De nuevo la plaza de Las Ventas lució sus mejores galas para reanudar la temporada taurina con la corrida de toros goyesca del 2 de Mayo.

No faltaron las carrozas con las señoras ataviadas con trajes de época ni los lanceros de gala. Luego, todos los integrantes del festejo fueron igualmente vestidos de goyescos, desde los toreros hasta los areneros y el ambiente en una tarde cálida presagiaba una gran corrida de toros. Sin embargo, aunque hubo momentos brillantes, la cosa no se redondeó.

Y es que pasó lo de tantas veces: buenas faenas sin premio por no rematar con la espada. Lo tengo dicho: las orejas se ganan con la muleta, pero se cortan con la espada.

Uceda Leal toreó con la clase y el arrebato que le caracteriza, pero pinchó y Robleño tanto de lo mismo a unos toros de Valdefresno, muy bien presentados y en general toreables.

Antes de la corrida

Antes de la corrida

La gente, que casi llenaba el coso, se divirtió en general y aunque todos esperábamos más nos quedó el regusto de Uceda Leal en su toro primero y el valor y la entrega de Robleño en su segundo. Otra vez será.

Pero lo que quedó claro es que la temporada taurina, se diga lo que se diga, ha comenzado con fuerza, como se ha visto en Sevilla y ayer en Madrid. Y es que la fiesta de los toros sigue adelante con su empuje habitual, con altibajos, eso sí, pero pujante y con aliento a pesar de todo.

Ya lo dijo Cossio en el comienzo de su enciclopedia, “Llevo oyendo que esto se acaba desde hace muchos años, pero sigue adelante”.

Desde luego que los taurinos somos insaciables y siempre nos parece poco lo que nos dan, pero yo creo que la fiesta de los toros está en un buen momento. No hay más que ver los tendidos llenos de gente joven y también mayor, y mujeres, muchas mujeres. Por supuesto, que todo requiere mejoras, porque nada es perfecto, pero me atrevo a pronosticar que este verano tan seco va a ser pródigo en triunfos, como lo ha sido en la Maestranza, en la que se han batido todos los récords de trofeos y éxitos, y si no al tiempo.

Lo que está claro es que el apoyo del público es primordial y ayer lo vimos con una plaza engalanada y llena, ¿qué más se puede pedir?. Y el torero valiente y arrojado dispuesto a jugársela ante un toro que le puede quitar la vida. Crear arte en estas circunstancias es, sin duda, un espectáculo único e irrepetible, para quien lo quiera ver, claro, que somos muchos.