Un amigo mío que es siempre un innovador o al menos lo pretende, me decía el otro día ya cercano el fin de año, que él celebraba más que la Noche Vieja “El Día Viejo “ y que incluso se acercaba, cuando podía a la Puerta del Sol a mediodía con su mujer, para tomar algo y despedirse con tranquilidad del año que agonizaba, horas antes de que en el mismo lugar la euforia se desatara.

Ahora veo que en muchos sitios han empezado a tomarse las llamadas “preuvas”, a las doce del mediodía de uno o dos días antes, una forma de que además de anticipar la liturgia de Nochevieja puedan participar niños y mayores no vencidos por el sueño y el tedio de los programas televisivos.

En resumen, que mi amigo, tan innovador él está siendo plagiado y además, en el caso de Madrid, acudir a Sol es ya una aventura digna del Harrison Ford “En busca del arca perdida”, dados los obstáculos y controles impuestos.

En fin, que más vale celebrar con calma y serenidad el “día viejo” que dar saltos de alegría al despedir el año que se va, en el que ha habido de todo, y dar la bienvenida a un Año Nuevo en el que las incógnitas son absolutas y los pronósticos inciertos en todos los sentidos.

Bueno, como va a ser un año electoral, la tabarra de la campaña está a la vuelta de la esquina y ya sabemos lo que es eso. Tierno, mi viejo profesor en Salamanca lo definió muy bien “Las elecciones son para hacer promesas que no se van a cumplir” pero, aunque no se diga, él añadió “nosotros las cumpliremos”.

Así, como el 28 de

Así como el 28 mayo, domingo, tendremos que votar, las uvas estarán súper digeridas y las felicitaciones y efusividades también. Yo recomiendo por todo ello entrar con pies de plomo en el 2023 pues, aunque no sabemos lo que nos espera en su día a día, lo que sí sabemos es que, con cambio climático, que lo hay, o sin él para los escépticos, el sol saldrá por la mañana y se pondrá por la tarde, que hará más calor que frío en primavera y verano y más frío que calor en invierno. Y en otoño habrá de todo, e incluso como dijo Albert Camus, cada hoja es una flor en el que el oro, como también dijo alguien, no está en las joyerías sino en los parques.

En fin, preparémonos para el diluvio de fin de año que para los que ya llevamos muchos a la espalda, no es ninguna novedad sino un cambio en el calendario. Aunque eso sí, el rito es el rito y so pena de ser excomulgado habrá que cumplirlo a rajatabla, aunque yo trataré de imitar en lo posible a mi amigo en su ruptura de la rutina con un cambio o mutación, aunque sea solo de horario diurno.

Eso sí, respetando lo que haga cada cual, mi deseo no puede ser otro que desear a todos y todas una feliz salida y entrada de año.