Harvard ocupa tradicionalmente el primer puesto en el ranking de universidades de Shanghái.

Harvard ocupa tradicionalmente el primer puesto en el ranking de universidades de Shanghái.

Ciencia

El ataque de Trump a Harvard amenaza su liderazgo mundial y pone en peligro la investigación del cáncer, la ELA o la radiación

Algunos investigadores de la prestigiosa universidad norteamericana ya han recibido órdenes de cancelación de sus proyectos.

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La sempiterna primera universidad del mundo, la centenaria institución que más premios Nobel acumula en su historia y el paradigma de la investigación de élite en el mundo está en peligro.

El pulso de la Administración estadounidense a las instituciones científicas y académicas del país –puntal de su desarrollo económico posterior a la II Guerra Mundial– amenaza con llevarse por delante un sinfín de investigaciones con un potencial benéfico para toda la humanidad.

La oposición de Harvard a cambiar sus prácticas de admisión de estudiantes, contratación de personal y gobernanza académica le ha granjeado la enemistad del Gobierno de Donald Trump, que ha anunciado la congelación de 2.200 millones de dólares (algo más de 1.900 millones de euros) para la universidad.

Las autoridades del país norteamericano justifican la decisión en que la universidad no garantiza la seguridad de los estudiantes judíos o proisraelíes, sin mencionar casos específicos.

A ello se une la exigencia de paralización de cualquier programa que tuviera que ver con las políticas de diversidad, equidad e inclusión, una obligación para todo el mundo académico estadounidense.

Además, el Departamento de Seguridad Nacional ha anunciado la congelación de 2.700 millones de dólares por no obtener registros detallados de las "actividades violentas e ilegales" de estudiantes extranjeros de la institución.

Por si esto fuera poco, la Administración Trump también ha pedido al IRS –similar a nuestra Agencia Tributaria– que congele las exenciones de impuestos que benefician a Harvard, así como las desgravaciones de las donaciones.

Este periódico se ha puesto en contacto con algunos investigadores españoles afiliados a la universidad. "La situación es incierta", ha contestado uno de ellos, "no hay suficiente información en este momento".

Sin embargo, algunos líderes de grupo ya han recibido, vía correo electrónico, una orden para paralizar su investigación por parte de los órganos federales.

Según el Boston Globe, los proyectos afectados hasta el momento suman ya varios millones de dólares, incluyendo un contrato de 10 millones para el desarrollo de medicamentos contra el cáncer y otro que investigaba potenciales indicadores para la detección temprana de la esclerosis lateral amiotrófica o ELA.

A esto se suman otros 20 millones de dólares para dos proyectos que investigan los efectos de la exposición a radiaciones prolongadas (como las de la radioterapia en el cáncer o a la que se someten los astronautas una vez salen de la protección de la atmósfera terrestre) y que habían identificado hasta el momento tres moléculas que ayudaban a combatirla.

Otro de los proyectos afectados involucra a la tuberculosis, la enfermedad infecciosa que más mata en todo el mundo. Los institutos Nacionales de Salud financiaban con 60 millones de dólares un trabajo multicéntrico en el que la investigadora Sarah Fortune, inmunóloga de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, participaba como una de las investigadoras principales.

También se paralizan los 4 millones de dólares invertidos en un proyecto para determinar el impacto de la dieta en el cáncer, la enfermedad cardiovascular y otras patologías.

Previamente a estos, ya se habían cercenado trabajos sobre las diferencias de género o raza en la salud, o un proyecto para estudiar la capacidad del sistema inmune de luchar contra el coronavirus.

El último Premio Nobel de Medicina, Gary Ruvkun, investigador de Harvard, lo ha expresado de esta forma al Wall Street Journal: "Chico, lo estábamos esperando". Sus proyectos, con todo, no se han visto afectados todavía.

Harvard no da su brazo a torcer

El presidente de Harvard, Alan Garber, ha escrito un mensaje a estudiantes y personal afirmando que "la Universidad no renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales" y que "ningún gobierno, sin importar qué partido está en el poder, debe dictar lo que pueden enseñar las universidades privadas, a quién pueden admitir y contratar, y a qué áreas de estudio e investigación dirigirse".

La institución ha reunido en una sola página algunas de sus últimas investigaciones y logros bajo el epígrafe de "lo que está en riesgo". "Sin financiación federal, este trabajo sufrirá un parón a medio camino, y los investigadores no tendrán los recursos necesarios para finalizar proyectos en marcha o financiar algunos nuevos".

Estos estos proyectos se encuentran el estudio de la recurrencia de los tumores cerebrales, la optimización de la inmunoterapia en el cáncer, la identificación de mutaciones causales de la enfermedad de Huntington o de los receptores del virus de la encefalitis equina.

También recuerdan su papel crucial en avances frente a la muerte súbita, el desarrollo de análogos de la GLP-1 para la diabetes (la familia de medicamentos a la que pertenece Ozempic) y el de cerdos editados genéticamente para poder trasplantar sus órganos a humanos.

Con este ataque múltiple a su financiación, el reinado de Harvard como icono mundial de la investigación está en peligro. En el famoso ranking de universidades de la Universidad de Shanghái, Harvard ocupa el número uno año tras año.

Su primacía es especialmente significativa en el campo de la salud. Harvard es la primera universidad del mundo en las áreas de salud pública, biotecnología, ciencias del cuerpo humano o medicina clínica.

También despunta en el ranking de Nature Index por instituciones académicas. Su liderazgo es indiscutido, lo que no pasa con el resto: si en Shanghái los siguientes puestos son para universidades estadounidenses, en Nature los ocupan centros chinos.

En otro ranking más, el de la consultora científica Scimago, figura como la cuarta institución del mundo tras la Academia China de Ciencias, el Ministerio Chino de Educación y el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia. Harvard es la primera universidad y la primera institución privada.

En el listado del 1% de investigadores más citados del mundo que elabora cada año otra consultora, Clarivate, figuran 231 afiliados a Harvard, siendo la segunda institución –tras la Academia China de Ciencias– con mayor número de personas.

El crecimiento económico de Estados Unidos se ha basado en gran parte en una apuesta por las alianzas público-privadas a todos los niveles en la investigación científica, desde la medicina hasta la tecnología militar.

El presidente Franklin D. Roosevelt creó la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico, poniendo al frente al ingeniero Vannevar Bush. El mayor éxito de esta oficina fue el Proyecto Manhattan, que reunía a científicos de muy diversas procedencias con militares para lograr la bomba atómica.

Bush observó el gran avance científico y tecnológico de que Estados Unidos había sido capaz en tan solo unos años (superando a Alemania, que era considerada la gran potencia científica del momento) y propuso perpetuar esta colaboración para impulsar el liderazgo del país. De ahí la estrecha alianza entre las instituciones públicas estadounidenses y los organismos privados de investigación, una sinergia que ha impulsado durante décadas al país norteamericano.