Opinión

La falta de identidad

La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix, en el Louvre.

La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix, en el Louvre.

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Una de las cosas deterministas de este siglo, donde todo parece modelado por la aleatoriedad, si hay algo que podemos decir es un marcador a tener en cuenta, es la falta de identidad. Esta falta de identidad está moviendo la sociedad, a través de no saber del todo bien quiénes somos. La nación se está rompiendo a través de los nacionalismos, no sólo está pasando en España, en la propia Bélgica o Alemania, y si hacemos un proceso de abstracción, también esto está ocurriendo en los Estados Unidos de América, entre Norte y Sur.

Parece que la falta de identidad se quiere resolver volviendo al pasado, como si la historia se pudiera cambiar y así crear una nueva identidad para acabar con ese no saber qué va a pasar al perder el ancla y los puntos de referencia.

Los valores están en constante cambio, las sociedades evolucionan, y la historia está en movimiento, así ha sucedido desde que el homosapiens empezó a usar la inteligencia. Sin embargo, los valores han de ser asimilados por la sociedad a tiempos suficientes, para no resquebrajar el sentido unitario e identitario.

Estamos siendo imbuidos por las emociones, las emociones contraladas por políticos egocéntricos que agitan a la sociedad, pensemos en los golpes de estado recientes. Hay por otra parte una búsqueda de libertad, pues ese no saber dónde se está, esa necesidad de una identidad libre y de puntos de referencia lleva a las revueltas. Basta ver lo que está pasando en Cuba sin ir más lejos: la revuelta hacia la libertad.

Es paradójico que las democracias consolidadas se estén resquebrajando y que en sus sociedades surja la agresividad, en definitiva, si no sabemos quiénes somos no podemos ser libres.

Estamos derivando hacia el absurdo, hablando de carne y de niñes o matria. Los políticos oportunistas están intentando romper todos los patrones de guía. Surge en esta tensión social una homofobia que lleva al asesinato, surgen los nacionalismos, surge la creación de una nueva democracia definida casi matemáticamente por la interpretación simplona del pasado. Un feminismo exacerbado, ya los hombres no sabemos cómo relacionarnos con las mujeres sin molestarlas. Esta falta de identidad se palpa también en un incremento del machismo en los jóvenes, mayor que el que había antes. Porque la falta de guía, de patrones lleva a la ruptura de la personalidad y así del cambio social amortiguado por políticas que calmen.

Se legisla desde los movimientos sociales, desde el grito en las calles, así la judicatura se puentea, y la pérdida de la justicia es una pérdida de democracia.

Esta falta de identidad puede llevarnos a la ruptura nacional de los estados. Hacia algo guiado por lo aleatorio pues se está despersonalizando al núcleo más básico de la sociedad. A las personas.