La pandemia ocasionada por el Covid-19 cuya génesis, mas allá de especulaciones e investigaciones ulteriores que lo corroboren, se ha generado en China, país bajo un sistema totalitario que controla y moldea férreamente su estructura social, habiéndose extendido de forma sorpresiva y fulgurante por todo el mundo.
La opacidad mostrada por China en los inicios de la pandemia, así como la falta de previsión y medios adecuados de los gobiernos a nivel mundial para afrontar una problemática desconocida y compleja, ha ocasionado que las actuaciones que se están adoptando por la gran mayoría de los países obedezcan fundamentalmente a criterios de control y limitación de movimientos de las personas, socavando sus libertades bajo la excusa de preservar su salud.
Sin menospreciar la seriedad e implicaciones que una pandemia de este calibre está ocasionando, parece que los hechos están demostrando que una adecuada profilaxis de limpieza y protección personal, así como la aplicación del distanciamiento social y el traceo de contactos, ayudan enormemente a paliar los efectos de contagio y propagación de la enfermedad.
Mientras no dispongamos de una vacuna ni de antídotos efectivos, estamos obligados a convivir con el virus y a estructurar nuestra vida laboral y social adoptando planteamientos que no coarten nuestra libertad y desarrollo económico a fin de evitar consecuencias más negativas que las que el virus pueda causar desde el punto de vista estrictamente de la salud de las personas.
Es tiempo de didáctica, pedagogía y adecuación de los medios productivos, de consumo y de relaciones interpersonales a la situación que afrontamos, tratando, y en eso se tendrían que esforzar todos los gobiernos, de minimizar la restricción de las libertades.
Vivimos, en términos generales, en sociedades desarrolladas dotadas de infraestructuras y medios suficientes para afrontar de forma organizada y garantista los retos que esta pandemia nos está demandando desde el punto de vista de la salud, relaciones sociales y de la economía.
Desgraciadamente estamos asistiendo al desarrollo de medidas por parte del gobierno de España que van en una dirección opuesta, apostando por la prohibición y control político de la situación con el consiguiente deterioro de las libertades individuales que tanto ha costado conseguir, a la vez que la situación económica y social se va deteriorando irremediablemente.
Da la impresión que el virus Covid-19 y el excesivo miedo que se puede estar insuflando a la sociedad por las repercusiones que puede tener, son la excusa perfecta para que un gobierno con génesis democrática mute a otro con tics totalitarios.
En esta tesitura no nos queda otra alternativa que apostar y poner todos los medios necesarios para el desarrollo de una vacuna y de los antídotos adecuados, pero, no solo contra el virus que ha surgido en un país totalitario, sino también contra los gobiernos en plena deriva totalitaria.
Por tanto, en los tiempos que corren, nuestro empeño deber estar doblemente dirigido en doblegar el Covid-19 y el subsecuente totalitarismo que el mismo puede conllevar a la sociedad