Miembros de la UIP de la Policía utilizando gas lacrimógeno en las protestas de Madrid contra el PSOE

Miembros de la UIP de la Policía utilizando gas lacrimógeno en las protestas de Madrid contra el PSOE EFE

Ciencia

Así es el gas lacrimógeno que utiliza la Policía y estos son sus efectos

Es habitual ver manifestaciones y concentraciones callejeras impresionantes nubes de humo que están provocadas por el uso de estos métodos. Ahora te contamos todo lo que tienes que saber sobre estos productos.

8 noviembre, 2023 16:09

Allá donde hay una manifestación o una concentración callejera que se convierte en violenta, hay gases lacrimógenos. Madrid está siendo testigo de la utilización cada noche de esta arma de disuasión que suele emplear la Policía Nacional por las protestas frente a la sede del PSOE en Ferraz. Las fuerzas de seguridad las utilizan de manera habitual para dispersar a los manifestantes. Por eso es importante saber qué es exactamente este elemento y qué se puede hacer para evitar sus efectos o para remediar algo más dañino que el simple contacto.

Lo primero que se nota es que afecta a todas las partes del cuerpo, pero en especial a los ojos. La mucosa ocular, al ser más húmeda, reacciona segregando más líquido para actuar contra este producto. También puede derivar en una contracción de los párpados, conocida como blefaroespasmo, hasta el punto de generar una ceguera temporal.

Esta secreción ocular y la contracción de los pliegues hacen que la persona que es rociada no vea y que se sientan momentos de desesperación. Además, se junta con otro aspecto dañino: el de las vías respiratorias. Al haber más producción de saliva y moco, provoca ahogo e inhabilita para respirar adecuadamente. Por eso es importante cubrirse o evitarlo.

Qué es el gas lacrimógeno

Cuando hablamos de "gas lacrimógeno" se trata en realidad de un polvo de clorobenzilideno malononitrilo (CS) que se expulsa con un gas propelente de metil butil metona. Suele lanzarse mediante un proyectil de pólvora que crea un efecto de calor. Eso conlleva que se extienda por un espacio considerable de varios metros cuadrados. Cuando se lanzan varias bombas a la vez, se forma una nube química y la concentración es mayor.

Existen otros tipos de gases lacrimógenos compuestos de dibenzoxazepina (CR) y oleorresina Capsicum (OC), que son más potentes y se usan con menos frecuencia por su peligrosidad. Los que emplean comúnmente las fuerzas del orden público para controlar multitudes durante las manifestaciones son los llamados CS. Tanto en forma de granadas como de aerosol. 

El origen de este tipo de arma química es la Primera Guerra Mundial. Fue una forma de hacer que los soldados estuvieran obligados a salir de sus trincheras. En 1993, la Convención de Ginebra prohibió su uso como arma en los conflictos bélicos y la Convención de Armas Químicas lo vetó en 1997.

Cuáles son sus efectos

Este gas actúa a nivel de los receptores de dolor de las células, ocasionando una reacción en cadena a través de la cual se libera ácido y radicales libres. Esto hace que a los pocos segundos de inhalarlo se empiecen a notar síntomas desagradables en todo el cuerpo. Los más comunes son ojos llorosos, irritación, ardor, hinchazón o parpadeo involuntario.

No suelen durar mucho tiempo y se acaban si se elude este gas. Pero si la exposición es más prolongada, puede tener unas consecuencias peores como los ojos rojos y la abrasión corneal. Es decir, pequeñas cortaduras o raspaduras en la superficie de la córnea. Estas se producen si te frotas el área ocular para paliar el ardor. También producen secreción nasal, falta de respiración, dolor de cabeza y de pecho, irritación de la piel, salivación excesiva, tos con sangre e incluso vómitos. En los casos más graves se generan quemaduras cutáneas y lesiones pulmonares.

Los niños, las embarazadas, los adultos mayores y las personas con problemas visuales, como el ojo seco o la blefaritis, son quienes más sufren la exposición a este gas. Aunque todo depende de dos factores: el tiempo de exposición a los lacrimógenos y el nivel de concentración de los gases.

Medidas de precaución

Las claves para reducir los efectos negativos son pocas, pero cruciales. El primero es cubrir la cara con una máscara antigás. Si no, gafas protectoras o de piscina. Si se entra en contacto, lo mejor es lavarse con agua fría para retirar el calor del ácido. Es importante no restregarse. Tampoco se recomienda tirarse al suelo, ya que es donde más cantidad de esta sustancia hay, ni mantener puesta la misma ropa, ya que conserva restos del gas.

Otro elemento que ayuda es el bicarbonato de sodio. Es un potente alcalino y, por tanto, sirve para contrarrestar las reacciones ácidas y los síntomas indeseables producidos por el gas. Habría que diluirlo en agua y utilizar ese líquido para limpiar la superficie donde ha caído el polvo de CS. 

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Y también hay que señalar lo que no debes hacer porque resulta contraproducente. Una es cubrir la boca y nariz con un pañuelo húmedo, ya que sólo se logra activar más el gas lacrimógeno. Tampoco se recomienda untar pasta dental debajo de los ojos o colocarte una máscara industrial de media cara, pues solamente protege la nariz y boca y deja al descubierto los ojos, la zona más sensible.

Los efectos a estas sustancias, en cualquier caso, pasan rápido. En una hora es posible que ya no se sienta nada. Hay casos en los que la irritación y la sensación de quemazón dura más, pero no hay que frotarse con las manos (que pueden estar contaminadas), sino salir de esa zona y que lave el área afectada alguien que no se haya expuesto al gas. Si los síntomas son mayores o persisten, lo mejor es acudir al médico.