Hay algo ineludible y es que todos los días comemos, es una absoluta obviedad, realmente necesitamos alimentos y es fundamental que los agricultores y ganaderos trabajen para que podamos vivir. Cada vez que vamos a hacer la compra, prácticamente la mitad de los productos que adquirimos son frescos. Es muy importante que todos los días los alimentos lleguen a los supermercados en los que los podemos comprar.

Los agricultores están al albur de la climatología, el cielo no trae todo el tiempo las mejores condiciones. No llueve o hace sol cuando los cultivos lo necesitan, a veces ocurre lo contrario de lo que es necesario para la buena marcha de la cosecha. Los agricultores y ganaderos están expuestos a condiciones que no pueden ni predecir ni controlar. Esto determina que su actividad es muy arriesgada.

El azar de la climatología

Hablo muchas veces con amigos agricultores y siempre me cuentan como han tenido que retrasar la siembra por las lluvias o la recolección por la falta de sol. En definitiva, el campo es un trabajo duro en el que las variables que influyen en su marcha no se pueden calcular con algoritmos ni con Inteligencia Artificial.

Además, estamos afectados por el cambio climático y las consecuencias que el avance de la desertificación está teniendo en España, que es un país especialmente afectado por esta situación. Cataluña es la comunidad que presenta en este momento la mayor sequía y ya se han adoptado medidas, pero el resto de España también lo estará en los próximos meses. Cada verano es más caluroso que el anterior y el último ha sido el que más altas temperaturas ha tenido desde que hay registros.

Los agricultores y ganaderos no lo tienen nada fácil, junto al clima están todos los factores de producción que también son muy variables, el coste del gasóleo, el riego, los abonos, los fitosanitarios… Acerca de estos últimos se producen variaciones que muchas veces dejan al campo sin producto que utilizar para evitar una enfermedad o una plaga y el agricultor ve como su cosecha se arruina.

La protesta en la calle

Cada cierto tiempo el campo se manifiesta y hace sentir su protesta a la sociedad. Hacia tiempo que los agricultores no salían a la calle. Comenzaron en Alemania, en Países Bajos, y en Francia, han sitiado París durante una semana. En los últimos días lo han hecho también en diferentes ciudades de España, Badajoz, León, Zamora, Valladolid…

En Francia han llegado a un acuerdo con el Gobierno de Macron en el que han conseguido 400 millones de euros y que se suspendan las exigencias del Plan Ecophyto, que señalaba la reducción del uso de pesticidas a la mitad en 2030.

Los ecologistas franceses pusieron el grito en el cielo y señalaban que” hacia 15 años que se les había prometido rebajar el uso de los pesticidas y que se trataba de un retraso de 15 años para la salud de los franceses”. Habrá que ver en que consiste esta concesión porque no puede vulnerar las exigencias europeas que cada vez son más restrictivas en el uso de fitosanitarios.

Mientras a la exministra de medioambiente Ségolène Royal, que no debía de conocer lo de que al gobierno francés no le importaba mucho la salud de los franceses, se le ocurría decir que los tomates ecológicos españoles y las frutas y verduras eran horribles, y no se conformó con decirlo una vez, reitero su afirmación extendiéndola a que eran perjudiciales para la salud.

Resulta increíble que dijera esto alguien que conoce perfectamente que la legislación sobre producción en el campo es exactamente igual para todos los países de la UE, que la política con más dotación económica que tiene Europa es precisamente la Política Agraria Comunitaria, que absorbe aproximadamente el 40% del presupuesto comunitario.

Precisamente esta dotación económica esta destinada a garantizar la seguridad alimentaria en nuestro continente. Somos el lugar del planeta en el que la garantía de que nuestra alimentación esta sometida a los máximos estándares de seguridad en las producciones tiene más controles y exigencias. Nada que ver con otros lugares del mundo.

El poder de Alemania

Esta es una de las fortalezas de Europa, por supuesto que con puntos débiles ya que no todo puede ser perfecto. Uno de ellos precisamente es el de permitir las importaciones de alimentos de otros lugares del mundo que no cumplen con los requisitos de producción que tenemos en Europa.

Este es el caso de las producciones de hortalizas y verduras de Marruecos o las importaciones de soja de América. Pero porque se permite esto, hay una razón de fondo en ello, Alemania es quien más manda en Europa. Solo tienes que acudir a cualquiera de las sesiones de comisiones en el Parlamento Europeo, a como se toman las decisiones en el seno de la Comisión Europea o en cualquiera de las Instituciones para saber que son los alemanes los que marcan el paso de lo que se decide.

Alemania vende tecnología a países como Marruecos y a cambio se firman los acuerdos de compra de frutas y hortalizas a este país en el que no se cumplen con los requisitos de producción que tenemos en Europa. Pero es que primero es lo primero y en este tema es lo que interesa a quien manda que es Alemania. Además, en este país no producen frutas y hortalizas y por lo tanto no afecta a su producción. A veces las cosas son más fáciles de lo que parecen.