanzaron advertencias sobre los perjuicios asociados a la búsqueda de la felicidad: se trata de una meta ilusoria, y no de un objetivo real en sí mismo. El deseo por lograrla es lo que realmente sentimos, y la satisfacción al lograr el "objetivo" es fugaz.

En este sentido, Amat tiene clara su postura, la cual ejemplifica con la primera relación sexual: "La felicidad no existe, tío. Es el engaño más grande de la sociedad. La felicidad se halla en el deseo de tenerla. Es como cuando quieres echar un polvo la primera vez, y entonces estás feliz porque vas a echar el polvo. Pero luego, cuando lo echas, a veces dices: 'pues tampoco valía para tanto'. Y yo creo que la vida va mucho en ese sentido".

De hecho, la neurociencia corrobora las palabras de Amat, y tendría explicación biológica: el cerebro responde a recompensas produciendo más dopamina con el anticipo de dicha recompensa, y reduciendo la producción de este neurotransmisor cuando logramos nuestro objetivo.

La dopamina, también conocida como el 'neurotransmisor de la motivación', se asocia más al deseo y la motivación que al placer como tal. Los picos de liberación de dopamina se producen antes y durante la expectativa, pero no durante la recompensa final, como ya confirmaron algunos estudios. De hecho, existen dos circuitos neuronales bien diferenciados en este sentido: el circuito del deseo, o dopaminérgico; y el circuito del gusto y la recompensa, o endocannabinoide.

Precisamente este sistema opioide endógeno o propio del cerebro es el que se activa en las experiencias de placer inmediato, y el que más importa en procesos de adicciones: se activa rápidamente, se agota rápidamente, y no presenta una acumulación. La felicidad, por tanto, no sería acumulativa.

Por otro lado, cabe recordar el concepto de adaptación hedónica, el cual ya sufre gran parte de la población del primer mundo, y que ha sido ampliamente estudiado por parte de la psicología moderna: los humanos nos adaptamos rápidamente a experiencias positivas o negativas.

Con el tiempo, tanto si se sufre un evento de gran felicidad como si se sufre algún tipo de lesión grave, el ser humano tiende a su nivel basal de bienestar emocional. El tiempo de adaptación sería relativo, pudiendo distar entre meses o incluso años, pero siempre se vuelve a un "set-point" o punto basal.

Durante los últimos años, diversos estudios han sugerido que el bienestar sostenido en el tiempo no vendría de estos eventos extremos de felicidad, sino de la inmersión en el proceso, es decir, mantenerse en el proceso y disfrutar del camino. De hecho, es precisamente durante este proceso cuando se libera más dopamina.

En este último aspecto, la conocida como teoría de la autodeterminación sugeriría que la satisfacción constante a largo plazo deriva de cubrir necesidades psicológicas básicas: autonomía, competencia y conexión social, más que recompensas externas o materialistas.

Como conclusión, y teniendo en cuenta todos los puntos mencionados tanto a nivel psicológico como neurobiológico, las diversas investigaciones coinciden en ideas similares: la felicidad se produce al mantener el impulso y la motivación durante el camino (gracias a la dopamina), y no al lograr la meta u objetivo como tal; las actividades "básicas", como mantener relaciones sociales, sentirse autónomo y competente, otorgarían una felicidad más constante y sostenible a largo plazo.

Y, finalmente, cabe recordar que también existe la adaptación biológica en contraposición a la adaptación hedónica: la felicidad es y debe ser fugaz, y su placer también, dado que si todo fuese placentero y duradero probablemente se perdería la motivación para emprender nuevas acciones y proyectos.