El patriotismo y el soberanismo son, para Vox, como el feminismo para Podemos y Sumar: algo que interesa manosear desde el punto de vista electoral, pero algo con lo que no ser consecuentes. Trump se ha tragado la infame cháchara de Putin. Y Abascal se ha hecho cómplice de ese maloliente discurso. No presupongo que Putin haya engañado a Trump y que Trump, a su vez, haya engañado a Abascal. No estamos ante una candorosa ingenuidad de la que alguien ha sabido aprovecharse. Se trata de una indecente falta de escrúpulos. Los mangoneos a los que aspire Trump no da tiempo a contemplarlos en esta columna. Hoy me conformo con aludir a Vox: empecinado en traicionar incluso aquello que cacarea ser.

A finales de enero, en el Parlamento europeo, se votó el texto "Desinformación y falsificación de la historia por parte de Rusia, para justificar su guerra de agresión contra Ucrania". La resolución consiguió 480 votos a favor, y cinco eurodiputados de Vox se abstuvieron (Tertsch no participó en la votación). La derechita valerosa dio muestra, pues, de su coraje Pin y Pon.

Y el pasado sábado, Abascal volvió a defender los argumentarios de Trump y Putin, tras el bronco encuentro que el presidente de los EE.UU. había mantenido con Zelenski. Su descalificación, hacia todo cuanto no sea él y su ombligo, la sintetizó Abascal en su perfil de X: "Ursula y Macron. Soros y Melenchon. Sánchez y Fijóo (…) están dispuestos a que sigan muriendo ucranianos sólo para tratar de desgastar a Trump". A Putin se le suelen ocurrir cosas más inteligentes y sofisticadas, pero desde luego no más infectas.

Recordemos que a mediados de febrero Trump había tachado a Zelenski de "dictador sin elecciones" y había acusado a Ucrania de "iniciar la guerra". De nada sirve argumentar que en Ucrania no ha habido elecciones, porque su Constitución lo prohíbe si el país se encuentra bajo la ley marcial (circunstancia que entró en vigor, claro, al iniciarse la guerra). Y de nada sirve constatar que Rusia invadió Ucrania en 2022 (volvió a invadir, para ser más precisos). Sólo cabezas muy infectadas de megalomanía podrán defender que el país invadido inicia la guerra.

¿Y por qué Vox se suma a esos tirabuzones trumpistas? Un partido que se autoproclama tan seguidor del cristianismo, ¿no se abochorna por pisotear de forma ruin mensajes de Jesús? ¿Dónde queda "La verdad os hará libres", cuando respaldas sin pudor a quien está mintiendo de manera bastarda? Y un partido que se autodefine como "soberanista", ¿no se sonroja cuando viene a justificar que Putin pisoteara la soberanía nacional de Ucrania? ¿Tampoco se inquieta por aceptar, con interesada mansedumbre, que el Kremlin pueda salir victorioso de su sanguinario latrocinio?

En una reciente Conferencia de Acción Política Conservadora, celebrada en Washington, Trump elogió desde el escenario a Abascal. Situado en la platea, Abascal se puso en pie y, con la mano en el corazón y realizando la correspondiente reverencia, agradeció a Trump sus palabras de aliento. ¿A qué precio sale la genuflexión? ¿Le preguntamos el coste a otro putinista como Orbán, por si pudiera darnos algunas pistas?

Comentaba que Vox traiciona incluso aquello que pregona ser. Y junto a todo lo dicho, bastará recordar que, diciendo ser "antisanchistas", Sánchez no encuentra mejor dopaje electoral que ellos. Debe ser que les gusta ayudar a personajes sin escrúpulos, puesto que Sánchez, que tampoco los tiene, resulta airoso de esa perfecta simbiosis que le brindan los Abascal de turno. Electoralmente, Abascal resulta el ministro más eficiente para la TRUMPosa propaganda de Sánchez.