Como se pueden tergiversar los hechos y hacer creer a los demás que unos acontecimientos históricos constituyen algo distinto y representan lo que no son.

Isabel La Católica

Son muchos los hechos históricos en los que esto puede suceder pero yo lo he vivido en más de una ocasión: cuando se celebraba el IV centenario de la muerte de Isabel la Católica, una mujer que en su tiempo representó lo que ahora reivindicamos en relación con la igualdad, que tuvo que enfrentarse a su hermano Enrique IV y defender su derecho al trono y lo consiguió, y aceptó ser coronada reina en Segovia sin la presencia de su marido que estaba de viaje en ese momento, y cuando volvió Isabel ya era reina de Castilla.

Una abanderada de lo que hoy se denomina empoderamiento de la mujer. Pues parece que esto no es relevante porque la interpretación del reinado de los reyes católicos y con él el de la propia Isabel, solo les sitúa en la orbita franquista, simple y llanamente por el uso de algunos símbolos del reinado católico y de algunos de los valores esenciales de este reinado: el águila de la bandera, la conquista de Granada, la unidad de los reinos y con ello el concepto de hispanidad.

Los Comuneros y Villalar

Esta misma distorsión de hechos, pero con tintes distintos se ha realizado de el alzamiento de los comuneros y la batalla de Villalar, que representan para Castilla y León la celebración del día de la Comunidad, y así esta recogido en su Estatuto de Autonomía.

En este caso demonizados por el régimen franquista, los de Villalar, que eran unos nobles: Juan Bravo, Padilla y Maldonado, no eran otra cosa, se sublevaron contra Carlos I, porque este venía a España a recaudar y se llevaba el dinero para gastarlo en Flandes y ya estaban hartos del saqueo. La izquierda se ha apropiado del relato y los comuneros eran poco menos que un movimiento obrero que se levantó contra el rey. Nada más lejos de la realidad: los comuneros representan la primera revolución democrática que tuvo lugar en Europa, en palabras de Joseph Pérez, historiador de referencia en la guerra de las comunidades. Se trata de un patrimonio que nos pertenece a todos por igual.

El Valle de los Caídos

El pasado martes tuve la oportunidad de visitar el Valle de los Caídos junto a un grupo de empresarios y el privilegio de que el prior y abad en funciones Santiago Cantera nos guiara la visita por el monumento. Historiador de formación y escritor de varios libros nos explicó con todo detalle las ideas documentadas que alumbraron el proyecto arquitectónico y escultórico de la basílica y del monasterio. Estas ideas sustentan la reconciliación que es la principal sobre la que se sustenta la construcción.

Ciertamente el monumento invoca tristeza, pero la realidad de lo que inspiró y basó su construcción se ha distorsionado completamente. Ni los presos que construyeron el monumento eran maltratados, ni murieron por cientos. Los caídos en la guerra, cuyos restos descansan allí, fueron llevados utilizando los medios de la época para tomar las decisiones para trasladarlos allí.

Se ha tergiversado la realidad de lo acontecido para construir el monumento y se ha ocultado información para transmitir a la sociedad algo distinto, incluido que allí vive una comunidad benedictina, que ha garantizado la pervivencia de la construcción y muchas de las actividades que allí se desarrollan, incluida una actividad escolar que incluye una escolanía de enorme prestigio.

Seria más razonable que asumiéramos nuestra historia tal y como es, con sus luces y sus sombras, pero desde el principio fundamental de que los hechos no se cambian y de que debemos portar con dignidad todo lo ocurrido en la historia de nuestro país, de la misma forma que portamos en nuestras vidas los acontecimientos vividos, que nos permiten crecer y enriquecernos como personas.

España es un gran país, producto de una historia rica y profusa en acontecimientos que nos han traído hasta aquí y que debe, preservando su legado, seguir mirando al futuro sin reincidir en los errores del pasado. Para eso sirve el pasado.