Todos hemos dicho y oído esta frase muchas veces, al menos yo se la he repetido a mis hijos en bastantes ocasiones: no compres o no pidas lo que no te vas a poder comer. Creo que este es un buen consejo al hilo de la celebración el pasado 29 de septiembre del Día Internacional del Desperdicio Alimentario. Es una verdadera lástima que tiremos comida a la basura, mientras que 828 millones de personas padecieron hambre en el mundo en el año 2021, y que además experimentaron un aumento de 46 millones con respecto al año anterior según el informe de Naciones Unidas, y que refleja como el mundo cada vez se está alejando más de su objetivo de acabar con el hambre, la seguridad alimentaria y la malnutrición.

En España, durante el año pasado, se tiraron a la basura 1.364 millones de kilos de alimentos que representan una media de 31 kilos y 250 euros anuales per cápita, para hacernos una idea mejor de estas cifras, el dato de que el 17% de la comida disponible en el mundo se tira a la basura es lo que mejor lo explica, y que es de los hogares de donde sale el 61% de lo que se desperdicia.

MEJORES HÁBITOS DE CONSUMO

El pasado mes de junio se aprobó en España la primera Ley de Prevención del Desperdicio Alimentario que pretende reducir a la mitad los alimentos que se desperdician. Esta Ley también atiende al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Contiene las previsiones encaminadas a CONCIENCIAR a los consumidores con hábitos que eviten tener que tirar alimentos a la basura, entre ellos planificar mejor la compra y fundamental consumir productos locales, frescos, de proximidad que permiten comprar lo que necesitas sin almacenar.

A las empresas transformadoras de alimentos y a las cadenas de distribución les obliga a contar con Planes de Prevención para tomar decisiones acerca de los productos que van a tener que despreciar en sus procesos y que estando en buen estado pueden donarse a los Bancos de Alimentos o a las ONG´s que distribuyen alimentos entre las familias que los necesitan.

También a los restaurantes para que asuman la obligación de que nos llevemos a casa la comida que nos sobra.

La Ley incluye la previsión de que los sobrantes de comida de todos los procesos puedan utilizarse para producir energía mediante su valorización.

DONAR LOS ALIMENTOS

Ahora bien, la realidad es que los alimentos siguen desperdiciándose y tanto es así, que el Banco de Alimentos de Valladolid ponía de manifiesto recientemente que durante este último verano le han llegado un 80% menos de donaciones, eso quiere decir que no tenemos mucha conciencia de la necesidad de aprovechar los alimentos. Solo un 26% de los hogares no tira nunca ningún alimento a la basura. Hasta en esto hemos perdido las buenas costumbres que teníamos: recuerdo que mi madre siempre nos decía que no podíamos dejar nada en el plato y que había mucha gente en el mundo que pasaba hambre, y también como la comida que sobraba siempre se aprovechaba al día siguiente.

Además, el desperdicio alimentario tiene enormes efectos perjudiciales sobre el cambio climático, sobre el uso del suelo, la gestión de los residuos…..  El 17% de las producciones podría evitarse y con ello todo lo que implica el consumo de materias primas para su producción.

CRECIMIENTO SOSTENIBLE SERIO

Nos pasamos el día proclamando la aplicación de la economía circular, la SOSTENIBILIDAD, y la realidad es que no hay mejor crecimiento sostenible que el que se puede evitar porque realmente es superfluo.

Hace ya muchos años que se viene hablando de la necesidad de generar un desarrollo que no se base en el crecimiento económico indefinido, puesto que esto es INSOSTENIBLE, ya que si atendemos al ritmo que el FMI y el Banco Mundial consideran óptimo que es el 3% anual aproximadamente, el tamaño de la economía mundial se duplicaría en solo 24 años con una enorme huella ecológica y el daño ambiental que supondría para el clima y la integridad ecológica de la bioesfera seria insoportable.

Esto quiere decir que no podemos seguir apostando por cualquier modelo que siga con criterios de crecimiento y consumo como los que tenemos.

Claramente tenemos que apostar por una sostenibilidad global que beneficie a todo el PLANETA y que garantice el equilibrio entre lo que producimos y consumimos.

Planifiquemos mejor lo que comemos, apostemos por productos frescos y cercanos que en Castilla y León tenemos muchos y muy próximos y compremos más veces si es necesario, pero no desperdiciemos la comida, es TAN FÁCIL!!!