Carla Zaplana, nutricionista.

Carla Zaplana, nutricionista.

Ciencia

Carla Zaplana, nutricionista: "Elige siempre sardinas y anchoas, los pescados grandes tienen arsénico y mercurio"

La experta hace algunas recomendaciones para reducir la concentración de metales pesados, como el plomo o el mercurio, en el organismo.

Más información: Del mercurio al arsénico y el plomo: estos son los cinco alimentos más contaminados con metales pesados en España

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La nutricionista Carla Zaplana ha lanzado una advertencia que incomoda por su sutileza y contundencia: podrías estar acumulando metales pesados en tu cuerpo sin saberlo, y eso podría estar afectando directamente a tu estado anímico, a tu equilibrio hormonal e incluso a tu sistema inmunológico.

"Metales como el mercurio, el plomo, el arsénico o el cadmio pueden quedarse dentro de ti durante años", afirma. Y lo preocupante es que no hablamos de escenarios extremos ni de zonas industriales remotas: estos elementos están presentes en alimentos cotidianos, cosméticos comunes y hasta en el agua que bebemos.

La presencia de estos metales en el organismo ha sido ampliamente estudiada por la ciencia, con resultados alarmantes. La exposición crónica al mercurio, por ejemplo, se relaciona con disfunciones neurológicas, alteraciones en el sistema endocrino y mayores tasas de ansiedad y depresión.

Un estudio encontró una evaluación entre niveles elevados de mercurio en sangre y una mayor incidencia de trastornos afectivos en poblaciones expuestas a pescado contaminado.

Esto abre un debate incómodo: ¿estamos eligiendo alimentos "saludables" que en realidad están dañando nuestra salud mental?

Zaplana identifica algunos de los principales focos de exposición: los grandes peces depredadores como el atún, el pez espada o incluso el salmón, que debido a su posición en la cadena trófica acumulan más mercurio por biomagnificación.

También menciona las aguas contaminadas por plomo y arsénico, los cosméticos con compuestos metálicos y los utensilios de cocina fabricados con metales como aluminio o cobre, que pueden liberar partículas con el uso continuado o altas temperaturas.

Otro caso preocupante es el del arroz y ciertos cereales, que pueden absorber arsénico del suelo. Este elemento, especialmente en su forma inorgánica, ha sido catalogado como cancerígeno por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC).

Varias investigaciones han demostrado que el consumo prolongado de arroz contaminado puede tener efectos adversos en niños. Afecta a su desarrollo cognitivo y aumentando el riesgo de enfermedades crónicas. Aunque las concentraciones suelen ser bajas, la acumulación prolongada no debe subestimarse.

Frente a este panorama, la nutricionista propone una estrategia de defensa desde la alimentación. El cilantro y la chlorella, una microalga verde rica en clorofila, poseen compuestos quelantes, es decir, capaces de unirse a los metales y facilitar su eliminación a través de la orina.

Esta propiedad ha sido explorada en ensayos clínicos preliminares, donde se observó una reducción de metales en sangre tras la administración controlada de chlorella.

Sin embargo, aún se necesitan más estudios de alta calidad, la evidencia apunta a un potencial prometedor como complemento en procesos de desintoxicación.

Otra herramienta clave, según Zaplana, es la filtración del agua potable. Sistemas de ósmosis inversa o de carbón activado han demostrado una alta eficiencia en la eliminación de metales pesados, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (2022).

Estos sistemas pueden reducir la exposición diaria de forma significativa, especialmente en zonas con redes de distribución antiguas o vulnerables a contaminaciones localizadas.

En cuanto a la elección de alimentos, Carla Zaplana recomienda sustituir los pescados grandes por especies pequeñas como las sardinas o las anchoas, con mucho menos mercurio, pero que aportan las mismas grasas omega-3 beneficiosas.

Esta recomendación está respaldada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que clasifica a estos peces como seguros para el consumo frecuente, incluso en poblaciones sensibles como embarazadas o niños.

La revisión de la cosmética es otra llamada de atención relevante. En la Unión Europea existen regulaciones estrictas sobre los ingredientes permitidos en maquillaje y tintes, pero aún se detectan productos importados con niveles superiores de plomo o cadmio.

El contacto repetido con estos productos, especialmente en mucosas o en pieles sensibles, puede facilitar la absorción cutánea, un riesgo subestimado para muchos consumidores.

Por último, la experta insiste en la inclusión regular de alimentos ricos en azufre, como el ajo, la cebolla o el brócoli. Estos vegetales activan enzimas hepáticas implicadas en procesos de desintoxicación, en especial las fases 1 y 2 del metabolismo hepático.

Estudios han vinculado el consumo elevado de compuestos organosulfurados con una mayor capacidad del hígado para eliminar toxinas ambientales y una menor carga oxidativa celular.

"No podemos evitar del todo la exposición, pero sí podemos reducirla", concluye Zaplana. Su propuesta no es alarmista, sino preventiva: entender dónde están los riesgos, elegir con conocimiento y reforzar los mecanismos naturales de depuración del cuerpo.

En un entorno cada vez más cargado de sustancias invisibles, la nutrición funcional emerge como una herramienta poderosa para recuperar el control sobre nuestra salud. No se trata de vivir con miedo, sino de vivir con criterio.