Opinión

El 15-M y ZP

Imagen de la Puerta del Sol durante las protestas del 15-M. / MML

Imagen de la Puerta del Sol durante las protestas del 15-M. / MML

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¡Atención!, pregunta. ¿Quién era el presidente del Gobierno en ejercicio cuando se produjo el estallido social en torno al movimiento del 15-M del año 2011 en España?

Tic, tac, tic, tac… la respuesta correcta es: ¡José Luis Rodríguez Zapatero! Sí, quizás a algún despistado de la actualidad política le sorprenda este dato, pero aquel presidente frente al que la calle se levantó en protestas, es exactamente el mismo que, hoy, representa la sensibilidad más próxima, dentro del PSOE, a Podemos, su socio en la coalición gubernamental, cuya huella en aquella movilización fue protagonista.

Rodríguez Zapatero fue presidente del Gobierno desde el 17 de abril de 2004 hasta el 21 de diciembre de 2011, casi ocho años, en dos legislaturas parlamentarias y, al margen de no reconocer la llegada de la crisis de 2008, ignorándola y minimizándola, los datos macroeconómicos que su gestión dejó, marcaron el escenario social que generó la mayoría absoluta alcanzada por Mariano Rajoy que fue la tierra de cultivo donde se amasó la Reforma Laboral del 2012 que acabó con la histórica protección al factor trabajo en España, que había pervivido desde mitad de los años cincuenta del siglo XX.

Esa Reforma Laboral llevó al despido inmediato a un millón de empleados en España, lo cual dió el pistoletazo de salida a la gran devaluación salarial producida en nuestro tejido social, verdadera clave de bóveda de la máxima precariedad laboral conocida en décadas en nuestro país, en cuyas consecuencias seguimos inmersos.

La mayoría absoluta de Rajoy, consecuencia de las dos legislaturas previas de Rodríguez Zapatero, impuso un rescate financiero injusto que endeudó al conjunto de los españoles en más de 66.000 millones de euros (según la Auditoría del Tribunal de Cuentas), a razón de unos 1.500 euros por persona, incluidos los recién nacidos, cuya recuperación se prometió, para finalizar dichas promesas en la basura de los intereses privados de terceros operadores.

El mismo ex-presidente del Gobierno de España que coquetea en política internacional como ‘blanqueador’ del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, fue al artífice del pacto PSOE–PP para la reforma constitucional del artículo 135 de nuestra Carta Magna, para priorizar el pago de la deuda pública por encima de cualquier otro derecho, al adecuar las actuaciones del Gobierno al principio de estabilidad presupuestaria, todo ello tras un Consejo Europeo en el que se le impusieron deberes concretos, e inexcusables, que cumplió más allá de su propio compromiso con la sociedad española y los votantes que le apoyaron para alcanzar el poder. Incumplió sus propias promesas y prefirió hacerlo, antes que dimitir y explicar la situación creada, convocando nuevos comicios a la vista de la realidad creada en ese momento.

En el mandato de ZP al frente del Gobierno de España, la tasa de paro (según la EPA) pasó del 11,50% en 2004, al 21,52% 2011; el PIB crecía al inicio de su mandato al 3,1%, para reducirse en su incremento al final del mismo al 0,10%. La inflación, bajo su presidencia, creció un 22,8% a tasas anuales próximas al 4% y la deuda pública se duplicó durante sus dos legislaturas; sin embargo todo ello sucedió al mismo tiempo que impuso uno de los mayores recortes del gasto social de la democracia, en mayo de 2010, medida acompañada de una gran subida de impuestos a través de los Presupuestos Generales del Estado de ese mismo año.

Es una gran paradoja que el mismo presidente de Gobierno bajo cuyo mandato se ocupó la vía pública por protestas de la ciudadanía, propiciase una reforma constitucional pocos meses después, cuando aún retumbaban las voces y gritos de los manifestantes por las calles, con el apoyo del principal partido de la oposición, para priorizar el principio de estabilidad presupuestaria por encima de cualquier otra necesidad social de la ciudadanía, sepultando las posibilidades electorales de su propia formación política en el futuro inmediato, mientras él se retiraba a disfrutar de las prebendas de los ex-presidentes del Gobierno, como un ‘jarrón chino’ más, en argot de Felipe González.

Pero aún es más paradójico que su perfil sea recuperado por la formación que se articuló en aquellas protestas protagonizadas por el movimiento 15-M.

Cuando entramos en el año en el que se celebrará el décimo aniversario de todo lo ocurrido entonces, es apropiado recordar que, efectivamente, José Luis Rodríguez Zapatero era el presidente del Gobierno durante aquellos acontecimientos. Lo ocurrido ya es historia, y las capacidades de los responsables entonces, incluido quien lideraba el Poder Ejecutivo, quedaron retratadas. El olvido no es opción, pero mucho menos las lecciones de los que fueron superados por los efectos de una crisis que más allá de no ser capaces de preveer, ni siquiera quisieron ver, condenando a los ciudadanos del país que gobernaban, mientras ellos se batían en retirada.