Mi cercanía con el mundo de la información no es casual. Viene de familia. Mi padre, José María Lorente, fue presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) y periodista deportivo. En casa crecí entre crónicas, periódicos y textos.
Aprendí desde muy joven a valorar lo que significa poner por escrito los hitos de las personas, contar historias que inspiran y transmitir los logros colectivos. La información, cuando es veraz y rigurosa, no solo informa: también construye comunidad, genera confianza y proyecta futuro.
Quizá por eso miro con especial cariño la consolidación de un medio como EL ESPAÑOL DE ARAGÓN. Sé lo difícil que es hacerse un hueco en este oficio y, al mismo tiempo, lo necesario que resulta. Posicionarse en un escenario mediático cada vez más competitivo, con voces muy asentadas, es un auténtico hito. Y hacerlo desde Aragón, con mirada aragonesa y con ambición de servicio público, tiene aún más valor.
Hace apenas un año nació EL ESPAÑOL DE ARAGÓN. Y hoy, cuando celebramos su primer aniversario, siento que es un momento idóneo para reflexionar sobre lo que significa tener un medio de comunicación joven, valiente y comprometido en nuestra tierra.
Vivimos tiempos de enorme rapidez, en los que la información circula a una velocidad vertiginosa, en los que las controversias se multiplican, y en los que muchas veces resulta difícil distinguir la verdad de la mera opinión o de la manipulación interesada.
La información veraz no es un lujo, es un derecho ciudadano y una necesidad democrática. Quienes nos dedicamos a la vida pública, empresarial o institucional sabemos bien que las decisiones se toman sobre la base de datos, análisis y percepciones.
Si esa base es débil, si está contaminada de rumores o de medias verdades, todo lo que construyamos encima corre el riesgo de desplomarse. Por eso, más que nunca, debemos reivindicar el valor de un periodismo sólido, que investiga, que contrasta, que explica y que contextualiza.
Y aquí quiero detenerme en algo fundamental: los lectores debemos ser también responsables. No basta con consumir información de forma pasiva. Es preciso ser multidisciplinares, contrastar las fuentes, comparar versiones y buscar medios que ofrezcan amplitud de miras.
Solo así evitaremos caer en el sesgo de la inmediatez o en la trampa de las burbujas digitales. EL ESPAÑOL DE ARAGÓN ha demostrado en este primer año que es posible dar esa visión amplia, plural y crítica de lo que ocurre en nuestra comunidad.
La diversidad y la riqueza de los temas que han abordado en sus páginas son un ejemplo de ello. No se han limitado a cubrir un único ámbito ni a repetir los titulares de siempre. Han apostado por mostrar la complejidad real de Aragón: nuestras instituciones, nuestra economía, nuestras empresas, nuestro mundo rural, la cultura, el deporte, la educación, la ciencia, los proyectos europeos… Una agenda de contenidos extensa, variada y muy, muy amplia, que responde a la realidad poliédrica en la que vivimos.
Este trabajo no sería posible sin un equipo de profesionales comprometidos y con visión de futuro. Quiero destacar especialmente la labor de Antonio Ortego y Jorge Lisbona, que han sabido capitanear este proyecto con rigor, con inteligencia y con pasión. No es sencillo levantar un medio nuevo en un mercado saturado de mensajes y, a veces, dominado por grandes cabeceras nacionales.
Ellos, sin embargo, han demostrado que en Aragón hay espacio para un periodismo propio, con identidad y con vocación de servicio. Su apuesta ha sido arriesgada, pero también necesaria. Y los resultados, a la vista de todos, merecen un reconocimiento sincero.
Por todo ello, quiero aprovechar este aniversario para felicitar al equipo que hace posible día a día EL ESPAÑOL DE ARAGÓN. Les animo a seguir trabajando con la misma energía y compromiso, porque su labor trasciende la simple narración de noticias. Son constructores de ciudadanía, guardianes de la democracia y aliados imprescindibles para quienes creemos en una Aragón abierta, dinámica y cohesionada.
En este primer aniversario de EL ESPAÑOL DE ARAGÓN mi reconocimiento y mi gratitud son sinceros. Sé que no es fácil, sé que exige muchas horas, muchos sacrificios y, a veces, incomprensiones. Pero también sé que merece la pena.
Felicidades, EL ESPAÑOL DE ARAGÓN. Que sean muchos años más de rigor, pluralidad y compromiso al servicio de nuestra tierra.