El día 23 de abril de 1978 más de cien mil personas salieron a las calles de Zaragoza para exigir un estatuto de autonomía para Aragón y el centro de la ciudad quedó teñido por el amarillo y rojo de nuestra bandera. La ilusión de un pueblo dio el empujón definitivo para que en 1982 se firmase el primer Estatuto de Autonomía de Aragón.

La primera Diputación General de Aragón de la democracia declara que el 23 de abril será el Día de Aragón, un día para celebrar nuestra propia identidad.

23 de abril de 2025. Palacio de la Aljafería. Actos por la celebración de San Jorge.

Dos días antes ha fallecido el Papa Francisco y han decretado tres días de luto oficial en la comunidad, desde las 0.00 del martes 22 de abril hasta las 24 horas del jueves 24 de abril. Las actividades y conciertos programados en Zaragoza, Huesca y Teruel se suspenden. El pueblo debe guardar luto.

Los vientos son distintos en el palacio de la Aljafería, todo está preparado para el día grande de nuestra tierra. Políticos, premiados y representantes sociales toman asiento con sus mejores galas para dar comienzo al acto de un día grande.

Los medios de comunicación ya han adelantado los reconocimientos de este año. La Medalla al Mérito Profesional será al Cuarto Batallón de Intervención en Emergencias de la UME, Amado Franco, presidente de Fundación Ibercaja, recibirá el Premio Aragón y el Club Natación Helios la medalla de las Cortes de Aragón.

Un pequeño spoiler: parece que no todos estaban por la labor de celebrar el día de Aragón.

Marta Fernández, presidenta de las Cortes de Aragón, toma la palabra para dar su discurso. Es su momento y lo sabe aunque no se muestre excesivamente cómoda. Cualquier ciudadano esperaría que la mayor representante de su parlamento autonómico tenga unas palabras de cariño y afecto hacia su tierra. Lo siento, no será hoy.

La presidenta de las Cortes de Aragón olvidó en casa su carácter institucional y decidió representar únicamente a la extrema derecha.

Proteger las fronteras para proteger a nuestras familias, cuidar la institución de la familia y menciones a ETA para celebrar nuestro día. Un mensaje que podría haberse ofrecido en cualquier ciudad de España, un discurso diseñado desde Madrid como mandaban los cánones antes de nuestra autonomía. Todo vuelve al blanco y negro.

Tal vez para algunos no será un problema porque seguramente Marta Fernández sólo hace el trabajo que otros no se atreven a hacer, pero lo cierto es que es la representante del pueblo aragonés y hay límites que no se pueden traspasar.

No estamos ante un hecho menor e intrascendente, nos encontramos ante discursos que se han consentido y normalizado. El calor de las redes sociales y de ciertos medios avivaron la llama, pero el silencio y la complacencia del resto de partidos han permitido su institucionalización. Sea como fuere este tipo de mensajes se ha hecho un hueco en nuestra democracia con la mirada pasiva de la oposición.

Todo esto empezó hace casi dos años, cuando el caballo de Troya entró en las Cortes de Aragón por la puerta grande vestido de pacto de gobernabilidad PP-VOX. ¿Qué mejor idea que conceder la Presidencia de las Cortes de Aragón a un partido que no cree ni quiere la autonomía de Aragón? Era un plan perfecto y sin fisuras, nada podía fallar.

Una muestra más del retroceso en la personalidad de un territorio que hace no tanto luchaba por su propia identidad y ahora, cual Quijote, lucha contra enemigos que no existen.

Pasamos de pedir una financiación justa y criticar el convenio de financiación de Cataluña a no hacer el menor esfuerzo para conseguir la singularidad financiera de Aragón recogida en el artículo 108 del Estatuto de Autonomía de Aragón.

Pero en esta vida hay que saber dar una de cal y otra de arena, por ese motivo encargamos a una empresa de Barcelona la confección de una bandera de Aragón con 121 metros de largo y 16 metros de ancho. Todo para demostrar que no somos menos que nadie como el que se compra un coche grande para lucirlo delante de los vecinos y demostrar que en su casa no se respira miseria.

Esa especie de complejo quijotesco nos ha llevado a la necesidad de que suene el himno de España en la celebración del día de Aragón. No es una crítica a nuestro himno pero nuestros dirigentes deberían entender que cada momento requiere su escenografía y acompañamiento. Imagínense que le cantamos el cumpleaños feliz a Juan cuando el cumpleaños es de María.

Habrá que esperar a otro año para celebrar el día de Aragón, habrá que esperar para sacudirnos nuestros miedos y complejos, y dejar brotar la ilusión para soñar con lo que aún seremos.