Ana Morgade en 'Zapeando' (Atresmedia)

Ana Morgade en 'Zapeando' (Atresmedia)

Televisión

La venganza de Ana, la fea

8 mayo, 2020 15:31

La televisión siempre ha tenido una Ana de éxito. Las hay míticas, como la Obregon o la de Barrio Sesamo (“Ana, soy Ana, los chicos de este barrio quieren ya jugar”). Las hay eternas, como Igartiburu o Diosdado. Las hay neumáticas, como Simon o De Armas. Y ahora por fin, después de una fulgurante carrera en segunda fila eclipsando a las estrellas principales, ha llegado el turno de Ana Morgade. Ana, la fea.

Fea por sus raíces y sus puntas, del mismo tono uniforme y no una escala pantone capilar entre el rubio oxigenado y el negro asfáltico; fea por su miopía, oculta no con lentillas azules sino tras unas gafas de pasta corrientes y molientes; fea por no limitarse a sonreír y poner morritos, sino que lanza rápidas réplicas a quien se cruce en su camino; fea por obra y gracia de la definición de todo un gentleman, Alfonso Rojo.

Fea por mis cojones.

Ana Morgade es posiblemente una de las mujeres más atractivas de la televisión de hoy. Lo es porque representa todo lo que a un tío de verdad le pone en una mujer. Entiéndase por un tío de verdad el opuesto a un tronista o un habitante de Gandia Shore.

Dejando al margen conceptos subjetivos como la belleza (que la tiene) o el sex appeal (que también), Ana Morgade posee el mayor agente erógeno que existe en un cuerpo humano: cerebro. Ana es una mujer lista. No sólo eso. Es inteligente. Que parece lo mismo, pero no lo es. Y además es divertida, atractiva, inteligente, divertida. La combinación química perfecta. Perfectísima.

Ana es aguda, ingeniosa, mordaz, pícara… maneja los resortes del humor y la comedia con la maestría de quien lleva años metiéndose a un público en el bolsillo desde las distancias cortas del escenario de un bar o un miniteatro de improvisación y no parapetada en el piloto rojo de un distante plató de televisión. Lo cual añade nueva entrada a su lista de virtudes: Ana tiene talento. Y cuando se tiene esta cualidad, la vida resulta mucho más fácil. Ana sabe qué resortes tocar y qué trucos usar para engatusar a la cámara. El timing, que se dice en el argot. Ana es una maestra del timing. Cualquiera que haya visto su trayectoria en Estas no son las noticias, Buenafuente, Tu cara me suena o Zapeando lo sabe.  

No es de extrañar que sus apariciones televisivas sean momentos detestados por sus compañeros de performance. Los focos, a su persona. Basta pensar en Angel Llàcer y los soponcios que tuvo que pasar el histriónico jurado de Tu cara me suena cada vez que Morgade o Silvia Abril (otro bicho escénico) le robaban todo el protagonismo en su última edición. La estrella del circo defenestrada por culpa de dos payasas. Eva al Desnudo meets Vaya par de gemelas.

Y al final, después de muchos papeles secundarios, de robarle el bocadillo a las main stars, de mostrar y demostrar su maestría, Ana la fea ha recogido sus frutos. El mejor, quizá. La presentación del mejor programa de humor que existe. Después del traspiés de Alexandra Jiménez, es el turno de la heredera natural de Eva Hache. Morgade llega a El club de la comedia. El mejor lugar en el mejor momento. La oportunidad perfecta de brillar en solitario y reverdecer el formato.

El caso de Ana, la fea, recuerda un poco al de Dani, el feo. Un feo que se convirtió en el actor más taquillero de nuestro cine, un humorista que triunfó en los escenarios, un chico que se quedó con la chica más guapa del baile y un actor secundario que se forró con campañas de publicidad. Dicen algunos que Dani no supo manejar bien al monstruo de la fama, en un país que te baja a hostias al suelo en cuanto llegas a lo alto. El futuro está por escribir y nadie sabe si el de Ana, la fea, seguirá la estela del de Dani, el feo. Pero desde luego va por buen camino.

Ay Alfonsito… la suerte de la fea, el guapo la desea.