Hay días que vale la pena vivirlos, al igual que hay otros que mejor que no hubieran existido. Ayer, Día de la Hispanidad, Fiesta Nacional, fue, por lo que sucedió, un gran día.

Por la mañana, mientras los ejércitos desfilaban, en el hipódromo de La Zarzuela se celebraban las carreras de caballos y, en una de ellas, corría Orbayo, de la cuadra Las Águilas, propiedad de mi amigo el leonés de Tabullos de Monte, Manuel Abajo. Eran once caballos en disputa y la carrera se presentaba muy disputada. Pero, en la recta final y ya cerca de la meta, Orbayo hizo valer su fuerte sprint y rebasó a sus rivales para ganar con claridad. Fue una gran victoria que se celebró con emoción y alegría, siendo además la tercera que conseguía el caballo en dicho hipódromo.

Por la tarde, con la plaza de toros de Las Ventas a rebosar, vimos una gran corrida con los toros madrileños de Victoriano del Río y la magnífica actuación del ya consagrado Roca Rey y Francisco de Manuel, un joven, también madrileño, que estuvo extraordinario en sus dos reses, demostrando con toda justicia su triunfo en la reciente Copa Chenel. Pero, por aquello, de que en los toros siempre hay un contrapunto, Alejandro Talavante, no pudo acabar con el segundo suyo y le dieron los tres avisos. Ello no emborronó la gran tarde y fue todo un espectáculo ver a docenas de jóvenes acompañar en una procesión masiva a los dos triunfadores, igualmente jóvenes.

Y con esta salida a hombros, el gentío, que éramos muchos, salió de la plaza igualmente contento y muy satisfecho.

Sin embargo, ambos espectáculos, las carreras de caballos y las corridas de toros, están en el punto de mira de los animalistas para ser suprimidos y, por los populistas, las fuerzas armadas. O sea que, según ellos no habría ni desfile militar, ni carreras, ni corridas, esto es, el aburrimiento más absoluto. Y yo me pregunto y les pregunto, ¿no sería convertir en una burla lo que debería ser la existencia humana, en palabras de Bertrand Russell?

Porque con el programa de los antis, no sólo nos aburriríamos, sino que también desparecerían nuestras tradiciones más señeras y, en definitiva, le estaríamos dando la vuela al calcetín de nuestra vida. No creo que sea esto lo que quieren la gran mayoría de nuestros ciudadanos y, por ello, espero que no lo consigan y sigamos teniendo días grandes como el de nuestra última Fiesta Nacional.