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La justicia por mi mano

Efe

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¿Qué esperar de la consciencia de lo correcto mediante la representación? ¿Qué esperar de la conversión de la necesidad en deseo? ¿Qué esperar de la búsqueda desesperada de pertenencia a través de la identidad? ¿Qué esperar del carácter pusilánime y parcial propio de la posmodernidad? La falta de madurez y consiguiente carencia de capacidad de represión instintiva en busca de la solución lógicamente evolutiva está en auge, la búsqueda impulsiva de la satisfacción natural por medio de la compra de esto, esto, esto y... ¡ah! ¡esto también! ¿Qué esperar si la satisfacción del éxito, lo que nos incluye en una realidad que percibimos como estable, no es más que pura inconsciencia infantil? Volviendo a la pregunta inicial, ¿Qué esperar de todo esto? Involución, creencia de lo justo mediante el establecimiento emocional de lo correcto, la viabilidad del conflicto, en definitiva, la detención del progreso, la vuelta al inicio. Tanto avanzar y, ¿para qué? ¿En qué desemboca este proceso inconsciente e infantil de retraso?

Todo este proceso construido a través de la comodidad que te otorga la deformación del sentimiento de pertenencia mediante la identidad desemboca en la carencia de individualismo, o lo que es lo mismo, el alza de los ignorantes, la participación política predominantemente tribal y primitiva, la visión de los líderes no como oficios de reconstrucción, sino como motivos de reunión. Todo esto significa la victoria de aquellos que no han tenido la suficiente valentía como para evaluar los conflictos de forma imparcial, de despersonalizar, la victoria de aquellos que no son capaces de determinar los límites excedentes de uno mismo, la propiedad individual. Esto incluye la discusión mediante la consideración grupal de lo correcto, las reacciones impulsivas en el Congreso, los ataques personales, todo aquello en lo que, el consciente, nota alteraciones instintivas.

Este proceso significa, como he mencionado anteriormente, la vuelta al origen, la división clasificadora. Ya lo vemos en las manifestaciones: en "Black Lives Matter" es práctica habitual que ciudadanos blancos se arrodillen ante ciudadanos de raza negra, dando por hecho una notable inconsciencia de la propia libertad producto de un juicio ignorante y sentimental, como si obtuvieran una impresión diferente a la hora de entablar contacto con un ciudadano negro, como si en lugar de manifestarse, desde un punto de vista imparcial, por una clara violación de los derechos humanos, establecieran una relación de lo justo a través del juicio colectivo basado en las diferencias raciales, el que es objetivo reconoce una deformación primaria de la libertad puesto que comprende sus propios derechos desde una perspectiva individual, ese es el problema.

Son muchas las estrategias que se ejercen desde los populismos, desde debatirnos como tema principal que si monarquía o república, creando dos fabulosos bandos que elegir, hasta asignar una bandera distinta a todas y cada una de las preferencias sexuales, que no son pocas. Lo de antifascistas y antiracistas ya pasa de castaño oscuro, respetando el pobre y limitado entendimiento de las masas de la democracia, se desencadena una especie de reacción impulsiva que acoge el intento de demostración como mecanismo de defensa en lugar del evolutivo uso de la implantación de los primeros pasos de supresión instintiva del hombre, los derechos y obligaciones, lo objetivamente correcto. Todo se resume a la deformación del progreso mediante la visión emocional de lo que debe ser, el retroceso, el conflicto, la división, el origen.

Vivamos a partir del progreso, dejémonos de camisetas del epidemiólogo de moda, Fernando Simón, o de vandalizar estatuas de Cristóbal Colón. Es determinante la función del centrista, del "equidistante", es vital puesto que son el último rastro de libertad entre tanta deformación, los únicos sabios que se atienen a la amarga imparcialidad. No es la primera vez que pasa, los buenos tiempos crean hombres débiles, nos esperan conflictos, conflictos que crearán hombres fuertes, hombres fuertes que crearán buenos tiempos y, me imagino, que ya sabéis el resto.